Si el 2019 ha supues­to un pun­to de infle­xión en la con­cien­cia­ción mun­dial sobre la con­ser­va­ción del medioam­bien­te, este 2020 es un año de gran­des retos y de “pasar a la acción”. El comien­zo de esta nue­va déca­da nos ha recor­da­do que Bio­parc Valen­cia es un par­que lleno de vida pre­pa­ra­do para afron­tar los nue­vos desa­fíos con dos obje­ti­vos bási­cos para pro­te­ger el pla­ne­ta: pro­vo­car el nece­sa­rio cam­bio de acti­tud en las per­so­nas y con­tri­buir acti­va­men­te en la pre­ser­va­ción de la bio­di­ver­si­dad y las espe­cies en peli­gro de extin­ción.

Así, el día de Año Nue­vo ha traí­do una pri­me­ra noti­cia espe­ran­za­do­ra con el naci­mien­to duran­te la noche de un cer­co­pi­te­co de Braz­za (Cer­co­pithe­cus neglec­tus), un poco cono­ci­do pri­ma­te que se encuen­tra en la Lis­ta Roja de la UICN (Unión Inter­na­cio­nal para la Con­ser­va­ción de la Natu­ra­le­za). La “fami­lia” la for­ma el macho lle­ga­do des­de Ber­lín (Ale­ma­nia) y la hem­bra que se tras­la­dó des­de Novo­si­birsk (Rusia) y se tra­ta de la pri­me­ra cría de este gru­po repro­duc­tor que se ha crea­do en Valen­cia den­tro del pro­gra­ma inter­na­cio­nal (EEP) para la con­ser­va­ción ex situ de esta espe­cie que tie­ne por fina­li­dad garan­ti­zar su per­vi­ven­cia. Igual­men­te, tam­bién se tra­ba­ja en la pre­ser­va­ción in situ a tra­vés de la Fun­da­ción Bio­parc.

Con la pre­vi­sión de que se incor­po­ren al recin­to exte­rior de gori­las macho, por el momen­to se encuen­tran en los espa­cios inte­rio­res bajo el cui­da­do del equi­po téc­ni­co. La pare­ja de esta espe­cie monó­ga­ma está ejer­cien­do per­fec­ta­men­te su rol, pero cabe extre­mar las pre­cau­cio­nes, pues ambos son pri­me­ri­zos. El “bebé” es una pre­cio­si­dad, con un pela­je cor­to y ater­cio­pe­la­do de color ama­ri­llen­to que con­tras­ta con el de los adul­tos, con aspec­to real­men­te exó­ti­co: pela­je gris ama­rro­na­do con extre­mi­da­des, cara y cola de color negro poseen una lar­ga bar­ba y hoci­co blan­cos y lla­ma la aten­ción su carac­te­rís­ti­ca dia­de­ma naran­ja sobre las cejas.

Aun­que el cer­co­pi­te­co de Braz­za es omní­vo­ro, entre el 50–75% de su die­ta son fru­tos y semi­llas, com­pen­sa los défi­cits con hojas y flo­res y tam­bién pue­de ali­men­tar­se de hon­gos, esca­ra­ba­jos, ter­mi­tas y gusa­nos. Tie­nen una sola cría por par­to tras una ges­ta­ción de apro­xi­ma­da­men­te 168 días. Robus­to y cor­pu­len­to, de tama­ño mediano, el cer­co­pi­te­co de Braz­za es el más terres­tre de los cer­co­pi­te­cos y su hábi­tat son áreas tro­pi­ca­les afri­ca­nas con bos­ques, zonas pan­ta­no­sas y espa­cios tem­po­ral­men­te inun­da­dos, pre­fie­ren la vege­ta­ción den­sa y gene­ral­men­te se encuen­tran a menos de 1 km de los ríos, pues son muy bue­nos nada­do­res.

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