No sólo del públi­co infan­til y fami­liar vive el cine de ani­ma­ción. Y aun­que resul­ta impo­si­ble no reme­mo­rar aque­llos clá­si­cos de la fac­to­ría Dis­ney que han acom­pa­ña­do a tan­tas gene­ra­cio­nes de espec­ta­do­res o lis­tar de carre­ri­lla los más nota­bles éxi­tos de taqui­lla de la car­te­le­ra cine­ma­to­grá­fi­ca (Los increí­bles 2Hotel Tran­sil­va­nia 3 o Ralph Rom­pe Inter­netfue­ron algu­nas de las pelí­cu­las más vis­tas el pasa­do año en Espa­ña, según apun­ta el Anua­rio SGAE 2019 de las artes escé­ni­cas, musi­ca­les y audio­vi­sua­les), tam­bién es cier­to que cada vez es mayor la ofer­ta de títu­los de ani­ma­ción diri­gi­dos al públi­co adul­to, con temá­ti­cas, len­gua­je e, inclu­so, solu­cio­nes grá­fi­cas no aptas para todas las eda­des. Es un tipo de cine que con­vie­ne no dejar al alcan­ce de los niños y niñas, y que feliz­men­te cada vez alcan­za mayo­res cotas de cali­dad, reper­cu­sión y pres­ti­gio en nues­tro país.

Por eso, la Fun­da­ción SGAE, a tra­vés de su Con­se­jo Terri­to­rial de la Comu­ni­dad Valen­cia­na, ha que­ri­do recu­pe­rar algu­nas de las más intere­san­tes pro­duc­cio­nes de ani­ma­ción para adul­tos coci­na­das en nues­tro país duran­te esta déca­da que ya aca­ba. Así, entre el 3 y el 19 de diciem­bre, a razón de dos sesio­nes por sema­na, la Sala SGAE Cen­tre Cul­tu­ral de Valen­cia (C/Blanquerías, 6) ofre­ce­rá media doce­na de pelí­cu­las que nin­gún afi­cio­na­do al cine, esté fami­lia­ri­za­do o no con los dibu­jos ani­ma­dos, debe­ría per­der­se. El ciclo se ha bau­ti­za­do, como no podía ser de otro modo, con el títu­lo ¡¡No dejar al alcan­ce de los niños!! y con­ta­rá con la par­ti­ci­pa­ción del escri­tor, crí­ti­co e his­to­ria­dor cine­ma­to­grá­fi­co Ramón Alfon­so, que intro­du­ci­rá cada lar­go­me­tra­je antes de su pro­yec­ción. Las sesio­nes, con entra­da gra­tui­ta, comen­za­rán a las 18’30 horas.

La mues­tra se abri­rá con Black is Bel­tza (2018), una his­to­ria intri­gan­te del rea­li­za­dor y músi­co Fer­min Mugu­ru­za (Kor­ta­tu, Negu Gorriak) que fun­de fic­ción y reali­dad, y habla de amor, espio­na­je y revo­lu­ción, con una impo­nen­te ban­da sono­ra a car­go de Manu Chao, Ana­ri, Mai­ka Makovs­ki o el pro­pio Mugu­ru­za, entre otros. Segui­rá, el día 4 de diciem­bre, Pos eso (2014), del valen­ciano Samuel Ortí (Sam), un genial des­pro­pó­si­to de ani­ma­ción con plas­ti­li­na que con­ju­ga terror y humor, y ali­ña con múl­ti­ples refe­ren­cias a la cul­tu­ra popu­lar y al cir­co mediá­ti­co. El 10 de diciem­bre se pro­yec­ta­rá Arru­gas (2011), adap­ta­ción de la nove­la grá­fi­ca de igual títu­lo con la que el dibu­jan­te valen­ciano Paco Roca ganó en 2008 el Pre­mio Nacio­nal del Cómic. La pelí­cu­la, diri­gi­da por Igna­cio Ferre­ras, obtu­vo tam­bién des­ta­ca­dos reco­no­ci­mien­tos, como los Goya al Mejor Guion Adap­ta­do y a la Mejor Pelí­cu­la de Ani­ma­ción. Tam­bién Psi­co­nau­tas, los niños olvi­da­dos (2015), de Alber­to Váz­quez y Pedro Rive­ro, es una adap­ta­ción cine­ma­to­grá­fi­ca de una nove­la grá­fi­ca y, entre otros galar­do­nes, obtu­vo en 2016 el Pre­mio Goya en la cate­go­ría de Ani­ma­ción.

El ciclo con­clui­rá con dos lar­go­me­tra­jes pro­ta­go­ni­za­dos por sen­dos per­so­na­jes reales, Rys­zard Kapus­cins­ki y Luis Buñuel, si bien trans­for­ma­dos en cria­tu­ras de ani­ma­ción. El pri­me­ro se titu­la Un día más con vida (2017), lo fir­man Raúl de la Fuen­te y Damian Nenow, y está basa­do en el libro del mis­mo títu­lo en el que Kapus­cins­ki con­tó su expe­rien­cia en la gue­rra de Ango­la. Por últi­mo, Buñuel en el labe­rin­to de las tor­tu­gas (2018), de Sal­va­dor Simó, adap­ta el cómic de Fer­mín Solís en el que se narra cómo el míti­co cineas­ta espa­ñol rodó su pelí­cu­la Las Hur­des, tie­rra sin pan en 1933. Por cier­to, tan­to Buñuel en el labe­rin­to de las tor­tu­gas como Un día más con vida figu­ran entre los títu­los que la Aca­de­mia de Holly­wood ha pre­se­lec­cio­na­do para los Oscar 2020 en la cate­go­ría de Mejor Pelí­cu­la de Ani­ma­ción. 

En total, seis pelí­cu­las de irre­fu­ta­ble cali­dad que, según expli­ca Ramón Alfon­so, ayu­dan a “con­for­mar una cer­te­ra foto­gra­fía de una vía de la cine­ma­to­gra­fía espa­ño­la que indis­cu­ti­ble­men­te pasa por un momen­to emo­cio­nan­te, gra­cias al reco­no­ci­mien­to del públi­co y a los pre­mios con­quis­ta­dos en nume­ro­sos fes­ti­va­les, y artís­ti­ca­men­te esti­mu­lan­te”.

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