En pleno deba­te edu­ca­ti­vo sobre la vuel­ta al cole y sobre cómo pue­de y debe afron­tar­se la mis­ma, resul­tan muy enri­que­ce­do­ras las pala­bras y tam­bién la expe­rien­cia de per­so­nas como Fer­nan­do Alber­ca. Licen­cia­do en Filo­so­fía y LetrasMás­ter en Neu­ro­psi­co­lo­gía y Edu­ca­ción, Más­ter en Direc­ción de Cen­tros Edu­ca­ti­vos. Ha sido direc­tor de cole­gio duran­te muchos años, ase­sor edu­ca­ti­vo y pro­fe­sor. Pero, ade­más, ha publi­ca­do más de 20 libros rela­cio­na­dos con el mun­do de la edu­ca­ción como Todos los niños pue­den ser Eins­tein, Cómo entre­nar a su dra­gón inte­rior, Tu hijo a Har­vard y tú en la hama­ca o, el más recien­te de todos, Edu­ca sin estrés, publi­ca­do en pleno esta­do de alar­ma.

Fer­nan­do Alber­ca, des­de la refle­xión, des­ta­ca la impor­tan­cia del con­tac­to, sobre todo entre los más peque­ños, así como de la comu­ni­ca­ción no ver­bal, que se ve muy difi­cul­ta­da por ele­men­tos como las mas­ca­ri­llas. Él, aun­que reco­no­ce que no es lo ideal para nadie, augu­ra una vuel­ta a la edu­ca­ción onli­ne, al menos en cier­tos momen­tos o en algu­nos luga­res, y espe­ra que cuan­do esta situa­ción se de no se come­tan los mis­mos erro­res que en últi­mo tri­mes­tre del pasa­do cur­so.

Por otra par­te, pone en valor el esfuer­zo y la volun­tad del pro­fe­so­ra­do des­de que se decre­tó el esta­do de alar­ma y avan­za que esta nue­va reali­dad pue­de ser una opor­tu­ni­dad para refor­mar y mejo­rar un sis­te­ma edu­ca­ti­vo espa­ñol que ya esta­ba “heri­do de muer­te” antes del ini­cio de la pan­de­mia.

Aca­ba de publi­car el libro “Edu­ca sin estrés”. ¿Es aho­ra un con­cep­to más nece­sa­rio que nun­ca?

Se publi­có jus­to en el final del con­fi­na­mien­to, pero está escri­to jus­to antes de que se decla­ra­ra esta pan­de­mia. Ya enton­ces se pre­veía que venía una épo­ca de mucho estrés en la edu­ca­ción en gene­ral, la cual se ha agra­va­do aho­ra. Las fami­lias ya venían muy car­ga­das de estrés y con el libro tra­ta­mos de que ten­gan una visión más gene­ral de lo que supo­ne la edu­ca­ción. Aho­ra el libro se ha con­ver­ti­do en más útil inclu­so de lo que era antes. Hay que reba­jar esa ten­sión, ense­ñar­les a redu­cir­la y a com­pen­sar­la.

¿El libro está tenien­do, por tan­to, más ven­tas y aco­gi­mien­to de lo espe­ra­do?

Al prin­ci­pio fue com­pli­ca­do, por­que las libre­rías esta­ban cerra­das. Fue una difu­sión y pro­mo­ción muy onli­ne, pero eso me per­mi­tió estar en más sitios a la vez con menos movi­mien­to y tam­bién difun­dir­lo más en el extran­je­ro. Se ven­de bien, a la gen­te le intere­sa y cuan­do una fami­lia ve que es útil lo comu­ni­ca a otra.

“Hay que tra­tar de com­pren­der los efec­tos de las dife­ren­cias gene­ra­cio­na­les. Estas cam­bian aho­ra a gol­pe de cam­bio cul­tu­ral tec­no­ló­gi­co. Cuan­do más se pro­lon­gue la situa­ción actual, más hue­lla deja­rá en esta gene­ra­ción.”

¿Cuá­les son sus prin­ci­pa­les cla­ves?

