La cri­sis abier­ta por la expan­sión del coro­na­vi­rus ha hecho que de gol­pe nume­ro­sas per­so­nas se encuen­tren ante una expe­rien­cia total­men­te nue­va para ellos: el tele­tra­ba­jo. De hecho. estar con­tra­ta­do por una empre­sa y tra­ba­jar a dis­tan­cia era has­ta aho­ra cosa de pocos. Las últi­mas cifras apun­tan a que, en Espa­ña, una de cada cator­ce per­so­nas tele­tra­ba­ja, aun­que sea de for­ma oca­sio­nal. Son datos muy cer­ca­nos a la media euro­pea.

En todo caso, pare­ce que este tipo de tra­ba­jo va al alza por las opor­tu­ni­da­des que supo­ne: fle­xi­bi­li­zar hora­rios, com­pa­gi­nar el tra­ba­jo con el esti­lo de vida o, inclu­so, dina­mi­zar entor­nos rura­les. Por eso, el tele­tra­ba­jo es una apues­ta que las empre­sas deben valo­rar seria­men­te, como defien­de Mar Saba­­dell-Bosch, pro­fe­so­ra de los Estu­dios de Eco­no­mía y Empre­sa de la Uni­ver­si­tat Ober­ta de Cata­lun­ya (UOC). Con todo, tan­to esta exper­ta como Eva Rim­bau, pro­fe­so­ra de los mis­mos estu­dios, advier­ten que las ven­ta­jas y los incon­ve­nien­tes del tra­ba­jo a dis­tan­cia son dos caras de la mis­ma mone­da. Por eso, dicen, los depar­ta­men­tos de recur­sos huma­nos y los pro­fe­sio­na­les deben tener cla­ro cómo se trans­for­man en vir­tu­des los siguien­tes ries­gos del tele­tra­ba­jo:

Delimitar el tiempo de trabajo y la desconexión

Tra­ba­jar a dis­tan­cia, sobre todo cuan­do es des­de casa, pue­de gene­rar situa­cio­nes como estar pen­dien­te del tra­ba­jo con­ti­nua­men­te, alar­gar el hora­rio labo­ral o que el entorno cer­cano del tele­tra­ba­ja­dor o tele­tra­ba­ja­do­ra le recla­me aten­ción con­cu­rren­te. Estos ries­gos se mini­mi­zan «si somos cons­cien­tes de que el tele­tra­ba­jo nos per­mi­te sin­cro­ni­zar mejor las deman­das vita­les labo­ra­les con las no labo­ra­les», remar­ca Saba­­dell-Bosch.

La exper­ta sub­ra­ya que, «a dife­ren­cia de un pues­to de tra­ba­jo pre­sen­cial, el tele­tra­ba­jo per­mi­te una adap­ta­ción mucho mayor a cada nece­si­dad indi­vi­dual». Para con­se­guir­lo, dice, no pode­mos dar por hecho que nues­tro entorno (ya sean hijos u otras per­so­nas) entien­de el tele­tra­ba­jo por el solo hecho de exis­tir. «Cuan­do tra­ba­ja­mos a dis­tan­cia tene­mos que adop­tar este rol y nos hace fal­ta infor­mar y edu­car», advier­te. Así mis­mo, para evi­tar tra­ba­jar dema­sia­das horas, la pro­fe­so­ra de la UOC con­si­de­ra prio­ri­ta­rio «hacer el tra­ba­jo pre­vio de orga­ni­zar­se y ges­tio­nar el tiem­po del que se dis­po­ne» y no sobre­en­ten­der que hay tiem­po para todo. La digi­ta­li­za­ción, dice, faci­li­ta la per­mea­bi­li­dad de los lími­tes y debe­mos ase­gu­rar la des­co­ne­xión para con­tra­rres­tar­lo.

