El escri­tor y perio­dis­ta Fer­nan­do Bellón Pérez (Alcoi, 1949, con bue­na par­te de su pres­ti­gio­sa tra­yec­to­ria labo­ral en la tele­vi­sión valen­cia­na Canal 9, ade­más de tra­ba­jar como repor­te­ro en Ale­ma­nia Fede­ral, en Aus­tra­lia y como corres­pon­sal en Colom­bia, Esta­dos Uni­dos y varias capi­ta­les euro­peas), nos ofre­ce una apa­sio­nan­te narra­ción de his­to­rias indi­vi­dua­les y colec­ti­vas con su nove­la La ren­di­ción de Lenin (edi­ción del autor, 2024), un rela­to de casi 500 pági­nas –que te atra­pan des­de su ini­cio– sobre las cir­cuns­tan­cias de la caí­da del Muro de Ber­lín en 1989 y varias de sus con­se­cuen­cias.

Los dos prin­ci­pa­les pro­ta­go­nis­tas de La ren­di­ción de Lenin son Flo­rian Kape­llu, un perio­dis­ta de la Repú­bli­ca Demo­crá­ti­ca Ale­ma­na (RDA), hon­ra­do defen­sor del socia­lis­mo de su patria, y Oli­ver, un espa­ñol dedi­ca­do al comer­cio de la Ale­ma­nia del Este con Occi­den­te. No es una nove­la his­tó­ri­ca ni tam­po­co de espías, «aun­que el oscu­ro fon­do de la inte­li­gen­cia de los Esta­dos sir­ve de esce­no­gra­fía para un com­ple­jo entra­ma­do de viven­cias, intere­ses y decep­cio­nes», afir­ma Bellón.

Es des­lum­bran­te –lleno de vida y valen­tía– el pasa­je de La ren­di­ción de Lenin en la que Bellón nos cuen­ta la visi­ta de Flo­rian Kape­llu como corres­pon­sal en Madrid de la Agen­cia Nacio­nal de Noti­cias de la RDA, al recién inau­gu­ra­do museo valen­ciano del IVAM para ver una expo­si­ción del artis­ta Josep Renau (Valen­cia, 1907-Ale­­ma­­nia del Este, 1982). Trans­cri­bo varios párra­fos de ese capí­tu­lo, con­ta­dos por el perio­dis­ta de fic­ción Flo­rian:

«La caja blan­ca de pie­dra y cris­tal está situa­da en una expla­na­da toda­vía sin rema­tar. Una caja gigan­te don­de la cul­tu­ra pue­de reso­nar a capri­cho de los moder­nos cam­pa­ne­ros que la reli­gión del arte lla­ma comi­sa­rios y que el pro­fe­sor Renau lla­ma­ba sacris­ta­nes (…) Me diri­jo al mos­tra­dor de recep­ción y me iden­ti­fi­co como perio­dis­ta extran­je­ro. Mi inten­ción es obte­ner un catá­lo­go o docu­men­ta­ción sobre las expo­si­cio­nes inau­gu­ra­les del nue­vo museo (…) Me dicen que espe­re. Una per­so­na del depar­ta­men­to de pren­sa me aten­de­rá de inme­dia­to. Y así es. Apa­re­ce una mujer de unos trein­ta y cin­co años, de piel cla­ra y pelo moreno (…) Su son­ri­sa es radian­te y poco autén­ti­ca. Pron­to modi­fi­co mi jui­cio, por­que per­ci­bo que de la mujer ema­na una sim­pa­tía espon­tá­nea».

La perio­dis­ta ins­ti­tu­cio­nal, de nom­bre Ánge­la, le pre­gun­ta a Flo­rian si cono­ce la obra de Renau. Vuel­vo a copiar las pági­nas de La ren­di­ción de Lenin:

—Sí –con­tes­to (…)

—¿Renau es cono­ci­do en la RDA?

Esta­mos entran­do en la sala. En su inte­rior cuel­gan los foto­mon­ta­jes ori­gi­na­les de la serie Ame­ri­can Way of Life.

—Yo diría que no, fue­ra de los ámbi­tos artís­ti­cos (…)

Cada vez me sien­to más incó­mo­do. Me empie­za a doler la cabe­za. Enton­ces me doy cuen­ta de que es Ame­ri­can Way of Life lo que me está cau­san­do el males­tar.