Una par­te esen­cial la dedi­ca, tras las reco­men­da­cio­nes ini­cia­les, a edu­car sin com­pli­car­se y enten­der bien el aspec­to emo­cio­nal. Hay que tra­tar de com­pren­der los efec­tos de las dife­ren­cias gene­ra­cio­na­les, una gene­ra­cio­nes que cada vez se redu­cen más en el tiem­po. Antes eran cada 35 años o así y aho­ra son cada quin­ce o cada diez. Por ejem­plo, en 2010 arran­ca una gene­ra­ción mar­ca­da por las redes socia­les, pero en 2020 ya se pre­veía un des­cen­so del inte­rés por ella y un aumen­to de la inte­li­gen­cia arti­fi­cial. Las gene­ra­cio­nes aho­ra cam­bian a gol­pe de cam­bio cul­tu­ral tec­no­ló­gi­co. Y el Covid-19 ha pues­to de mani­fies­to que ya exis­te una gene­ra­ción dife­ren­te a la de 2010, que com­pren­de las cosas de for­ma dis­tin­ta y a la que hay que edu­car emo­cio­nal­men­te de for­ma dife­ren­te. Cuan­do más tiem­po se pro­lon­gue la situa­ción actual, más hue­lla deja­rá en esta gene­ra­ción.

Por­ta­da del libro “Edu­ca sin estrés”, de Fer­nan­do Alber­ca, publi­ca­do en 2020.

¿Qué con­se­cuen­cias pue­de tener?

Ya hay niños que su pri­mer año de vida está mar­ca­do por la mas­ca­ri­lla. En este sen­ti­do, exis­te una inves­ti­ga­ción que indi­ca que el ser humano iden­ti­fi­ca si alguien le cae bien o mal en los pri­me­ros 30 segun­dos y en gran par­te es debi­do a la for­ma que ten­ga su man­dí­bu­la, según se parez­ca más a aque­lla que le brin­dó más aten­cio­nes en su pri­mer año de vida, será más posi­ti­va, pero con la mas­ca­ri­lla no ves bien la man­dí­bu­la y eso pue­de alte­rar esa per­cep­ción, de cara a sus futu­ras rela­cio­nes socia­les.

“Exis­te una inves­ti­ga­ción que indi­ca que el ser humano iden­ti­fi­ca si alguien le cae bien o mal en los pri­me­ros 30 segun­dos y en gran par­te es debi­do a la for­ma que ten­ga su man­dí­bu­la, algo que se com­pli­ca con las mas­ca­ri­llas.”

En las aulas, la mas­ca­ri­lla y el dis­tan­cia­mien­to pro­vo­can fal­ta de comu­ni­ca­ción, de com­pren­sión. Los alum­nos no van a enten­der bien al pro­fe­sor. Habrá que qui­tár­se­la si quie­ren que la mayor par­te del alum­na­do com­pren­da bien. Se cal­cu­la que has­ta el 70 u 80% de la comu­ni­ca­ción es no ver­bal y hay estu­dios que indi­can que ron­da el 90%. En la cara con­ta­mos con 43 múscu­los que gene­ran todo tipo de ges­tos, los cua­les se ocul­tan con la mas­ca­ri­lla.

Por tan­to, los niños,con mas­ca­ri­lla en cla­se se van a sen­tir poco com­pren­di­dos y van a expre­sar tam­bién poco. Aun­que la mas­ca­ri­lla fue­ra trans­pa­ren­te, que oja­lá que así sean, ten­de­rán a expre­sar menos por­que sien­ten que tie­nen un obs­tácu­lo ahí. Habla­rán lo míni­mo y eso gene­ra­rá más angus­tias, mie­dos, tris­te­za, sen­sa­ción de sole­dad e indi­vi­dua­lis­mo. Serán muy dañi­nas sino logra­mos com­pen­sar­lo.

Usted ha sido direc­tor de cole­gio duran­te muchos años y es mas­ter en Direc­ción de Cen­tros Edu­ca­ti­vos. ¿cómo afron­ta­ría la vuel­ta al cole aho­ra mis­mo si estu­vie­ra al fren­te de uno de ellos?

Aho­ra mis­mo soy orien­ta­dor de cole­gio y estoy muy vin­cu­la­do a ellos. Lo impor­tan­te es que esta situa­ción deja más hue­lla de lo que pare­ce. Pro­te­ger la salud de los niños y adul­tos, tam­bién la emo­cio­nal, el uso de la mas­ca­ri­lla, el dis­tan­cia­mien­to no es algo tan fácil de sopor­tar en un lar­go perio­do. Dos meses lo aguan­ta­mos bien, pero por­que el mie­do era mucho y eso pro­te­ge. Es fácil que hagas un esfuer­zo como que­dar­te en casa en esas cir­cuns­tan­cias, pero con­for­me se pro­lon­ga uno va per­dien­do la alar­ma, va des­cui­dán­do­se y es más cos­to­so.

