Pere Fuset i Tortosa (València, 1982), nació poco después del triunfo de Felipe González en las elecciones del 82 que siguieron al golpe del 23‑F del que se acaban de cumplir 35 años. Es el actual concejal de Fiestas y portavoz de Compromís en el Ayuntamiento de Valencia. De temperamento rápido y ágil, de mirada directa, es un joven político que parece tener muy claros sus conceptos y sus objetivos. Frente a los desaguisados que otros consistorios de grandes ciudades han venido protagonizando con las fiestas y tradiciones, Fuset, al contrario, se ha servido de ellas para catalizarlas y mostrar la cara más popular, abierta y transformadora de la nueva política valenciana. Fallero confeso y convicto, también habla de respetar las fiestas de contenidos religioso que hunden sus raíces en el imaginario valenciano. Es la imagen más brillante de la conciliación entre la izquierda, el valencianismo y la sostenibilidad.
Cuando decidió ir en las listas de Compromís al Ayuntamiento de Valencia, ¿pensaba que podrían gobernar y que, en ese caso, le gustaría ser el concejal de fiestas o esta circunstancia le ha sobrevenido?
Es verdad que llevaba mucho tiempo trabajando en la sectorial de fiestas en Compromís, que por cierto, es el único partido con una sectorial específicamente dedicada a las fiestas: impulsé la creación de esta sectorial, que luego se amplió con la participación de mucha más gente y me presenté a unas primarias y gané… fui el más votado en la lista, obviamente después de Joan Ribó que se presentaba a la cabeza de la lista. Si que es verdad que, en ese momento, todo estaba abierto, teníamos ilusión de que se produjese un cambio, pero el resultado electoral nos sorprendió a todos.
¿Su relación con la fiesta fallera viene de lejos?
Viene de lejos, desde chaval, hubo un tiempo que por motivos económicos tuve que dejarlo y es verdad que era una época, durante la adolescencia, en la que la mayoría de los jovenes se borran de la falla y no se vuelven a enganchar hasta tiempo después. Este fue mi caso, me volví a enganchar, pero incluso en ese tiempo que no estuve apuntado a la falla, estuve vinculado a la fiesta como fallero de la falla municipal, es decir, en esta ciudad están los falleros de comisión pero hay mucha más gente que quiere a la fiesta, que la vive, que la disfruta, aunque no pague la cuota de un casal y ese fue mi caso durante muchos años.
¿Le veremos desfilar en la Ofrena?, ¿quizás junto a Mónica Oltra?
Me veréis desfilar en la Ofrenda… no junto a Mónica Oltra porque ella participará con su comisión del Ángel del Alcázar, pero sí que es verdad, que lo hemos comentado muchas veces, que para los dos es un acto muy emocionante. Hay muchos motivos para asistir a la ofrenda, cada uno tiene los suyos, obviamente, pero se respira espiritualidad con independencia de tu fe, es pues muy emocionante.
De todos los nuevos gobiernos municipales de las grandes ciudades españolas, el suyo está siendo hasta la fecha el más respetuoso con las tradiciones festivas.
La cultura festiva en Valencia tiene un valor cultural y es un motor social y económico, así pues hay que aprovechar al máximo esas oportunidades, pero hay que hacer también frente a los problemas; en eso estamos trabajando desde el Ayuntamiento, en utilizarlas como motor. Por otro lado, hay que atreverse a mejorar, a innovar, y en eso también estamos.
¿Qué es lo que más le gusta de las Fallas?
La Cremà; la Cremà supone quemarlo todo para volver a nacer, refleja mucho el carácter de esta fiesta y en mi mandato voy a tratar que esto impere: una fiesta que está siempre dispuesta a renovarse.
¿Y qué es lo que cambiaría?
Más que cambiar los actos, vamos a intentar trabajar para darle más luz, más difusión, ponerlos en valor. Hay que trabajar sobre todo en la concepción de la fiesta, hay que dejarla de considerarla un problema y tratarla más como una oportunidad, hay que gestionarla de manera más profesional, como un motor, social y económico. Hay que potenciar cuestiones como los patrocinios, la promoción exterior o el modelo de gestión, eso es lo que hay que cambiar y mejorar.
En cualquier caso, ¿habrá más control sobre los cortes indiscriminados de calles, los horarios de verbenas y los puestos ambulantes?
