La coci­na ita­lia­na no son solo piz­zas. Para demos­trar­lo hoy abre sus puer­tas en la calle Mar­tí­nez Cubells 8, Pén­do­la, la pri­me­ra taber­na ita­lia­na con­tem­po­rá­nea. Callos, ragús de car­ne y pes­ca­do o tor­ti­llas de pata­ta con sal­chi­chas, son algu­nos de esos pla­tos típi­cos de las taber­nas ita­lia­nas pero que nun­ca antes se habían pro­ba­do en Valen­cia.

Esta ausen­cia de la amplia ofer­ta gas­tro­nó­mi­ca de la ciu­dad se expli­ca por la labo­rio­si­dad de su ela­bo­ra­ción. Muchos de estos pla­tos nece­si­tan has­ta 8 horas de coc­ción en ollas de hie­rro cola­do, hor­nos de car­bón o plan­chas de hie­rro sin fue­go. Aho­ra Pén­do­la nos trae todo eso, jun­to a su apues­ta por el pro­duc­to de pro­xi­mi­dad coci­na­do como lo hacían las non­nas, ade­más de un per­fec­to mari­da­je de cada pla­to con un tipo de vino, cer­ve­za, cóc­tel o ver­mú. 

El nom­bre del local hace refe­ren­cia a esos relo­jes de pén­du­lo y supo­ne un gui­ño al tiem­po nece­sa­rio en la coci­na y a la ausen­cia de pri­sas en este esta­ble­ci­mien­to que no cie­rra al medio­día. Al fren­te de Pén­do­la está Rubén Ibo­rra, que ase­gu­ra haber apren­di­do de su abue­la la máxi­ma de que “la comi­da no enga­ña”.

Tras vein­te años de expe­rien­cia en el sec­tor en Ita­lia, Ibo­rra lle­ga dis­pues­to a demos­trar que la Pepe­ro­na­taes un pis­to case­ro de vege­ta­les fres­cos, pocha­dos con acei­te de oli­va vir­gen, sal, pimien­ta negra en grano, sal­sa de toma­te fri­to case­ro y un rami­lle­te de hier­vas pro­ven­za­les. O que la Car­bo­na­ra es una cre­mo­sa sal­sa con guan­cha­les cara­me­li­za­do, man­te­qui­lla de sal­via, yemas de hue­vo cam­pe­ro y que­so par­me­sano ralla­do. 

Al mis­mo tiem­po Pén­do­la es una taber­na diver­ti­da, con muchos pla­tos para com­par­tir, como el gran chu­le­tón de vaca de 60 días sobre la pla­ca de sal rosa del Hima­la­ya a 300º. Tam­bién es un bar don­de parar a tomar en barra un autén­ti­co capuc­cinoo un Ape­rol con zumo de naran­ja valen­cia­na; un res­tau­ran­te, don­de dis­fru­tar de un per­fec­to ser­vi­cio, el mejor vino y pla­tos ela­bo­ra­dos; un lugar don­de cui­dar­se por­que el pro­duc­to es de cali­dad y kilo­me­tro 0; un lugar don­de los celia­cos encon­tra­rán can­ti­dad de pla­tos sin glu­ten. 

Pero tam­bién es un pun­to de encuen­tro. Allí se podrá dis­fru­tar de sus tar­tas, idea­les para las merien­das. pasar las tar­des por­que no cie­rra y las tar­tas son para meren­dar­las. Y un pun­to de encuen­tro per­fec­to para cenar sin tur­nos de jue­ves a sába­do, con copas Pre­mium a exce­len­tes pre­cios y un Dj ame­ni­zan­do la sobre­me­sa. 

Para garan­ti­zar el mejor ser­vi­cio, Rubén Ibo­rra cuen­ta con un gran equi­po pro­fe­sio­nal. A su lado en la coci­na está el chef Mar­co Ciam­pa­ne­lla. En la barra, Mag­gie Bra­ga­glio será la sume­llier que diri­gi­rá la amplia car­ta de ape­ri­ti­vos, ver­muts, com­bi­na­dos y cóc­te­les que darán la vuel­ta al mun­do, al igual que la Tap Sta­tion de San Miguel con gri­fos de cer­ve­zas ins­pi­ra­das en los sabo­res de Chica­go, Ams­ter­dam, Tok­yo, Ber­lin y Lon­dres. 

Para redon­dear el espa­cio, los dise­ña­do­res Zden­ka Lara y San­dra Figue­ro­la, jun­to a su equi­po de H Up Interiorismo+Diseño, han crea­do un ambien­te chic, armó­ni­co, rompe­dor y aco­ge­dor. Para ello han juga­do con la ban­de­ra ita­lia­na, pero con una cro­má­ti­ca de colo­res más lava­dos, refor­zán­do­lo con made­ras que nos hacen pen­sar en la comi­da de cucha­ra. El mobi­lia­rio, con su sille­ría de made­ra y cue­ro, defi­ne este espa­cio que nave­ga entre la taber­na más tra­di­cio­nal, acor­de con sus pla­tos, y el local más chic del momen­to. Pero sin con­tra­di­cio­nes, por­que lo autén­ti­co está de moda. 

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