Resultado muy justo, en todo los sentidos, porque repartió justicia y porque se desencadenó de modo alocado en los minutos finales. Derbi con dos equipos de similares planteamientos y recursos, pues hace tiempo que Albert Celades ha renunciado a sus fantasías y se aferra a un 4–4‑2 de piñón fijo con general cesión del balón al rival. Es decir, el fútbol impertérrito que ha heredado esta plantilla de Marcelino. Un esquema que apela al ritmo y la forma que mantengan la distribución de Parejo y los reversos de Rodrigo más la salida ordenada de Paulista desde atrás.
Anoche no estaba el brasileño y tanto el 10 como el punta del Valencia realizaron un flojo partido. Los demás, en cambio, salieron con buen tono desde el principio. Mucho más elásticos los creativos del Levante. Otro equipo, el granota, de 4–4‑2 aunque con más intercambios y movilidad; otro conjunto con una defensa de bajo nivel pero con buenos peloteros en el centro del campo –el finísimo Campaña, Rochina, Bardhi…– y una línea ofensiva muy dinámica. Ambos onces gustándose más al contraataque que en el dominio posicional.
El derbi tenía ritmo e incluso empuje físico pero no hubo brillo salvo en alguna escasa ráfaga. El fútbol más elaborado era del Levante, las salidas más fulgurantes pertenecían al Valencia. Gaya por los blanquinegros volvía a generar un torrente de llegadas con un bombardeo de centros que, casi siempre, no son certeros ni peligrosos, salvo cuando la carrera del lateral se acerca más al fondo y en vez de bombear la rasea. Así vino el único gol valencianista.
La jugada del tanto, que llegó a ultimísima hora –a falta de 1 minuto para el tiempo reglamentario y con un jugador menos en el Levante– se inició con un pase entrelíneas del joven debutante Hugo Guillamón. Fue la guinda a un estreno brillante en primera división por parte del chaval. No solo mantuvo su posición táctica en el centro de la defensa a pesar de su juventud y su baja estatura como central, sino que sacó el balón con temple y pases tensos, provocó la expulsión del activo Roger y no hizo una sola mala entrada a pesar de haber sido castigado con una prematura tarjeta amarilla.
El envés de Guillamón fue Mouctar Diakhaby, otra vez Diakhaby, cuyas torpezas físicas dejando suelta su corpulenta humanidad resultan ya una constante inasumible para un equipo del nivel competitivo del Valencia. Diakhaby no ha estado nunca para jugar en el Valencia y su lastre le ha costado a los blanquinegros un saco de puntos. El que lleve la cuenta de las faltas y penaltis estúpidos del jugador francés de raíces africanas que la refleje, por favor. ¿Quién dijo que el Valencia tenía una oferta de la Premier de 40 millones por él? Lo suyo debería haber sido el baloncesto en vista de sus problemas con la cintura.
Si el Valencia regala goles que son agua bendita para sus rivales y no es tan artillero como otros porque le cuesta mucho y a sus jugadores de arriba ya se les conoce, tenemos el panorama tétrico de un equipo que se encuentra ahora mismo en una posición muy difícil para alcanzar la clasificación de la Champions tras el varapalo que recibió del epidémico Atalanta de Bérgamo.
El Levante se llevó un empate ya imprevisto gracias a la ridiculez de Diakhaby, pero hasta el bonito gol que triangularon al límite Guillamón, Gaya y Rodrigo, había plantado cara al partido y manejado su ritmo en muchos momentos. Cierto es que el peligro era más constante en las jugadas del Valencia, lo cual tiene la lógica aplastante que confiere tener mejores jugadores, al menos mucho mejor pagados y con un cierto reprís de exquisitez y calidad en los momentos extremos. Frente a la chispa de las estrellas valencianistas, respondió el buen portero del Levante, Aitor Fernández, y la motivación de Rubén Vezo, un defensa anodino que se vino arriba ante su exequipo.
