Cuan­do un esta­ble­ci­mien­to acu­mu­la leyen­das eso ya es garan­tía de algo que pocos loca­les pue­den pre­su­mir: sole­ra. El res­tau­ran­te Mala­ca­tín, en el cora­zón del barrio madri­le­ño de La Lati­na y con 125 años a sus espal­das, acu­mu­la a rau­da­les tan­tas leyen­das como sole­ra. La pri­me­ra de esas leyen­das hace refe­ren­cia a su nom­bre. Se dice que pro­ce­de de un men­di­go lla­ma­do Mala­ca­tín que solía acu­dir con su gui­ta­rra al local can­tu­rrean­do una tona­di­lla que decía: “tin, tin, tin, Mala­ca­tín, tin, tin, tin” con el fin de ganar­se algu­na mone­da o, en el mejor de los casos, un tra­go de vino.

Tam­bién cuen­ta la leyen­da que cuan­do Julián Díaz, pocos años des­pués de lle­gar a la capi­tal des­de Cuen­ca, deci­dió abrir el esta­ble­ci­mien­to en 1893 e incluir coci­do en el menú, fue­ron muchos los que le til­da­ron de loco por pre­sen­tar como un pla­to tan humil­de como la gran pro­pues­ta del local. De hecho, se dice que el pri­mer día solo un comen­sal soli­ci­tó aquel pla­to, el mis­mo que al día siguien­te vol­ve­ría para repe­tir. Pero, pese a la esca­sa deman­da, Julián no lo dudó y con­ti­nuó ofre­cien­do a sus clien­tes aquel con­tun­den­te pla­to. Hoy el Mala­ca­tín es famo­so por sus coci­dos y aspi­rar a tener una mesa para un sába­do obli­ga a quien lo desee a rea­li­zar la reser­va con varias sema­nas de ante­la­ción.

Bue­na prue­ba de este éxi­to, y de la tra­di­ción acu­mu­la­da duran­te más de un siglo, es que hoy al fren­te del esta­ble­ci­mien­to está José Alber­to Rodrí­guez, la cuar­ta gene­ra­ción de una fami­lia que ha con­ver­ti­do el coci­do en mar­ca de iden­ti­dad. El secre­to está en la coci­na mima­da, con lar­gas horas de pre­pa­ra­ción, unos tiem­pos reñi­dos con las pri­sas de la vida moder­na. En Mala­ca­tín el tiem­po lo mar­ca el coci­do. En la ela­bo­ra­ción y en la degus­ta­ción: pen­sa­do para los tres vuel­cos tra­di­cio­na­les de cal­do, car­ne y ver­du­ra, aun­que abier­to a que cada comen­sal impro­vi­se sus com­bi­na­cio­nes como más pla­cen­te­ro resul­te a su pala­dar. Tiem­po dete­ni­do, en fin, y los mejo­res pro­duc­tos. Por­que ese es el segun­do tru­co secre­to mar­ca de la casa: el rotun­do cho­ri­zo de Isi­dro, en León; la sucu­len­ta mor­ci­lla astu­ria­na, los espec­ta­cu­la­res gar­ban­zos de Zamo­ra, un pollo sabro­so y un codi­llo capaz de des­ha­cer­se en la boca.

Aho­ra, para dis­fru­tar con esta explo­sión de sabo­res, no es nece­sa­rio des­pla­zar­se has­ta el núme­ro 5 de la calle de la Ruda en Madrid. Al menos has­ta el pró­xi­mo sába­do 14 de mar­zo. Y es que el res­tau­ran­te de El Cor­te Inglés Joa­quín Soro­lla ha traí­do has­ta Valen­cia la expe­rien­cia del Mala­ca­tín den­tro de su Sema­na Gas­tro­nó­mi­ca de las Taber­nas Cen­te­na­rias. El pro­pio José Alber­to Rodrí­guez, acom­pa­ña­do por su coci­ne­ra Blan­ca, se tras­la­da­ron des­de Madrid para ase­gu­rar­se que a la expe­rien­cia no le fal­te de nada, ni siquie­ra los tra­di­cio­na­les encur­ti­dos de pipa­rra, pepi­ni­llos y cebo­lli­ta para ir pre­pa­ran­do al estó­ma­go para la fies­ta de un buen coci­do.

Pero el Mala­ca­tín no solo visi­ta Valen­cia con su rece­ta estre­lla. Tam­bién lle­ga con pro­pues­tas no menos famo­sas, como sus espec­ta­cu­la­res callos a la madri­le­ña. O su arroz con bole­tus, sus chu­le­ti­llas de cor­de­ro lechal, su baca­lao con­fi­ta­do o sus hue­vos de corral con tru­fa negra. Y, por supues­to, sus pos­tres case­ros: la per­so­nal tar­ta de que­so al esti­lo Mala­ca­tín, y uno de los pos­tres tra­di­cio­na­les que cada vez resul­ta más difí­cil de encon­trar, la leche fri­ta.

Aún hay otra leyen­da que ensal­za la gene­ro­si­dad de las racio­nes de coci­do que sir­ven en Mala­ca­tín. Se dice que quien con­si­gue aca­bar com­ple­ta­men­te los tres vuel­cos de este pla­to no paga la cuen­ta. Tam­bién se dice que se pue­den con­tar con la mano los que han logra­do supe­rar tan pla­cen­te­ra prue­ba.

 José Alber­to Rodrí­guez, de la Taber­na Mala­ca­tín, jun­to a Pau Pérez Rico, direc­tor regio­nal de Comu­ni­ca­ción y Rela­cio­nes Ins­ti­tu­cio­na­les de El Cor­te Inglés.

Comparte esta publicación

amadomio.jpg

Suscríbete a nuestro boletín

Reci­be toda la actua­li­dad en cul­tu­ra y ocio, de la ciu­dad de Valen­cia