Mues­tra con­jun­ta de las artis­tas Mireia Vila Soriano y Pilar Atién­zar.

 

El Espa­cio Crea­ti­vo La Cani­na, ubi­ca­do en la calle Puer­to Rico del barrio de Ruza­fa, pre­sen­ta la expo­si­ción “A tiem­po de fallar”, una mues­tra con­jun­ta en la que las artis­tas Mireia Vila Soriano y Pilar Atién­zar mos­tra­rán su obra indi­vi­dual y gene­ra­rán un diá­lo­go entre sus dos tra­ba­jos, inter­vi­nien­do cada una, algu­nas de las obras de la otra artis­ta, e invi­ta­rán al públi­co a sumer­gir­se en un uni­ver­so visual don­de el fallo  y la intui­ción se con­vier­ten en pro­ta­go­nis­tas.

La inau­gu­ra­ción ten­drá lugar el 11 de abril a las 19:00 h, que inclu­ye un con­cier­to pos­te­rior de Julian Hac­ken­berg en direc­to.

Un encuen­tro entre el fallo y la intui­ción

“A tiem­po de fallar” invi­ta al espec­ta­dor a explo­rar un diá­lo­go visual entre el error, la intui­ción y la crea­ti­vi­dad. La mues­tra pro­po­ne una refle­xión sobre cómo el azar y la imper­fec­ción pue­den con­ver­tir­se en herra­mien­tas artís­ti­cas pode­ro­sas, que nos hagan cam­biar nues­tra pers­pec­ti­va sobre el mun­do con­tem­po­rá­neo, pues otras reali­da­des son posi­bles.

Mireia Vila Soriano: El arte del error como resis­ten­cia

Bajo su pro­yec­to La Glitxe­ra, Mireia Vila Soriano, trans­for­ma los fallos digi­ta­les en narra­ti­vas visua­les úni­cas. Su téc­ni­ca One Shot cap­tu­ra imá­ge­nes con un úni­co dis­pa­ro, abra­zan­do los glit­ches como pro­ta­go­nis­tas crea­ti­vos. Estas obras no sólo cues­tio­nan el cul­to a la per­fec­ción, sino que tam­bién rei­vin­di­can el error como una for­ma de resis­ten­cia fren­te a las diná­mi­cas ace­le­ra­das del sis­te­ma actual. La Glitxe­ra, rei­vin­di­ca la pere­za, la pau­sa y la con­tem­pla­ción como actos polí­ti­cos, nece­sa­rios para con­tra­rres­tar un sis­te­ma que avan­za hacia su pro­pio colap­so.

Pilar Atién­zar: Geo­me­tría y atmós­fe­ras ambi­guas:

Por su par­te, Pilar Atién­zar uti­li­za el jue­go y la impro­vi­sa­ción para crear com­po­si­cio­nes abs­trac­tas que resue­nan con equi­li­brio y emo­ción. Sus obras com­bi­nan figu­ras geo­mé­tri­cas sim­ples, luz y color para gene­rar pai­sa­jes emo­cio­na­les abier­tos a la inter­pre­ta­ción del espec­ta­dor. En ellas, lo tan­gi­ble y lo efí­me­ro se encuen­tran en un jue­go cons­tan­te entre estruc­tu­ra y azar. “Mi tra­ba­jo sur­ge del jue­go, la impro­vi­sa­ción y la intui­ción, de un pro­ce­so abier­to don­de la ima­gen se cons­tru­ye a sí mis­ma. Me intere­sa la inter­ac­ción entre for­ma y color, cómo los degra­da­dos y las super­po­si­cio­nes pue­den trans­for­mar un espa­cio, sugi­rien­do atmós­fe­ras y esta­dos aní­mi­cos sin nece­si­dad de repre­sen­ta­ción lite­ral”, comen­ta la artis­ta.

 

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