Al frente de los blaugranas el partido de Campaña, sobre todo en la primera parte, fue sencillamente delicioso, mientras Parejo no encontraba la brújula ni el timón para los locales. Tan en el alero estuvo el partido, indeciso durante tantos minutos, que Celades no arriesgó a sentar en el banquillo a su medio de cierre, Coquelin, y no le insufló más vigor a su ataque. Allí arriba Maxi seguía llegando medio segundo tarde como en los últimos partidos de antes del virus, y Guedes continúa persiguiendo sombras y tropezones, lejos de lo que significó su aparición futbolística en La Liga hace ya dos temporadas. Mucho nos tememos que la masa muscular del portugués ya nunca más va a resistir aquellos cambios de ritmo y galopadas que fascinaron a Mestalla.
Como quiera, además, que la incompetente gestión del club genera malos rollos y ansiedad entre sus figuras, tenemos pues a un equipo intranquilo que no consigue centrarse en lo que toca. Rodrigo, un futbolista excepcional y singular, lleva dos veranos y tres mercados de invierno entre el ser y la nada, el me venden o me quedo, hasta convertirse en una especie de mercenario que vive en la frontera del yo valencianista. Una pérdida psicoanalítica que ha empezado a padecer el mismo Ferran, el jugador de mayor proyección en el ataque blanquinegro que anda deambulando en el alambre de un futuro sin despejar. Celades lo sentó en el banquillo y le dio cancha a Guedes. Un error que se acumula en las constantes apocadas del entrenador valencianista, un coach que está para complir órdenes, como explicó en su mal castellano el señor Anil Murthy a la prensa inglesa.
Partido entretenido e interesante en cualquier caso. Con un árbitro enérgico, arriesgado y sin errores de bulto a pesar de sus decisiones al límite tanto en la expulsión como en el penalti. Frente a la Samsung 8K que un servidor estrenaba –adiós a mi tonta y cara Bang&Olufsen–, pudimos comprobar no solo el acierto del VAR sino también que Movistar+ se ha inventado unos llamativos trampantojos para simular perfiles humanos en las gradas y hasta para vender publicidad sobreimpresionada en las tribunas vacías.
Mestalla aportó algo de atrezzo con banderolas y bufandas, y puso a un tío listo a manejar un audio atronador que daba color en las jugadas más intensas. Así es el fútbol sin público que se nos ha venido encima, aunque hay que decir que Mestalla carece de los puntos de rodaje suficientes para dar ese salto en las telecomunicaciones que la tecnología promete. El Valencia, que le debe un estadio moderno a la ciudad que nadie en el Ayuntamiento le reclama, no tiene Mestalla adaptado, ni se ha enterado ni parece dispuesto a invertir en la transformación del estadio para conseguir ese nuevo universo en las retransmisiones que la tecnología 4K ya hace posible y que desde el coliseo de la avenida de Suecia resulta inasumible con sus medios palustres y la falta de posiciones para operar un rodaje a la altura de los tiempos.
ALINEACIONES Y PUNTUACIONES (de 0 a 10)
Valencia CF: Cillessen (6). Florenzi (5). Diakhaby (2). Guillamón (7). Gayà (8). Soler (5). Parejo (5). Coquelin (5). Guedes (4). Rodrigo (6). Maxi Gómez (3).
Suplentes: Wass (6). Gameiro (3). Ferran (5). Cheryshev (s.p.).
UD Levante: Aitor (7). Miramón (4). Vezo (7). Postigo (5). Clerc (4). Bardhi (6). Campaña (7). Vukcevic (5). Rochina (6). Roger (4). Morales (4).
Suplentes: Toño (s.p.). Radoja (s.p.). Borja (s.p.), Melero (6). Pablo Martínez (5).
GOLES: 1–0 Rodrigo (min. 89). 1–1 Melero (penalti min. 98).
EXPULSADO Roger (min. 74)
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