“En pri­ma­ria, por ejem­plo, se tien­de mucho al con­tac­to. Entre los niños de esas eda­des la dis­tan­cia al rela­cio­nar­se es menor de 50 cm y nece­si­ta­mos que esta no se vaya mucho más allá.”

En pri­ma­ria, por ejem­plo, se tien­de mucho al con­tac­to. Entre los niños de esas eda­des la dis­tan­cia al rela­cio­nar­se es menor de 50 cm y nece­si­ta­mos que esta no se vaya mucho más allá. Bus­can mucho el con­tac­to, se hablan casi pega­dos a la nariz. El ado­les­cen­te tal vez aguan­ta mejor una dis­tan­cia de metro y medio y pue­de que has­ta a las per­so­nas tími­das o retraí­das esta le con­ven­ga. Es cier­to tam­bién que los niños son fle­xi­bles y se adap­tan, pero inclu­so esto nos sería del todo bueno por­que haría que se inhi­bie­ran más y se mos­tra­ran más retraí­dos.

Por­ta­da del libro “Cómo entre­nar a su dra­gón inte­rior”, de Fer­nan­do Alber­ca.

¿Qué medi­das reco­men­da­ría?

Más vale tener los gru­pos muy con­tro­la­dos y que se pue­dan qui­tar las mas­ca­ri­llas y no se cum­pla una dis­tan­cia tan estric­ta en el caso de un mis­mo gru­po que con­vi­va en cla­se. Hay que tra­tar de esta­ble­cer un poco de nor­ma­li­dad en el aula. Pero en el patio habría que sec­cio­nar los cen­tros para que jue­guen solo con sus cla­se, aun­que esto gene­ra­ría tam­bién una pobre­za de rela­cio­nes per­so­na­les. Que esté toda la cla­se con mas­ca­ri­lla es impo­si­ble, más del 60% de los niños deja­rían de inter­ac­tuar. Aque­llos que cuen­ten con difi­cul­ta­des de apren­di­za­je, sobre todo, darían un gran paso atrás.

“Habría que admi­tir que en estos gru­pos de con­vi­ven­cia podrían sur­gir con­ta­gios, pero cuan­do se den habría que cerrar el aula, el cur­so o el cole­gio ente­ro si es nece­sa­rio.”

¿Esta­mos pre­pa­ra­dos para pasar del sis­te­ma pre­sen­cial al onli­ne de una for­ma efec­ti­va?

Pue­de que en noviem­bre o diciem­bre ten­ga­mos que ir de nue­vo al sis­te­ma onli­ne. Es algo que hay que pre­veer para que no haga­mos como en el últi­mo tri­mes­tre del cur­so pasa­do. Ahí está­ba­mos apo­ya­dos en el mie­do, este per­sis­te, pero ya nos hemos empe­za­do a habi­tuar. Hay que pre­veer que si vol­ve­mos a lo onli­ne ha de ser de otro modo. No pue­den repe­tir­se esce­nas del últi­mo tri­mes­tre como tra­tar de repro­du­cir una cla­se pre­sen­cial con cáma­ras, es pre­ci­so cam­biar el mode­lo, redu­cir con­te­ni­dos, con­tro­lar la dedi­ca­ción de los tiem­pos, gene­rar otro tipo de acti­vi­da­des y que esto no supon­ga un plus de tra­ba­jo para los docen­tes. Los niños deben estar menos tiem­po en el orde­na­dor, apren­der a tra­ba­jar más por su cuen­ta, hay que con­fiar en su res­pon­sa­bi­li­dad y liber­tad.

“Pue­de que en noviem­bre o diciem­bre ten­ga­mos que ir de nue­vo al sis­te­ma onli­ne. Hay que pre­veer que si vol­ve­mos a él ha de ser de otro modo. No pue­den repe­tir­se esce­nas del últi­mo tri­mes­tre.”

Y cuan­do las cla­ses sean pre­sen­cia­les, ¿cómo se debe actuar?