Pre­ci­sa­men­te en cuan­to a las horas de tra­ba­jo, la polé­mi­ca nue­va ley del regis­tro de jor­na­da tam­bién obli­ga a los tele­tra­ba­ja­do­res y tele­tra­ba­ja­do­ras a dejar cons­tan­cia de sus hora­rios labo­ra­les. Para Rim­bau, si bien esta medi­da pue­de ayu­dar a poner lími­tes a las per­so­nas que tra­ba­jan a dis­tan­cia, quie­nes lo hacen para adap­tar los tem­pos labo­ra­les a su esti­lo de vida o a las res­pon­sa­bi­li­da­des fami­lia­res ten­drán difi­cul­ta­des para cum­plir­la. «Cuan­do se hace un hora­rio fijo, la super­vi­sión es más sen­ci­lla, pero cuan­do es el pro­pio tra­ba­ja­dor o tra­ba­ja­do­ra quien pre­fie­re ir tra­ba­jan­do a lo lar­go de todo el día, inclu­so en momen­tos supues­ta­men­te fue­ra del hora­rio labo­ral, el con­trol se com­pli­ca», advier­te.

Sensación de soledad y de falta de vínculos con los compañeros

El con­tac­to cara a cara, mien­tras se tra­ba­ja o en momen­tos de dis­ten­sión, gene­ra víncu­los con los com­pa­ñe­ros de tra­ba­jo y los res­pon­sa­bles de los equi­pos. «Si no estás nun­ca, es fácil que te sien­tas ais­la­do y, como no eres visi­ble, es posi­ble que los com­pa­ñe­ros con­si­de­ren que no con­tri­bu­yes como ellos a los obje­ti­vos com­par­ti­dos», indi­ca Saba­­dell-Bosch.

En este sen­ti­do, pro­po­ne regu­lar la inten­si­dad del tra­ba­jo a dis­tan­cia: «Si de cin­co días tele­tra­ba­jas dos o tres, es pro­ba­ble que tu per­cep­ción de auto­no­mía en el tra­ba­jo y de con­ci­lia­ción de vida sea posi­ti­va, y que la cali­dad de las rela­cio­nes pro­fe­sio­na­les no resul­te per­ju­di­ca­da». Ade­más, indi­ca, los encuen­tros pre­sen­cia­les refor­za­rán los víncu­los con los com­pa­ñe­ros en para­le­lo a las video­con­fe­ren­cias o la cone­xión per­ma­nen­te median­te las redes socia­les.

En cuan­to a los jefes, Saba­­dell-Bosch expli­ca que «varios estu­dios apun­tan a que la sen­sa­ción de pér­di­da de con­trol sobre los miem­bros del equi­po des­apa­re­ce si el tele­tra­ba­jo no se impro­vi­sa, sino que es una herra­mien­ta bien dise­ña­da». Por eso, dice, los res­pon­sa­bles de los equi­pos deben acom­pa­ñar e infor­mar a los pro­fe­sio­na­les aun­que no estén pre­sen­tes. «El tele­tra­ba­jo se basa en una rela­ción de con­fian­za y repre­sen­ta un cam­bio cul­tu­ral», resu­me. En este sen­ti­do, Rim­bau coin­ci­de en que es nece­sa­rio que las empre­sas «ins­tau­ren una cul­tu­ra de res­pon­sa­bi­li­dad basa­da en los resul­ta­dos y el cum­pli­mien­to de obje­ti­vos».

Sensación de falta de apoyo por parte de la empresa

Saba­­dell-Bosch expli­ca que el tele­tra­ba­jo no pue­de estar moti­va­do prin­ci­pal­men­te por la volun­tad de redu­cir cos­tes por par­te de la empre­sa. De todas for­mas, dice, «segu­ra­men­te para el tra­ba­ja­dor o tra­ba­ja­do­ra lo más impor­tan­te no es si cuen­ta con un apa­ra­to como el telé­fono o el orde­na­dor de la empre­sa, sino que la orga­ni­za­ción le garan­ti­ce la pri­va­ci­dad, todo el apo­yo tec­no­ló­gi­co y la segu­ri­dad de los datos que ges­tio­ne». «Si las empre­sas se dotan de bue­nos sis­te­mas infor­má­ti­cos que per­mi­ten tra­ba­jar des­de cual­quier lugar y el tra­ba­jo que se hace cuan­do se tele­tra­ba­ja impli­ca crea­ti­vi­dad, enton­ces la pro­duc­ti­vi­dad del tra­ba­ja­dor o tra­ba­ja­do­ra aumen­ta», apun­ta en este sen­ti­do Rim­bau.

