La muestra, que reúne objetos nunca antes expuestos e imágenes jamás vistas, podrá visitarse hasta el 28 de octubre

«A Nino Bravo lo hizo la gente», aseguraba Eva Ferri, hija del cantante nacido en Aielo de Malferit el 3 de agosto de 1944. Aunque ahora, coincidiendo con el 50 aniversario de su trágica muerte en accidente de coche un fatídico 16 de abril de 1973, hasta la Generalitat ha declarado el Año Niño Bravo, lo cierto es que el intérprete de himnos como América, Un beso y una flor o Te quiero, te quiero sigue vivo gracias al cariño de sus fans —los que lo vieron cantar y las nuevas generaciones— que han seguidos fieles a su recuerdo al margen de modas.
Ahora, y hasta el próximo 28 de octubre, el Ateneo de Valencia abre sus puertas a Nino Bravo, la exposición, la mayor muestra sobre la vida —muchas veces desconocida— del cantante más internacional que ha tenido la Comunidad Valenciana. El precio de la entrada es de 6 euros y la exposición se completa con un concierto —el éxito está siendo tal que la institución ya está prevenida por si hacer falta añadir otra fecha— en el que Eva Ferri, Felipe Garpe y Sheila García repasarán los grandes éxitos del músico. Será el 24 de septiembre y las entradas están disponibles a partir de los 17 euros.
Dividido en 7 espacios temáticos que repasan su vida personal y profesional, para Eva Ferri la exposición «salda una deuda» con el cantante ya que rendirle este homenaje, en el centro de la ciudad, permitirá a mucha gente adentrarse en la vida de Luis Manuel Ferri Llopis —Manolito, como le llamaban sus amigos de la infancia—. Es cierto que este año se han sucedido los homenajes (conciertos, concursos de imitadores, muestras fotográficas…) pero no un repaso de la vida del artista a la altura de su leyenda.
Una parte importante de la muestra son los fondos del museo de Aielo de Malferit dedicado a su persona, pero, como explica el comisario de la muestra Darío Ledesma, «muchos coleccionistas privados, que se resisten a dejar algunos de sus objetos al museo, han accedido a hacerlo ahora ya que saben que es por un tiempo limitado». Ledesma, además de comisario, es autor de la biografía oficial del malogrado cantante titulada Voz y corazón.
Eso explica la cantidad de objetos nunca vista. Por ejemplo, está el último micrófono que utilizó A eso cabe sumar que la familia ha recuperado algunos objetos personales —por ejemplo, la televisión portátil que llevaba siempre en sus viajes o su grabadora personal—.
Entre las piezas más destacadas figuran frikadas como el vinilo de Puerta de amor editado en Perú (1971) que, por error, fue publicado con la imagen de del artista Barry Ryan y tuvo que ser retirado del mercado. También se puede ver por primera vez documentos inéditos, como los originales de la oficina de contratación que creó el artista o el contrato que firmó con Fonogram, la discográfica con la que grabó todos sus discos.
Se puede disfrutar también, y por primera vez, del cortometraje de 16 milímetros en color y con una duración de nueve minutos que incluye tres videoclips independientes (Noelia, Te quiero, te quiero y Mi gran amor). La película fue dirigida por Eduardo Martín y filmada por la cámara de José Javier de la Calle en diversas localizaciones de Madrid, en 1971
La cinta fue descubierta, de casualidad, por la familia y se rodó para ser emitida en una televisión hispanoamericana, Canal 9 de Argentina, durante la larga gira que realizó el cantante valenciano por Argentina, Chile, Colombia, Perú, Venezuela, México, Puerto Rico, Nueva York y Miami en 1972.
Rompiendo tópicos
Uno de los aspectos más meritorios de la muestra es que rompe muchos tópicos sobre un cantante que, aunque parezca mentira, tuvo una brevísima carrera profesional (apenas tres años desde su primer éxito).
Aún así le dio tiempo a abrirse paso en América Latina donde triunfó (y se le sigue recordando) en Perú, Colombia, Chile, Argentina y México (de ese país le llegaron varias ofertas para hacer cine, incluido un western). En Alemania, Francia o Portugal también se publicaron sus discos. La idea de ‘cantante valenciano’ entendido como que fue un fenómeno local es falsa, fue uno de los más internacionales de su época.
Otra faceta importante de Nino Bravo, que se olvida, es la de empresario. Harto de depender de Madrid —nunca quiso abandonar Valencia— fundó su propia empresa (que bautizó como Barni) para llevar sus asuntos (club de fans incluido) . Además, se empeñó en apostar por otros conjuntos valencianos.
De hecho cuando murió iba hacia la capital de España con los miembros del grupo Humo para que grabaran las voces del que sería su disco de debut. Incluso tenía previsto abrir una discoteca, de nombre Julio Verne, pensada como plataforma para dar a conocer a los conjuntos locales.
La gran cantidad de revistas de la época y fotografías personales dan a conocer un parte poco conocida de su carrera. Es fácil recordarle en las portadas de Semana, Garbo o Pronto o incluso en el tebeo para chicas Lily, pero lo cierto es que siempre fue muy celoso de su vida privada que, en un primer momento, intentó desvincular de la comercial.
De hecho, su boda con María Amparo Martínez Gil fue en la más estricta intimidad: el único fotógrafo que acudió fue su amigo Jesús Torres. Sin embargo, los redactores de Mundo Joven consiguieron colarse y se hicieron con una de las exclusivas de aquel año.

El músico
Carles Jardí, responsable del aspecto fotográfico de la muestra, ha recuerapo algunas icónicas. Entre ellas, una en la que aparece con un aspecto más rockero (de su época con los Superson, antes de la mili) o, todo vestido de blanco, en la primer parte de en su primer gran bolo, en el Teatro Principal de Valencia. «En esa ocasión cantó todo en inglés, todavía no tenía temas propios», explica.
La evolución del aspecto de Bravo a lo largo de los años es muy curiosa, ya que fue un artista difícil de encasillar para sus casas discográficas. Por ejemplo, en la portada de su primer EP (1969) —que incluía los temas Como todos y Es el viento— tiene pinta de bon chic. Nada que ver con la solemnidad y la elegancia con la que solía vestir la corbata o del mono que le diseñó José Izquierdo con las letras N.B. en la hebilla del cinturón.
La historia de su primer éxito, Te quiero, te quiero (canción que dio título en 1970 a su primer LP) es también curiosa. Compuesta por Augusto Algueró para su mujer Carmen Sevilla, se escuchó por primera vez en la película argentina Aventura en Hong Kong (Daniel Tinayre , 1969) en voz de Lola Flores. Luego la cantó, sin pena ni gloria, Raphael y finalmente, por empeño del cantante, Nino Bravo. Antes, hubo que cambiarle la letra a una canción que hablaba de los amores de una prostituta para que pudiera sonar en la España Franquista.
«Nino Bravo es más que América o Un beso y una flor, es un artista con más de 60 canciones en su haber. Además de las que todo el mundo conoce, que son auténticos himnos, yo recomendaría otras como Aquel atardecer, en la que muestra toda su capacidad como cantante; Elisabeth, que defendió en el V Festival Internacional de Río de Janeiro; y Vivir, la primera en la que participó en la composición en lo que podría haber sido el inicio de una nueva etapa», dice Darío Ledesma.
Por último, recuerdal la dimensión que tuvo Nino Bravo en su época. «No fue un músico que ha ido creciendo con el tiempo a base de nostalgia, fue uno de los grandes de su época, que llenaba auditorios, se le invitaba a los principales progamas de televisión, y cuyas canciones las componían los letristas más importantes, los mismos que hacían las de Julio Iglesia, Raphael o Rocío Jurado. Basta decir que en el concierto homenaje que se le dedicó el 12 de septiembre de 1973, con más de 22.000 espectadores en la Plaza de Toros, participaron, entre otros, Mari Trini, Juan Pardo, Julio Iglesias, Basilio, Víctor Manuel, Fórmula V, Mocedades o Manolo Escobar».

Nino Bravo, la exposición abrió sus puertas el 28 de agosto al 29 de octubre y permanecerá abierta todos los días desde las 10:00 horas hasta las 20:00 horas. El precio para el público en general entre semana es de 6 euros, con entrada reducida de 4 euros para jubilados, socios del Ateneo y niños a partir de 8 años. Para niños hasta los 7 años la entrada es gratuita. El precio para fines de semana es de 7 euros, con entrada reducida de 5 euros para jubilados, socios del Ateneo y niños a partir de 8 años. Para niños hasta los 7 años la entrada es gratuita.
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