Inter­pre­ta­ción de Felli­ni

La compañía valenciana presenta del 10 al 19 de noviembre en su sala de teatro esta obra escrita por Marc Rosich en homenaje a la película Las Noches de Cabiria. Rafa Cruz dirige a Gretel Stuyck en esta pieza ambientada en los suburbios de València sobre una prostituta enamorada de las Fallas rememora sus amores fallidos.

Inter­pre­ta­ción de Felli­ni.

¿Qué tie­nen en común Roma y Valèn­cia? Mucho más de lo que podría pare­cer, como demues­tra el estreno de la ver­sión en valen­ciano de Les nits de Salus­tia­na, una pie­za de La Màqui­na que podrá ver­se del 10 al 19 de noviem­bre en la sala homó­ni­ma que la com­pa­ñía tie­ne en la calle Padre Jofré nº7 de Valèn­cia.

Ade­más de un pasa­do his­tó­ri­co com­par­ti­do como terri­to­rios impe­ria­les, ambas ciu­da­des se han desa­rro­lla­do a lo lar­go de los siglos has­ta con­ver­tir­se en espa­cios don­de el surrea­lis­mo, el barro­quis­mo y lo sen­ti­men­tal se equi­li­bran per­fec­ta­men­te. Es lo que pen­sa­ron Rafa Cruz y Gre­tel Stuyck, pare­ja escé­ni­ca y sen­ti­men­tal, como lo eran Fede­ri­co Felli­ni y Gui­liet­ta Masi­na, pro­ta­go­nis­ta de Las noches de Cabi­ria.

Aman­tes de la obra del cineas­ta ita­liano por su esté­ti­ca, tono satí­ri­co y oní­ri­co, Cruz y Stuyck que­da­ron abso­lu­ta­men­te fas­ci­na­dos por este fil­me, gana­dor del Óscar la Mejor Pelí­cu­la Extran­je­ra en 1958. Y no podían qui­tar­se de la cabe­za los para­le­lis­mos que encon­tra­ban entre la Roma subur­bial que retra­ta y la Valèn­cia de las roton­das. Esa fue la semi­lla de un pro­yec­to en el que invo­lu­cra­ron a su ami­go Marc Rosich, uno de los dra­ma­tur­gos más des­ta­ca­dos de la esce­na con­tem­po­rá­nea.

Cola­bo­ra­dor habi­tual de Calix­to Biei­to, está de actua­li­dad por­que la car­te­le­ra valen­cia­na de noviem­bre aco­ge­rá dos obras suyas. Rosich fir­ma y diri­ge el espec­tácu­lo con el que Dagoll Dagom se des­pi­de de los esce­na­rios, La ale­gria que pas­sa, ver­sión del tex­to de San­tia­go Rus­si­ñol que del 17 al 19 de noviem­bre pro­gra­ma el Tea­tro Prin­ci­pal. Pero antes, el públi­co podrá dis­fru­tar de su tra­ba­jo gra­cias a la vuel­ta a los esce­na­rios de Les nits de Salus­tia­na.

Rosich escri­bió esta come­dia con pin­ce­la­das trá­gi­cas para La Màqui­na y se estre­nó en cas­te­llano jus­to antes del esta­lli­do de la pan­de­mia, por lo que úni­ca­men­te se pudie­ron rea­li­zar unas pocas fun­cio­nes. Aho­ra, recu­pe­ra­do por com­ple­to el rit­mo de pro­gra­ma­ción y pues­tos al día con las pro­duc­cio­nes pen­dien­tes, la com­pa­ñía, sala y espa­cio for­ma­ti­vo ha deci­di­do rees­tre­nar esta pie­za. Pero esta vez con el tex­to en valen­ciano, incre­men­ta­do su cone­xión con el uni­ver­so en el que se ambien­ta.

Interpretación de Fellini

Inter­pre­ta­ción de Felli­ni.