—¿Qué te pare­ce? –pre­gun­ta Ánge­la tras unos minu­tos de paseo y obser­va­ción silen­cio­sa de los foto­mon­ta­jes.

Nece­si­to ser sin­ce­ro. Voy a ser sin­ce­ro.

—No me gus­ta.

—¿Cómo dices?

—El Ame­ri­can Way of Life de Renau no me ha gus­ta­do nun­ca.

—¿Por qué?, tío.

—Jamás he inten­ta­do res­pon­der a esa pre­gun­ta. Habría ofen­di­do al pro­fe­sor Renau.

—¿Le cono­cis­te?

—En cier­ta for­ma fui alumno suyo.

—¿Y fue bueno?

—¡Des­de lue­go! (…)

—¡Era un vie­jo ver­de, pero sim­pá­ti­co!

—Era un hom­bre des­gra­cia­do. Pero lucha­ba con todas sus fuer­zas con­tra la adver­si­dad (…) Estos foto­mon­ta­jes no fue­ron con­ce­bi­dos para estar col­ga­dos aquí. Son pro­pa­gan­da. Dina­mi­ta. Pue­den explo­tar en el momen­to menos pen­sa­do.

—Pero Renau los lle­vó a Vene­cia. Fue­ron el pla­to fuer­te de la Bie­nal de 1976.

—Vene­cia fue la mal­di­ción de Renau.

Fina­li­zo aquí mi deta­lla­da copia de gran par­te de las pági­nas 88–90 de La ren­di­ción de Lenin.

Regre­so a mi voz. Dejo de copiar. Esta visi­ta de Flo­rian Kape­llu al IVAM ha sido para mí una fuen­te de ense­ñan­zas. El tema de un perio­dis­ta haciéndo(se) pre­gun­tas y refle­xio­nes mien­tras ve una expo­si­ción me ha lle­va­do a recon­si­de­rar varias cues­tio­nes. Des­cri­bo la que creo más impor­tan­te y la expre­so con una nue­va pre­gun­ta que me hago a mí mis­mo: ¿Por qué los infor­ma­do­res del uni­ver­so artís­ti­co nos enro­lla­mos una y otra vez con asun­tos (que mere­cen apun­tes, pero no pro­ta­go­nis­mos) como la abs­trac­ción líri­ca, el surrea­lis­mo, la figu­ra­ción, los for­ma­tos, la téc­ni­ca, las mate­rias o la con­tex­tua­li­za­ción, y lo hace­mos, casi todos, con un esti­lo lite­ra­rio cons­trui­do con plan­ti­llas anqui­lo­sa­das, en vez de comen­tar los mie­dos, angus­tias y mal­di­cio­nes de los crea­do­res, la pro­pa­gan­da de o el desa­fío a los pode­res polí­ti­cos, la sumi­sión, las con­tra­dic­cio­nes, los apu­ros eco­nó­mi­cos o en oca­sio­nes su asom­bro­sa rique­za?

Muy pocos son los que se atre­ven a hacer­lo derri­ban­do este­reo­ti­pos y datos que poco acla­ran. Qui­zá nos nega­mos a asu­mir que hay algo más reve­la­dor y pro­fun­do que el arte: el artis­ta. En últi­ma ins­tan­cia toda­vía hay algo más impor­tan­te, reve­la­dor y ver­da­de­ro que el artis­ta: la per­so­na, con sus mil mati­ces y expe­rien­cias bio­grá­fi­cas.

No estoy segu­ro de la con­sis­ten­cia de lo que estoy dicien­do. Pero tenía muchas ganas de decir­lo. Fer­nan­do Bellón Pérez lo hace en muchas pági­nas de La ren­di­ción de Lenin. Fer­nan­do pisa pul­cro jar­dín tras pul­cro jar­dín –cui­da­dos por jar­di­ne­ros de una par­te y de otra– como el que no quie­re la cosa.

Comparte esta publicación

amadomio.jpg

Suscríbete a nuestro boletín

Reci­be toda la actua­li­dad en cul­tu­ra y ocio, de la ciu­dad de Valen­cia