
La gallera es para Ramón Palomar una buena metáfora de la vida, especialmente de sus bajos fondos. Y ese precisamente es el título que lleva su nuevo libro, La gallera, su segundo trabajo literario tras el éxito obtenido con su primera novela Sesenta kilos. “Gallera es el estado de la vida, el espacio donde combaten los gallos. En esta vida nos obligan a todos a ser el gallo de combate, y en el ámbito del lumpen mucho más”, comenta.
Por las páginas de la novela van pasando los más variados personajes del submundo: policías violentos, narcos, legionarios y chanchulleros de la más variada ralea. Perfiles marginales que para el autor tiene un fuerte atractivo. “Son diferentes, funcionan con sus propias leyes, están a nuestro lado pero no los vemos”, destaca Palomar.
Como en su anterior novela, en La gallera el autor vuelve a profundizar en la novela negra. Ajustándose al canon, sin concesiones a la moda de reconducir el género hacia el ámbito del misterio y el thriller. A su juicio, “se está difuminando mucho la novela negra, que tiene que presentar mucha corrupción y en la que tiene que flotar el poder por encima. En la novela negra se tiene que oler el poder, político y económico”.
Palomar es consciente de que su apuesta por el género le hacen ir “a contracorriente de las leyes actuales del mercado”. Pero no le importa, pues tiene muy claras cuáles han sido sus motivaciones a la hora de hacer esta novela: “la hice para pasármelo bien mientras la escribía y pensando en los que a mí me gustaría leer”, asegura.
No en vano, Ramón Palomar se reconoce un gran lector, pasión que heredó de su padre. Tal vez por eso le cuesta tanto trabajo considerarse un escritor, aunque ya lleve dos libros a sus espaldas, el primero todo un éxito de ventar y el segundo que va en camino de serlo. Con todo, para el periodista y novelista escritores son autores como Balzac, como Raymond Chandler, como Proust o como Valle-Inclán; “el resto solo somos unos aficionados”, sentencia.
En cualquier caso, Palomar admite que su primera novela le ha permitido acumular una experiencia que se refleja en La gallera. “Sesenta kilos me ha dado más horas de vuelo, me ha dado una experiencia que me ha permitido escribir más páginas y plantear más personajes, pero no porque yo lo buscara sino porque ha ido viniendo de forma natural”.