Fallas, Fellini, música en vivo y un optimismo a prueba de dramas

Rafa Cruz, Gre­tel Stuyck y Marc Rosich habían coin­ci­di­do en varios pro­yec­tos escé­ni­cos cuan­do los tres tra­ba­ja­ban en Cata­lu­ña. Y en 2017 los tres pusie­ron en pie Vit­to­ria, la pie­za con la que Cruz y Stuyck inau­gu­ra­ron su pro­pio tea­tro y com­pa­ñía.

“Era la cuar­ta vez que tra­ba­já­ba­mos jun­tos así que, cuan­do le pro­pu­si­mos hacer un home­na­je a Las noches de Cabi­ria des­de ‘la terre­ta’, Marc tenía muy cla­ro cómo apro­ve­char las capa­ci­da­des de Gre­tel. Y el resul­ta­do es un espec­tácu­lo don­de bri­lla como actriz, con infi­ni­dad de mati­ces inter­pre­ta­ti­vos, ade­más de can­tar y bai­lar”, comen­ta el direc­tor de la pie­za, Rafa Cruz.

Deci­die­ron bau­ti­zar a la nue­va ‘Cabi­ria a la valen­cia­na’ como Salus­tia­na por­que es el nom­bre una varie­dad de naran­ja prác­ti­ca­men­te des­apa­re­ci­da, que apor­ta a la aci­dez del cítri­co un pun­to dul­ce y amar­go. “Nues­tra pro­ta­go­nis­ta tam­bién pro­vie­ne de un subur­bio. En su caso, de Naza­ret. Y, a pesar de ser una pros­ti­tu­ta de baja esto­fa, tam­po­co pier­de jamás la espe­ran­za de ena­mo­rar­se y son­ríe a una vida lle­na de dra­mas”, expli­ca Cruz. El espec­tácu­lo retra­ta una noche, trans­cu­rri­da en las huer­tas que cir­cun­dan la capi­tal valen­cia­na, en la que se encuen­tra con una cha­ran­ga que regre­sa a casa tras una jor­na­da de tra­ba­jo duran­te las Fallas.

Salus­tia­na siem­pre ha soña­do con ser una de las rei­nas de la fies­ta valen­cia­na y ahí arran­ca una con­ver­sa­ción con los músi­cos que casi pare­ce un ensue­ño. Acom­pa­ña­da por paso­do­bles falle­ros abso­lu­ta­men­te popu­la­res y toca­dos en direc­to, la pro­ta­go­nis­ta avan­za en el recuer­do dul­ce pero duro de cua­tro hom­bres con los que cre­yó haber ido encon­tra­do el amor, para tener que recom­po­ner­se de nue­vo tras cada nue­vo gol­pe vital.

“Hay un para­le­lis­mo muy boni­to que se esta­ble­ce entre las Fallas y el carác­ter la pro­ta­go­nis­ta. Ella es ale­gre, barro­ca, des­inhi­bi­da y diver­ti­da. Ade­más, tie­ne una filo­so­fía vital muy pare­ci­da a la de esta fies­ta: lo que podría ser un dra­ma tre­men­do, como la que­ma de un monu­men­to falle­ro tan boni­to, sir­ve para lle­nar­la de opti­mis­mo ante la opor­tu­ni­dad de empe­zar de nue­vo”, expli­ca Stuyck.

La come­dia con­vi­ve con un dise­ño de ilu­mi­na­ción muy con­tras­ta­do, que bus­ca recor­dar al uni­ver­so Felli­niano. El ves­tua­rio des­co­lo­ca al espec­ta­dor, hacien­do total­men­te con­tem­po­rá­neos los que pare­cen res­tos de un tra­je de indu­men­ta­ria tra­di­cio­nal. Las his­to­rias dra­má­ti­cas que va reme­mo­ran­do Salus­tia­na lle­gan al públi­co con la ino­cen­cia de una opti­mis­ta empe­der­ni­da. Y la músi­ca popu­lar de las Fallas sube por pri­me­ra vez al esce­na­rio como par­te de un espec­tácu­lo tea­tral de cor­te con­tem­po­rá­neo, rom­pien­do pre­jui­cios para incre­men­tar la inten­si­dad escé­ni­ca, ya sea en momen­tos de humor o dra­ma.

