Car­tel de la serie mexi­ca­na “La casa de las flo­res”.

22 de junio de 2020.

Con la habi­tual mala dic­ción de los acto­res jóve­nes y los abun­dan­tes giros mexi­ca­nos, el espe­c­­ta­­dor-oye­n­­te espa­ñol pue­de que­dar­se in albis en bas­tan­tes momen­tos de La casa de las flo­res (Net­flix, crea­da por Mano­lo Caro, 2018–2020, tres tem­po­ra­das). Pero más o menos se entien­de lo esen­cial: esta serie es una diver­ti­da paro­dia de las tele­no­ve­las lati­no­ame­ri­ca­nas con cur­sis roman­ces hete­ro­se­xua­les. En la fami­lia De la Mora, que ges­tio­na con for­tu­na una flo­ris­te­ría (flo­re­ría dicen en Méxi­co), pre­do­mi­nan las rela­cio­nes bise­xua­les, las rela­cio­nes gays y las rela­cio­nes lés­bi­cas. Momen­to alto: el per­so­na­je trans que inter­pre­ta mara­vi­llo­sa­men­te Paco León, sin caer nun­ca en la cari­ca­tu­ra. Todo tie­ne un aire muy almo­do­va­riano: los lími­tes sobre la iden­ti­dad sexual son cada vez más borro­sos. En la his­to­ria tene­mos, ade­más, adul­te­rios, com­pli­ca­cio­nes eco­nó­mi­cas, acu­sa­cio­nes de esta­fa… Los epi­so­dios duran unos 30 minu­tos. Fina­li­zan casi sin dar­te cuen­ta. Esa medi­da de tiem­po sue­le gene­rar adic­ción. Dices: “Bueno, son las 11 y media, me acos­ta­ré a las 12. Voy a ver un capí­tu­lo más”. Y a menu­do te aca­bas yen­do a la cama a las 2 de la madru­ga­da.

Una polé­mi­ca bas­tan­te estú­pi­da: a Paco León le llo­vie­ron las crí­ti­cas por encar­nar a la tran­se­xual María José (antes se lla­ma­ba José María). El colec­ti­vo LGTB acu­só a la serie de tráns­fo­ba al no haber con­ta­do con una actriz trans para inter­pre­tar al per­so­na­je. ¿Aca­so el papel de un homo­se­xual tie­ne que inter­pre­tar­lo un homo­se­xual en todos los casos? Tam­po­co es obli­ga­to­rio que un per­so­na­je hete­ro­se­xual haya que dár­se­lo nece­sa­ria­men­te a un hete­ro­se­xual. Nos esta­mos com­pli­can­do la vida (y las series).  

Con­ven­ga­mos, dejan­do apar­te estas ridí­cu­las polé­mi­cas, que hemos avan­za­do mucho en ese terreno. Com­pa­re­mos el Méxi­co actual –el que bur­la bur­lan­do nos cuen­ta La casa de las flo­res– con el Méxi­co de hace sesen­ta y ocho años. Luis Buñuel, en sus memo­rias (Mi últi­mo sus­pi­ro) nos ofre­ce una diver­ti­da per­la his­tó­ri­ca sobre su eta­pa mexi­ca­na. “Cuan­do yo roda­ba ‘El bru­to’ (1952), Pedro Armen­dá­riz, que dis­pa­ra­ba de vez en cuan­do su revól­ver en el inte­rior del estu­dio, se nega­ba enér­gi­ca­men­te a lle­var cami­sas de man­ga cor­ta, las cua­les, decía, están hechas para los pede­ras­tas. Yo le veía ate­rro­ri­za­do ante la idea de que pudie­ra tomár­se­le por un pede­ras­ta. En esta pelí­cu­la, mien­tras es per­se­gui­do por unos mata­ri­fes, encuen­tra a una joven huér­fa­na, le pone la mano en la boca para impe­dir­le gri­tar y, lue­go, cuan­do los per­se­gui­do­res se ale­jan, al tener un cuchi­llo cla­va­do en la espal­da, le pide a la mucha­cha: ‘Arrán­ca­me eso que lle­vo ahí detrás’. Duran­te los ensa­yos, le oí de pron­to enfu­re­cer­se y gri­tar: ‘Yo no digo ‘detrás’, Luis’. Temía que el solo uso de la pala­bra ‘detrás’ fue­se fatal para su repu­tación. Pala­bra que yo supri­mí sin nin­gún pro­ble­ma”.

No sé si Pedro Armen­dá­riz (1912–1963), de vivir aho­ra, acep­ta­ría inter­pre­tar a la trans María José en La casa de las flo­res. Supon­go que no le haría ascos si le ofre­cie­sen el papel en una épo­ca de cri­sis labo­ral. La mora­li­dad pue­de lle­gar a ser tan elás­ti­ca como una tira de goma.

DIARIO UN CINÉFILO

«Que la vida iba en serio / uno lo empie­za a com­pren­der más tar­de”
Jai­me Gil de Bied­ma

DIARIO DE UN CINÉFILO Es una sec­ción dedi­ca­da al mun­do de las Series de TV, a todos sus aspec­tos ciné­fi­los pero tam­bién a sus deri­va­cio­nes socio­ló­gi­cas y rela­ti­vas a la vida coti­dia­na de las per­so­nas. La cons­truc­ción de roles, las rela­cio­nes fami­lia­res, la actua­li­dad, la come­dia y el dra­ma, la épi­ca his­tó­ri­ca, dra­go­nes y maz­mo­rras… Todo cabe en el mun­do de las series, y cual­quier pers­pec­ti­va del mun­do pue­de ser vis­ta des­de la ópti­ca de un ciné­fi­lo, de un serió­fi­lo inte­li­gen­te y pers­pi­caz. La sec­ción está per­so­na­li­za­da en Rafa Marí, uno de los últi­mos gran­des ciné­fi­los espa­ño­les. La perio­di­ci­dad es alea­to­ria, y la lon­gi­tud de cada entra­da, tam­bién. Pue­de ser tan­to muy cor­ta: un afo­ris­mo, como un exten­so mini­en­sa­yo, o entre­vis­ta, o diá­lo­go inte­rior.

Pese a ser un perio­dis­ta tar­dío, Rafa Marí (Valen­cia, 1945) ha teni­do tiem­po para tra­ba­jar en muchos medios de comu­ni­ca­ción: Car­te­le­ra Turia, Cal Dir, Valen­cia Sema­nal, car­te­le­ra Qué y Don­de, Noti­cias al día, Papers de la Con­se­lle­ria de Cul­tu­ra, Leva­n­­te-EMV, El Hype… Siem­pre en las pági­nas de cul­tu­ra. En 1984 fichó por Las Pro­vin­cias, dia­rio don­de actual­men­te es colum­nis­ta y crí­ti­co de arte.

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