Los visi­tan­tes al Bio­parc de Valen­cia se han encon­tra­do estos días con una ines­pe­ra­da sor­pre­sa: el naci­mien­to de una nue­va cama­da de man­gos­ta raya­da, que ade­más de pro­por­cio­nar estos días una de las imá­ge­nes más tier­nas en esta des­pe­di­da del verano, ve incre­men­tar la pre­sen­cia de esta espe­cie en las ins­ta­la­cio­nes com­pues­ta has­ta aho­ra por seis adul­tos y seis crías que habían naci­do a fina­les de julio. De hecho, es habi­tual que las hem­bras man­gos­ta raya­das sin­cro­ni­cen sus par­tos, sin embar­go, en esta oca­sión este fenó­meno no se ha dado lo que ha pro­pi­cia­do que el par­to de una de ellas se haya retra­sa­do estos días.

La man­gos­ta raya­da es unaespe­cie que vive en las saba­nas afri­ca­nas, cata­lo­ga­da en la lis­ta roja de Unión Inter­na­cio­nal para la Con­ser­va­ción de la Natu­ra­le­za como “Preo­cu­pa­ción menor”. Predo­mi­nan­te­men­te insec­tí­vo­ra, se ali­men­ta espe­cial­men­te a base de esca­ra­ba­jos y lar­vas de ciem­piés y, a veces, depeque­ños ver­te­bra­dos comorato­nes, ranas, lagar­tos, ser­pien­tes. Son ani­ma­les diur­nos y muy socia­les que viven en gru­pos de orga­ni­za­ción matriar­cal­don­de todos los miem­bros son mar­ca­dos para com­par­tir el mis­mo olor.

Por otro lado, Bio­pac tie­ne pre­vis­to pro­mo­ver des­de el jue­ves 3 al domin­go 15 de octu­bre su ini­cia­ti­va BIO­días. Se tra­ta de una pro­mo­ción com­pro­me­ti­da con la con­ser­va­ción de la natu­ra­le­za con todas las entra­das a pre­cio úni­co de 17 euros + 1 euro. Este euro adi­cio­nal se des­ti­na­rá a la con­ser­va­ción de los mur­cié­la­gos, una espe­cie emble­má­ti­ca para los valen­cia­nos. La ini­cia­ti­va for­ma par­te de la filo­so­fía de Bio­parc, que pre­ten­de unir ocio y com­pro­mi­so medioam­bien­ta. El obje­ti­vo es que el visi­tan­te pue­da sumar a la expe­rien­cia tras­for­ma­do­ra de con­tem­plar la belle­za más sal­va­je fiel­men­te recrea­da, la con­cien­cia­ción y for­ma­ción para su com­pro­mi­socon la con­ser­va­ción de la bio­di­ver­si­dad del pla­ne­ta, en este caso la pro­tec­ción y con­ser­va­ción de los mur­cié­la­gos.