Debe­mos con­se­guir que los niños apren­dan de for­ma dis­tin­ta. Que exis­ta un con­tac­to bas­tan­te nor­mal, que las caras se vean, es nece­sa­rio ver el ros­tro humano, las expre­sio­nes…

“Debe­mos ense­ñar a los niños a ges­tio­nar el mie­do, la sole­dad, el ais­la­mien­to y la tris­te­za. Hay que saber que somos vul­ne­ra­bles y que el ries­go está ahí, pero este mie­do no pue­de blo­quear­nos.”

Si eso fue­ra impo­si­ble y pasa­mos a un con­trol más estric­to, hay que crear antí­do­tos. A los padres les reco­mien­do crear­los en casa. Ense­ñar a los niños a ges­tio­nar el mie­do, la sole­dad, el ais­la­mien­to y la tris­te­za. Hay que saber que somos vul­ne­ra­bles y que el ries­go está ahí, pero este mie­do no pue­de blo­quear­nos.

Fer­na­do Alber­ca es pro­fe­sor, ase­sor edu­ca­ti­vo y escri­tor.

Evi­tar, por tan­to, cues­tio­nes como el sín­dro­me de la caba­ña…

Es algo que han vivi­do muchos niños y tam­bién mayo­res. Hay que apren­der a ges­tio­nar­lo, comu­ni­car­se más ver­bal­men­te. Como la comu­ni­ca­ción no ver­bal se pier­de con las mas­ca­ri­llas, el dis­tan­cia­mien­to, la edu­ca­ción onli­ne… hay que expre­sar mejor lo que no se está vien­do. Hablar más, comu­ni­car mejor nues­tros sen­ti­mien­tos o emo­cio­nes como el mie­do, can­san­cio, enfa­do, tris­te­za, son dife­ren­tes y se deben afron­tar de for­ma dis­tin­ta cuan­do apa­rez­can.

“Orde­nar nues­tro tiem­po y el de los niños. Ense­ñar­les a com­pen­sar el estrés jugan­do, por ejem­plo, a jue­gos de mesa. En estos jue­gos pue­den estar pre­sen­tes casi todas nues­tras emo­cio­nes y sen­ti­mien­tos.”

Hay que tra­ba­jar lo sen­so­rial y lo físi­co, beber agua, oler limón, albaha­ca, masa­je­rar­se los pies, res­pi­rar bien… todo ello ayu­da a bajar el estrés. Hay que tener orden, saber con­cen­trar­se y no ser tan impul­si­vos. Orde­nar nues­tro tiem­po y el de los niños. Ense­ñar­les a com­pen­sar el estrés jugan­do, por ejem­plo, a jue­gos de mesa. El ser humano cuen­ta con 41 emo­cio­nes y 19 sen­tie­mien­tos y en un buen jue­go de ella pue­den estar pre­sen­tes muchos de ellos. Con ellos apren­de­mos a ges­tio­nar la inte­li­gen­cia emo­cio­nal, la salud emo­cio­nal… es un buen momen­to aho­ra para poten­ciar­los en fami­lia. A lo lar­go de un jue­go de mesa como el par­chís, por ejem­plo, aflo­ran emo­cio­nes cuan­do un her­mano te come una ficha, cuan­do logras sal­var­te de un peli­gro, cuan­do ves como comen a tu madre… es un subir y bajar emo­cio­nal cons­tan­te y se apren­de a ges­tio­nar esas emo­cio­nes.

“Si no logra­mos que los niños de hoy apren­dan a ges­tio­nar cues­tio­nes como el mie­do, la angus­tia… ante una situa­ción como la actual pue­de suce­der que en 50 años toda­vía haya una gene­ra­ción ente­ra con res­tos de esa fal­ta de comu­ni­ca­ción, indi­vi­dua­lis­mo y com­pren­sión.”

El deba­te entre edu­ca­ción pre­sen­cial, onli­ne o semi­pre­sen­cial se enco­na a cada día que pasa. ¿Qué reco­men­da­ría y qué cree que suce­de­rá?

No va a ser pre­sen­cial al cien por cien aun­que lo ideal sería eso, que exis­ta el con­tac­to físi­co, por­que el ser humano es un ser socia­ble en todas sus eta­pas. El núme­ro de casos subirá otra vez, no hay vacu­na toda­vía y segu­ra­men­te ire­mos al mode­lo onli­ne más tar­de o más tem­prano. Ante esta situa­ción, faci­li­tar la liber­tad de elec­ción me pare­ce fan­tás­ti­co. Cada fami­lia es un mun­do y cada padre o madre pue­de tener sus mie­dos, su situa­ción labo­ral o eco­nó­mi­ca…

¿Se poten­cia­rá, por tan­to, la fle­xi­bi­li­dad?

