Las mejores partidas de los ex campeones mundiales Emmanuel Lasker (Barlinek, Polonia, 1868- Nueva York, 1941), José Raúl Capablanca (La Habana, 1888-Nueva York, 1942), Alexander Alekhine (Moscú, 1892-Estoril, Portugal, 1946), Mijail Tal, (Riga, Letonia, 1936-Moscú, 1992), Bobby Fischer (Chicago, 1943-Reikiavik, 2008) o Garri Kaspárov (Bakú, Rusia, 1963), son pura poesía. Una mezcla deslumbrante de fantasía y precisión. Pero son poéticas en el plano estrictamente ajedrecístico, no literario. Pertenecen a otro ámbito. Nos ofrecen la belleza que emerge de un tablero de 64 casillas, no de las páginas de un libro.

El caso de Andrés y la celada (Editorial Dalya, 2023) es distinto. Este libro de la escritora y ajedrecista valenciana Enfero Carulo (seudónimo de Alicia Ruiz) y el escritor vasco Luis María Pérez (Portugalete, 1971) merece ser considerado en justicia como el más poético de la historia del ajedrez: entre los dos autores nos ofrecen un perfecto y bello maridaje de ajedrez y poesía, con diagramas amplios y nítidos e imaginativos y tiernos sonetos que van contando, movimiento a movimiento, una partida del campeonato de Valencia disputada en 1972 entre Carlos Seguí de Haro (Valencia, 1930–2023, sólido y elegante jugador del Gambito) y Andrés Ruiz (Valencia, 1937–2023, padre de Alicia Ruiz).
Reproduzco algunos lances de dicho encuentro. La negras (Carlos Seguí) juegan 5… P3R), y los dos poetas comentan esa modesta y útil jugada: «Me siento más bien fuera de lugar/ en este rol tan triste de vasallo,/ fui siempre muy sensible y no me hallo/ a gusto cuando toca la batalla». Tras la jugada 13 de las blancas (A3CR), Andrés duda y los poetas así lo reflejan: «Un momento. No sé qué ha sucedido, / me fríe la cabeza este tablero, / yo muevo cada pieza con esmero, / gallardo, confiado y decidido». Llegamos al momento decisivo, el desenlace. Las negras, sin intuir el inmediato colapso, juegan 31… T1D y las blancas despliegan entonces su ímpetu táctico: 32. T8R+ — R2T; 33.D6C+ !! y las negras abandonan, porque es mate tras 33… PxD; 34. PxP, ++.
Enfero y Luis María cantan así este dramático momento vivido en el tablero: «La clave fue mi espada femenina:/ final con Jaque al Rey. ¡Esto es un Mate!/ El Rey negro agoniza, apenas late/ su pobre corazón hecho una ruina».
Reproduzco el comentario del propio Andrés Ruiz sobre aquella victoria suya ajedrecística en 1972: «Como se puede ver, no es una partida perfecta digna de figurar entre las destacablemente espectaculares donde abundan sacrificios y desenlaces muy brillantes. Sólo se pretende glorificar el valor que tiene una estratagema en la que se tiende una celada bien urdida».

En el prólogo de Andrés y la celada, Alicia-Enfero dedica el libro a su fallecido padre: «La primera palabra que escuché al nacer fue ‘Ajedrez’. Crecí con mi padre Andrés, que jugaba y jugaba». Lo hizo muchas tardes en el club Gambito, célebre ‘fábrica de buenos ajedrecistas’, cuya sede estaba en la Casa de Utiel (cruce de la calle Alicante con la Gran Vía Germanías). «Desde mi primera infancia —sigue contándonos Alicia-Enfero— supe mover las piezas por el tablero y supe el valor que cada una de ellas tenía con respecto a las otras. