Obras de Gabriel Mor­ci­llo inclui­das en la expo­si­ción.

El clá­si­co libro de Edward Said, Orien­ta­lis­mo (1978), ha sido el pun­to de par­ti­da de los comi­sa­rios, Roge­lio López Cuen­ca y Ser­gio Rubi­ra, para con­fi­gu­rar la expo­si­ción Orien­ta­lis­mos. La cons­truc­ción del ima­gi­na­rio de Orien­te Pró­xi­mo y del Nor­te de Áfri­ca que podrá visi­tar­se en el IVAM des­de maña­na 6 has­ta el pró­xi­mo 21 de junio.

La expo­si­ción pre­ten­de ser una refle­xión crí­ti­ca sobre los orí­ge­nes y evo­lu­ción del ima­gi­na­rio occi­den­tal en torno a Orien­te, este­ro­ti­pos que mez­clan el deseo y el temor y que en bue­na medi­da toda­vía son posi­bles ras­trear en la actua­li­dad. Para ello, López Cuen­ca y Rubi­ra nos pre­sen­ta una ambi­cio­sa selec­ción de 660 obras que inclu­yen artis­tas des­ta­ca­dos como Goya, Picas­so, Matis­se, Paul Klee, Augus­te Mac­ke, Joa­quín Soro­lla, Anto­nio Muñoz Degrain, Yto Barra­da, Read Yas­sin o Anto­ni Mun­ta­das, entre otros. La mayo­ría de las pie­zas pro­ce­den de colec­cio­nes públi­cas y pri­va­das como el Museo del Pra­do, el Musée d’Orsay, la colec­ción Ban­co de Espa­ña, el Cen­tre Geor­ge Pom­pi­dou, el Museo Thys­sen Bor­ne­mis­za o la Gale­rie Maeght, entre otras muchas.

La expo­si­ción se estruc­tu­ra en sie­te sec­cio­nes: “El orien­ta­lis­mo en el siglo XIX, La moda orien­ta­lis­ta, El orien­ta­lis­mo sovié­ti­co, Los via­jes, Orien­ta­lis­mo para las masas, Encuen­tros y El Orien­ta­lis­mo espa­ñol, de nue­vo. A par­tir de ellos pode­mos seguir la evo­lu­ción de unos este­reo­ti­pos que comien­zan a fijar­se a fina­les del siglo XVIII con las cam­pa­ñas napo­leó­ni­cas sobre Egip­to y Siria. La mues­tra abar­ca has­ta 1956, toman­do como refe­ren­cia la inde­pen­den­cia de Marrue­cos y Túnez.

Sala dedi­ca­da al orien­ta­lis­mo en la pro­pa­gan­da sovié­ti­ca.

Duran­te la pre­sen­ta­ción, Roge­lio López Cuen­ca y Ser­gio Rubi­ra, han coin­ci­di­do en des­ta­car que las obras reu­ni­das “hablan de Orien­te, pero a la vez hablan de noso­tros mis­mos, de nues­tros mie­dos”. En este sen­ti­do, han des­ta­ca­do el poco impac­to que la con­fron­ta­ción con la reali­dad ha teni­do en la modi­fi­ca­ción de estos ima­gi­na­rios, per­pe­tuán­do­se unos este­reo­ti­pos que en el fon­do no bus­can cono­cer al otro son trans­for­mar­se en un refle­jo nega­ti­vo de noso­tros mis­mos.

Roge­lio López Cuen­ca ha indi­ca­do que “a los habi­tan­tes de la otra ori­lla se les ve como faná­ti­cos reli­gio­sos, como pri­mi­ti­vos que cuan­do esta­llan son irra­cio­na­les y en las pie­zas se miti­fi­ca la nece­si­dad de su con­trol por par­te de civi­li­za­cio­nes supues­ta­men­te supe­rio­res que son racio­na­les. Se les ve como ancla­dos en un infan­ti­lis­mo per­ma­nen­te. Pero a la vez, se idea­li­zan e ido­la­tran como expre­sio­nes cul­tu­ra­les del pasa­do”.

La expo­si­ción resal­ta algu­nos aspec­tos cla­ve, como la influen­cia que la pre­sen­cia en París de los pri­me­ros ballets lle­ga­dos de Rusia tuvo en la expan­sión del orien­ta­lis­mo; la apro­pia­ción de la moda orien­tal por par­te de los occi­den­ta­les, como las chi­la­bas dise­ña­das por For­tuny o Picas­so con sus series sobre oda­lis­cas y las Salo­més. Inclu­so van­guar­dias como la surrea­lis­ta se sin­tie­ron atraí­das por el fenó­meno con su fas­ci­na­ción por la artis­ta arge­li­na Baya, pre­sen­ta­da como ejem­plo de arte pri­mi­ti­vo pese al cono­ci­mien­to que ella tenía de la pro­pia van­guar­dia. Un este­reo­ti­po que la expo­si­ción nos per­mi­te inclu­so ras­trear en una pro­pa­gan­da sovié­ti­ca que aca­ba vis­tien­do de orien­ta­lis­mo su pro­ce­so de expan­sión por las repú­bli­cas orien­ta­les.

Arri­ba car­tel publi­ci­ta­rio sobre la “Anda­lu­cía de los moros” en la expo­si­ción de París de 1900.

En la mues­tra tam­po­co podía fal­tar el ima­gi­na­rio de los via­jes a Orien­te, como los pro­ta­go­ni­za­dos por artis­tas como Augus­te Mac­ke, Paul Klee o Hen­ri Matis­se. Via­jes que, como el turis­ta actual, los artis­tas pro­gra­ma­ban siguien­do las indi­ca­cio­nes de las guías turís­ti­cas de la épo­ca, con­di­cio­nan­do así su mira­da y el refle­jo de la cul­tu­ra orien­tal pre­sen­te en sus tra­ba­jos. Pero la expo­si­ción no nos pre­sen­ta solo la cons­truc­ción del orien­ta­lis­mo en las gran­des obras de arte, sino que se apro­xi­ma a las más varia­das mani­fes­ta­cio­nes que van des­de la publi­ci­dad, los cómics de los años 40 y 50 o las repre­sen­ta­cio­nes del mun­do islá­mi­co rea­li­za­das por Holly­wood como recrea­cio­nes de las Mil y una noches. Medios, en suma, con un evi­den­te impac­to social que serán deter­mi­nan­tes en la difu­sión de este ima­gi­na­rio.

Final­men­te, la mues­tra tam­bién se detie­ne en la pre­sen­cia del orien­ta­lis­mo un Espa­ña, país don­de el fenó­meno tie­ne una par­ti­cu­la­ri­dad espe­cial al pro­yec­tar­lo, inclu­so como recla­mo turís­ti­co inter­na­cio­nal, pero a la vez recha­zar­lo al haber sido inclui­do él mis­mo en ese ima­gi­na­rio por la tra­di­ción román­ti­ca. De ahí sus inten­tos por vaciar­lo de con­te­ni­do, para con­ver­tir­lo en mero refe­ren­te de una cul­tu­ra del pasa­do que ten­drá una de sus mayo­res mani­fes­ta­cio­nes en la pro­mo­ción de la Alham­bra como recep­tácu­lo en el que pro­yec­tar nues­tras visio­nes idea­li­za­das de Orien­te.

Dos pie­zas de For­tuny dia­lo­gan con tra­ba­jos de la Tau­ro­ma­quia de Goya y un cua­dro de Emi­lio Sala.

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