Aho­ra toca una cosa muy boni­ta que es la máxi­ma fle­xi­bi­li­dad. Real­men­te, cada alumno debe­ría tener su adap­ta­ción curri­cu­lar, cada alumno debe­ría tener su pro­pio plan de estu­dios. El coro­na­vi­rus está hacien­do, pre­ci­sa­men­te, eso. Se han roto todas las rigi­de­ces, esto es fan­tás­ti­co y bueno para la edu­ca­ción. Pue­de venir una bue­na edu­ca­ción si lo apro­ve­cha­mos, cui­dan­do al pro­fe­so­ra­do para que no ten­ga que hacer el cuá­tru­ple de tra­ba­jo.

“El coro­na­vi­rus está hacien­do, pre­ci­sa­men­te, eso. Se han roto todas las rigi­de­ces, esto es fan­tás­ti­co y bueno para la edu­ca­ción. Pue­de venir una bue­na edu­ca­ción si lo apro­ve­cha­mos.”

La Ley edu­ca­ti­va vigen­te ya exi­gía que a cada alumno se le apli­ca­ra un mode­lo y par­te de la pro­fe­sio­na­li­dad del docen­te es aten­der esa diver­si­dad del alum­na­do. En 2013 la Ley indi­ca de for­ma más explí­ci­ta que los edu­ca­do­res son orien­ta­do­res y que lo impor­tan­te no es solo el apren­di­za­je de las mate­rias, sino que la edu­ca­ción va mucho más allá.

Debe­mos adap­tar­nos a esta cir­cuns­tan­cia tan com­ple­ja. El buen docen­te sabe lle­gar a todos sus alum­nos a la vez aun­que cada uno lo pue­da enten­der de for­ma dis­tin­ta, con sus mati­ces. Es hora de afi­nar esas pecu­lia­ri­da­des y lograr ir al rit­mo de todos, aun­que unos estén onli­ne y otros de for­ma pre­sen­cial.

¿Hemos apren­di­do res­pec­to al final del pasa­do cur­so?

Espe­ro que sí. He vis­to a muchos ges­to­res edu­ca­ti­vos que con esta situa­ción han vis­to una oca­sión pro­pi­cia para qui­tar­se un mon­tón de com­ple­jos o arque­ti­pos. Se han vuel­to más fle­xi­ble e inclu­so se han mejo­ra­do las notas en secun­da­ria. Pero quie­ro recal­car que no vale repe­tir lo que se hizo enton­ces y me temo que muchos lo repe­ti­rán. Esta situa­ción nos lle­va­rá, al menos, has­ta el final del pró­xi­mo cur­so y hay que hacer muchos cam­bios.

Para los padres, por otra par­te, ha supues­to una car­ga de tra­ba­jo impor­tan­te. Han com­pa­gi­na­do el tele­tra­ba­jo con la tele­es­cue­la. Han esta­do pen­dien­tes y se han vis­to muchas situa­cio­nes que han pues­to en evi­den­cia las caren­cias del sis­te­ma edu­ca­ti­vo. Es nece­sa­rio cam­biar­lo de una vez.

“Muchos niños y niñas no lle­gan con faci­li­dad a un A2 de espa­ñol mien­tras que sí tie­nen un A2 o B1 de inglés.”

Hay con­te­ni­dos que hace tiem­po se debie­ron erra­di­car y otros poten­ciar. Muchos niños y niñas no lle­gan con faci­li­dad a un A2 de espa­ñol mien­tras que sí tie­nen un A2 o B1 de inglés. A los espa­ño­les adul­tos se les supo­ne un C1 en su idio­ma, pero ani­mo a que hagan un examen en pri­me­ro de carre­ra de B2 a ver cuán­tos lo supe­ran. Está muy bien poten­ciar el inglés o la tec­no­lo­gía, pero aho­ra toca ense­ñar mejor el espa­ñol. Hay que replan­tear con­te­ni­dos y eva­lua­cio­nes, más aún en la situa­ción anó­ma­la actual.

Muchos médi­cos dicen que esta pan­de­mia ha demos­tra­do que el sis­te­ma sani­ta­rio espa­ñol no era de nivel 1, ¿ha ocu­rri­do lo mis­mo con el edu­ca­ti­vo?