Interpretación de Fellini

Inter­pre­ta­ción de Felli­ni.

La esencia del trabajo creativo de La Máquina en un solo espectáculo

Esta pie­za resu­me los pila­res del tra­ba­jo de La Màqui­na como com­pa­ñía tea­tral. En sus pie­zas para adul­tos, tra­ba­jan con mon­ta­jes de cor­te con­tem­po­rá­neo, de esté­ti­cas y tra­ba­jo físi­co mar­ca­dos, dan­do cabi­da a múl­ti­ples len­gua­jes escé­ni­cos, como la músi­ca o la dan­za. Y hablan de temas de inte­rés social, pero huyen­do de lo docu­men­tal para pri­mar la expre­sión artís­ti­ca. El obje­ti­vo es que sea el espec­ta­dor quien, des­de lo lúdi­co y lo bello, pue­da ir pen­san­do en qué tipo de socie­dad se está retra­tan­do.

“Al final, lo que ofre­ce­mos es un espe­jo. Por ejem­plo, en esta obra nun­ca juz­ga­mos a Salus­tia­na ni la blan­quea­mos, es una pros­ti­tu­ta que pade­ce los dra­mas de su pro­fe­sión. Pero lo hace des­de un espí­ri­tu lim­pio. Y tam­po­co se ocul­tan la corrup­ción moral ni las mas­cu­li­ni­da­des mal enten­di­das que hay entre los pute­ros. No hay una crí­ti­ca, la obra es una foto y cada uno saca sus con­clu­sio­nes”, comen­ta Cruz.

Mien­tras que Stuyck des­ta­ca la cone­xión que esta­ble­ce entre el per­so­na­je y los espec­ta­do­res, simi­lar a la que logra la Cabi­ria de la pelí­cu­la de Felli­ni, pero de mane­ra más direc­ta dado que todo ocu­rre en vivo y con alu­sio­nes a un mun­do falle­ro — con su toque vita­lis­ta, pero tam­bién surrea­lis­ta — que los valen­cia­nos cono­cen de pri­me­ra mano.

“Las esce­nas van sur­gien­do de mane­ra muy natu­ral por­que el autor me cono­ce a la per­fec­ción como intér­pre­te, pero tam­bién está muy fami­lia­ri­za­do con nues­tra cul­tu­ra popu­lar. Todo va flu­yen­do con espon­ta­nei­dad ya que Salus­tia­na no se toma dema­sia­do en serio, no quie­re poner­se pro­fun­da. Pero, al aca­bar la fun­ción, el públi­co se da cuen­ta de lo que aca­ba de ver y su res­pues­ta es tre­men­da”, admi­te la actriz, quien ter­mi­na exhaus­ta tras cada repre­sen­ta­ción, pero tam­bién feliz por poder con­tar esta his­to­ria.

Des­de la com­pa­ñía ase­gu­ran que “hay ‘Salus­tia­nas’ en Valèn­cia y todas par­tes” por­que, a pesar de su loca­lis­mo, este per­so­na­je y esta his­to­ria tie­nen un carác­ter uni­ver­sal, podrían con­tar­se en cual­quier pun­to del pla­ne­ta. Pero, por el momen­to, serán los valen­cia­nos quie­nes pue­dan com­pro­bar cómo la come­dia y la tra­ge­dia, las Fallas, la noche, Felli­ni, Valèn­cia y Roma caben en un mis­mo esce­na­rio, el de la sala La Màqui­na. Del 10 al 19 de noviem­bre y con fun­cio­nes de jue­ves a domin­go.

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