Des­de los pri­me­ros caba­rés de París, sur­gi­dos a fina­les del siglo XIX, a las sel­fies tras las fun­cio­nes de la com­pa­ñía valen­cia­na Shom­sow en Sala Rus­sa­fa, han pasa­do más de cien años. Un via­je lleno de anéc­do­tas que reco­rren las pro­ta­go­nis­tas de Varie­da­des Selec­tas dos vedet­tes que, en un tra­yec­to impo­si­ble, tran­si­tan por los luga­res y momen­tos icó­ni­cos del géne­ro para ren­dir­le home­na­je.

Del 14 de diciem­bre al 11 de enero, cada sába­do y en sesión gol­fa, regre­sa a la car­te­le­ra este espec­tácu­lo que empo­de­ra a la mujer en el géne­ro y que arran­có sus repre­sen­ta­cio­nes en noviem­bre, con una bue­na aco­gi­da del públi­co.

“En el caba­ret, el papel de maes­tro de cere­mo­nias tra­di­cio­nal­men­te ha esta­do repre­sen­ta­do por un hom­bre. Aquí hemos que­ri­do ir un poqui­to más allá, no nos que­da­mos en que las muje­res sean sólo sinó­ni­mo de belle­za o pro­ta­go­nis­tas de núme­ros musi­ca­les, que­re­mos que reali­cen el con­tac­to direc­to con el públi­co, que sean ellas quie­nes con­duz­can la pie­za e inter­ac­túen con los espec­ta­do­res, que dis­fru­ten del poder para hacer esa peque­ña crí­ti­ca social pro­pia del géne­ro” seña­la Pas­cual Peris, direc­tor y artí­fi­ce del ves­tua­rio de una obra crea­da jun­to a Car­los Bosch, res­pon­sa­ble de las coreo­gra­fías, y con sus dos pro­ta­go­nis­tas, Car­men Car­do y Annie Tebar.

Este es el segun­do mon­ta­je de la com­pa­ñía valen­cia­na, for­ma­da por autén­ti­cos refe­ren­tes de la boyan­te esce­na caba­re­te­ra de los 80’, cuan­do las ten­sio­nes de la tran­si­ción tam­bién inci­ta­ban a esca­par de la reali­dad. Varias déca­das des­pués, Varie­da­des Selec­tas abre una ven­ta­na a la eva­sión de la mano de dos vete­ra­nas intér­pre­tes, car­ga­das de saber hacer y prue­ba de que las muje­res de media­na edad son capa­ces de apor­tar su carác­ter, humor y sen­sua­li­dad a un géne­ro que se trans­for­ma a lo lar­go de la his­to­ria sin per­der nun­ca su esen­cia: la ale­gría.

“En sus pri­me­ros años en París y Ber­lín, era un espec­tácu­lo de crí­ti­ca social. No eran los núme­ros de revis­ta espec­ta­cu­la­res que vinie­ron des­pués. Lo que salía en pren­sa ese día, los acto­res y show­man de la épo­ca lo ridi­cu­li­za­ban y lo cari­ca­tu­ri­za­ban por la noche en los clubs”, comen­ta Peris, seña­lan­do que Varie­da­des Selec­tas se acer­ca más a ese con­cep­to, esca­pan­do de las gran­des pro­duc­cio­nes. “El nues­tro es un caba­ret más inti­mis­ta, lleno de humor y amor. Hace­mos gui­ños a la actua­li­dad, pero con mucha auto­pa­ro­dia por­que no bus­ca­mos hacer una aren­ga, que­re­mos que esto sea una vál­vu­la de esca­pe, don­de tan­to noso­tros como el públi­co lo pase­mos muy bien”, expli­ca el direc­tor de una pie­za tru­fa­da de anéc­do­tas per­so­na­les y de otros miem­bros del corri­llo artís­ti­co que ani­ma­ba los cafés can­tan­tes, salas de fies­ta y tea­tri­llos, des­de el Cir­co Chino de Mano­li­ta Chen, en la Espa­ña de pos­gue­rra, a las bam­ba­li­nas de Broad­way o los casi­nos insom­nes de Las Vegas.  

Sobre el esce­na­rio, una enor­me male­ta. De ella van salien­do recuer­dos e his­to­rias mien­tras avan­za el via­je, tam­bién las espec­ta­cu­la­res crea­cio­nes de Peris, pren­das que son sím­bo­los de dis­tin­tos momen­tos y espa­cios míti­cos. Sin aban­do­nar las tablas ni un solo momen­to, las actri­ces hacen has­ta diez cam­bios de ves­tua­rio, uno por núme­ro, trans­for­mán­do­se para sim­bo­li­zar los dis­tin­tos palos, épo­cas y esti­los deun géne­ro que ha cose­cha­do dife­ren­tes deno­mi­na­cio­nes: caba­ret, Music Hall, varie­da­des… Pero que siem­pre se ha carac­te­ri­za­do por la des­inhi­bi­ción, la fres­cu­ra, la fan­ta­sía y la come­dia para sacar al públi­co de la ruti­na coti­dia­na. Una vía de esca­pe que Somhow abre cada sába­do noche en Sala Rus­sa­fa. 

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