En edu­ca­ción es peor. Sabía­mos que no tenía­mos un sis­te­ma edu­ca­ti­vo de pri­me­ra, esta­mos en el penúl­ti­mo lugar del Infor­me PISA, de los 34 paí­ses de la OCDE. El sis­te­ma edu­ca­ti­vo esta­ba muer­to por­que ya estu­vo heri­do hace 20 años. Es algo que ya tenía­mos que cam­biar. Sabe­mos que el sis­te­ma esta­ba muy mal, pero la sor­pre­sa se ha vis­to en los docen­tes. Se tenía la sen­sa­ción de que esta­ban con mucho has­tío, apa­tía, cas­ti­ga­dos por una cul­tu­ra de poco esfuer­zo y esca­so res­pe­to a la auto­ri­dad. Pero hemos vis­to que han res­pon­di­do muy bien, han mos­tra­do una gran impli­ca­ción y capa­ci­dad de tra­ba­jo. Han res­pon­di­do con ilu­sión y gene­ro­si­dad.

“Sabía­mos que no tenía­mos un sis­te­ma edu­ca­ti­vo de pri­me­ra. El sis­te­ma edu­ca­ti­vo esta­ba muer­to por­que ya estu­vo heri­do hace 20 años. Es algo que ya tenía­mos que cam­biar.”

Esta es una gran opor­tu­ni­dad para los docen­tes. Se han vis­to pro­ta­go­nis­tas a la hora de sacar al alumno ade­lan­te. Es boni­to ver cómo docen­tes que lo esta­ban pasan­do mal se han reac­ti­va­do y han vuel­to a coger ilu­sión por su pasión pro­fe­sio­nal. Han vis­to que era nece­sa­rio, que esta­ba en jue­go su pres­ti­gio social de una pro­fe­sión a la que se había cas­ti­ga­do dema­sia­do. Y han dado un paso ade­lan­te.

“Los docen­tes han res­pon­di­do muy bien. Es boni­to ver cómo docen­tes que lo esta­ban pasan­do mal se han reac­ti­va­do y han vuel­to a coger ilu­sión por su pasión pro­fe­sio­nal.”

Ante todo, y más allá de su expe­rien­cia en edu­ca­ción. Usted es padre de ocho hijos. ¿Qué inquie­tu­des le plan­tean ellos y cuá­les tie­ne res­pec­to a su vuel­ta al cole de for­ma per­so­nal o en su seno fami­liar?

Es cier­to, aun­que varios de ellos ya no viven con noso­tros. Hemos pasa­do todos estos meses con mucha for­tu­na, nos ha uni­do mucho. Yo sue­lo empe­zar a las 8:15 horas en la uni­ver­si­dad, lue­go voy a secun­da­ria y por la tar­de ten­go una con­sul­ta edu­ca­ti­va. Sue­lo estar mucho tiem­po fue­ra. Pero todo esto me ha per­mi­ti­do poder estar horas jugan­do a jue­gos de mesa con ellos, ver mati­ces que había que reedu­car… han ido apren­dien­do a ges­tio­nar mejor el mie­do, el decai­mien­to… El verano ha sido con menos rela­cio­nes socia­les, con menos con­tac­to, pero esto nos per­mi­te cre­cer más hacia den­tro. Aho­ra espe­ra­mos el pri­mer tri­mes­tre con ilu­sión, uno de mis hijos se va aho­ra a Madrid a estu­diar. Esta­mos con ese mie­do tam­bién, pero sabe­mos que es una bue­na opor­tu­ni­dad y debe­mos pre­pa­rar­nos tam­bién a qué hacer si él o algún otro se con­ta­gia.

Por últi­mo, ¿qué ha apren­di­do usted de esta pan­de­mia?

He apren­di­do lo mucho que quie­ro a la gen­te, des­de mis hijos, has­ta el públi­co de mis con­fe­ren­cias o el pana­de­ro de mi barrio. A cada per­so­na con la que ten­go con­tac­to la valo­ro más y espe­ro vol­ver a la nor­ma­li­dad para agra­de­cer más a la gen­te ese con­tac­to y esa huma­ni­dad. Hay que dar­se cuen­ta de lo mucho que quie­res a la gen­te y tam­bién de lo que­ri­do que eres.

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