En el tele­tra­ba­jo, insis­ten las exper­tas, las empre­sas no pue­den impro­vi­sar y los depar­ta­men­tos de ges­tión de per­so­nas deben hacer cam­bios impor­tan­tes para poder implan­tar­lo. Saba­­dell-Bosch y Rim­bau reco­mien­dan que se ofrez­can for­ma­cio­nes sobre cómo se ges­tio­na y se pla­ni­fi­ca el tiem­po y cómo deben poner­se lími­tes. Final­men­te, pro­po­nen eva­luar todas las accio­nes y los pro­ce­di­mien­tos que se lle­ven a cabo para ir per­fi­lan­do el mode­lo de tele­tra­ba­jo más ade­cua­do en cada caso.

Sedentarismo, tendencia al tabaquismo o a picar entre horas

Saba­­dell-Bosch admi­te que tra­ba­jar des­de casa o a dis­tan­cia pue­de fomen­tar estos hábi­tos, pero recuer­da que «hay que ser cons­cien­tes de que tele­tra­ba­jar supo­ne ganar un tiem­po que pue­de usar­se para fomen­tar la pro­pia salud». «Tele­tra­ba­jar no sig­ni­fi­ca que esta­rás en casa todo el rato en una silla, sino que pue­des orga­ni­zar tu vida de otro modo», insis­te. De hecho, según expli­ca Rim­bau, los estu­dios indi­can que el tele­tra­ba­jo redu­ce las dis­trac­cio­nes, a pesar de que en casa «pue­de haber “ten­ta­cio­nes”, pero debe tener­se en cuen­ta la capa­ci­dad pro­pia del tra­ba­ja­dor o tra­ba­ja­do­ra para auto­re­gu­lar­se».

La clave: tres percepciones

Para Saba­­dell-Bosch, las per­so­nas nos sen­ti­mos satis­fe­chas con el pues­to de tra­ba­jo cuan­do tene­mos tres per­cep­cio­nes bási­cas. La pri­me­ra es la per­cep­ción de auto­no­mía, que se pro­du­ce cuan­do «tie­nes mar­gen para orga­ni­zar­te, tomar deci­sio­nes y sen­tir­te útil». La segun­da, la per­cep­ción de que con­ci­lias los dis­tin­tos ámbi­tos de tu vida y que el tra­ba­jo no es una tra­ba. Y la ter­ce­ra, la per­cep­ción de que las rela­cio­nes con los jefes y los com­pa­ñe­ros de tra­ba­jo son bue­nas. Todo ello, dice, es más deci­si­vo que el sala­rio.

Por eso, el tele­tra­ba­jo debe ver­se «como una opor­tu­ni­dad estra­té­gi­ca para rete­ner talen­to, para que las per­so­nas pue­dan ser pro­duc­ti­vas y apor­tar valor a la empre­sa», dice la pro­fe­so­ra de la UOC. Los pro­fe­sio­na­les, con­clu­ye, «apor­tan valor cuan­do el con­tex­to los ayu­da a sen­tir­se mejor. Y pre­ci­sa­men­te el tele­tra­ba­jo, si con­ver­ti­mos los ries­gos en ven­ta­jas, te per­mi­te tener la per­cep­ción de que el tra­ba­jo se adap­ta mejor a tus nece­si­da­des vita­les y sen­tir­te mejor».

Comparte esta publicación

amadomio.jpg

Suscríbete a nuestro boletín

Reci­be toda la actua­li­dad en cul­tu­ra y ocio, de la ciu­dad de Valen­cia