El mes sexto nos pone a las puertas del verano; un mes que todos esperamos con ansías, en el que los días se alargan, hace buen tiempo y se anima la ciudad con terrazas e inauguraciones. La primera cita de junio es en el animado barrio de Ruzafa, aquí los días 1, 2 y 3 abren las puertas los talleres y espacios artísticos, bienvenidos al conocido Russafart.
En un ambiente de fiesta, los creadores de diversas disciplinas nos enseñan su hábitat, el lugar donde crean… entramos en la intimidad de su inspiración. La verdad es que se trata de una visita muy recomendable, por su excepcionalidad, pocas son las ocasiones en que el gran público puede entrar en el estudio de un artista: rodearse de sus pinceles, objetos, colores, lienzos… para poder entender el arte desde otra perspectiva, entrando en el hueco más íntimo, en la inspiración.
Del bullicio de la calle, de pronto entramos en el silencio de la espiritualidad, nos embarga una esencia especial difícil de describir: Sorolla y la espiritualidad en la Fundación Bancaja. ¿Cuántos Sorollas hay en Sorolla?, ya sé, parece un pregunta trampa incluso absurda, pero es tal la capacidad del artista que es capaz de albergar muchas categorías, con un dominio excepcional de todas ellas, haciéndonos descubrir cada vez un Sorolla nuevo.
La Fundación Bancaja en esta ocasión nos acerca, quizás la más desconocida, la menos abundante y la que desarrolló en su faceta más joven: la temática religiosa. El silencio nos embriaga, no se por qué todos observamos en silencio estas monumentales obras, Yo soy el pan de la vida, un enorme lienzo que refleja las palabras del Evangelio, desconocido por muchos, esta obra de colección privada, es atrapadora, cercana, de pronto nos sentimos dentro de la parábola, sus personajes nos invitan a participar, siendo una pintura única.
La luz del mediterráneo, la sutileza de sus pinceladas, el color azul en contraste con el oscuro negro de la sotana, no me canso de mirarlo, ¡Triste herencia! corona la exposición, ubicada con cariño en la muestra, es estrella. Si bien es cierto que triste es la herencia que han recibido, Sorolla convierte la tristeza en maravilloso arte embriagador. Visitar la muestra de Sorolla es descubrir un Sorolla nuevo, creo que la Fundación Bancaja está llevando a cabo un papel fundamental en la enseñanza del maestro, como siempre no me canso de darles la enhorabuena.
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