Esta es una fiesta que gestionamos el 10%, que cuenta con muchos apoyos municipales, pero que tenemos que disfrutar el 100% de los ciudadanos, ya que es la fiesta de la ciudad. Hay que primar la seguridad, la higiene, cuestiones en las que hay margen para mejorar y este año vamos a dar un paso muy importante, hay que intentar conciliar al máximo la fiesta con el normal desarrollo de la ciudad, ya que probablemente las Fallas son posiblemente el caos mejor organizado del mundo. Este año vamos a dar los primeros pasos en este sentido y yo creo que tenemos que ser valientes y avanzar más aún.
¿Qué le diría a esos valencianos que esperan a las Fallas para huir de la ciudad?
Entiendo que haya gente que haya vivido la fiesta más como un problema que como una oportunidad. Yo creo que esa reflexión debemos hacerla sobre todo los falleros, ver qué ha pasado. Este año las carpas se van a poner una semana más tarde, los mercadillos van a ocupar solo un lado de la calzada, vamos a tratar de hacer un modelo de fiesta más sostenible, pero yo les invito a que se queden, que se queden en Valencia, que conozcan la fiesta desde una perspectiva que igual no han tenido oportunidad de conocer y que vamos a intentar que así sea, y que expresa muy bien la campaña del cartel de Fallas, un homenaje a laestoreta velletacomo esencia de las fiestas desde una perspectiva moderna y contemporánea. Es muy difícil que haya alguien a quien no le guste algo de las Fallas, porque las Fallas engloban muchísimas cosas.
Además de Fallas, los falleros sostienen con su entusiasmo muchas otras fiestas de la ciudad, algunas con componentes religiosos… ¿El Ayuntamiento las va a apoyar o piensa en otro tipo de celebraciones?
La barrera entre lo cultural y lo patrimonial o religioso a veces es muy difusa, hay que saber apoyar el componente cultural y patrimonial de la fiesta como por ejemplo el Corpus, que es la festa grosa de esta ciudad…
Sí, yo le quería preguntar precisamente por el Corpus, por la Feria de Julio, el 9 d’Octubre, los altares de Sant Vicent, la Mare de Déu, las Flores de Mayo, los Moros y Cristianos…
Efectivamente, yo soy también presidente de la Junta Central Vicentina y puedo afirmar que prácticamente hemos triplicado las reuniones que antes se tenían. Nosotros vamos a trabajar intensamente para hacer de estas fiestas un motor cultural, social y económico y, por tanto, no vamos a dudar nunca en estar a su lado.
Además, desde los altares se hace una labor de amor a la lengua y de su promoción a través de los miracles de Sant Vicent…
Efectivamente… La cuestión respecto a las fiestas religiosas, más que estar o no estar es cómo estar: nosotros, los políticos, debemos estar a un lado, con respeto, apoyando, pero no en el centro, porque venimos de un modelo en el que las autoridades le disputaban los pétalos a la Mare de Déu o a la Custodia, y creo que ese protagonismo debe recaer en los elementos religiosos y nosotros debemos estar a un lado, con respeto.
Y qué me dice de la gran cabalgata del 9 d’Octubre que organizó en 2008 la Generalitat, rescatando instituciones forales como el Centenar de la Ploma… El vestuario, al parecer, está guardado…
Estamos buscándolo, estamos haciendo un rastreo para encontrarlos y tratar de darles un uso. Creo que fue un gran acto para una gran efeméride, es verdad que quizá no sea sostenible hacer lo mismo que se hizo ese año, aunque fue deslucido por la lluvia, pero si que vamos a intentar buscar uso de aquella inversión que se hizo.
¿Usted cómo se define políticamente: nacionalista, ecopacifista, progresista, transversal… un pizca de cada…?
Me considero valencianista, este pueblo necesita voz propia y en Compromís estamos trabajando para ello y, por supuesto, progresista con el valor añadido de la sostenibilidad. Creo que nada tiene sentido si nos cargamos el entorno en el que estamos, y esa óptica tiene que impregnar toda la política que hacemos.
Y sobre todo… fallero, ¿no?
Sí, quiero convertir la palabra fallero en un apelativo que sea sello de distinción; me duele mucho cuando a veces se utiliza el término fallero como algo despectivo, y creo que es una imagen un poco errónea, pero eso también nos tiene que hacer reflexionar a los falleros y buscar la excelencia, la profesionalidad, en definitiva, nuestra mejor cara.
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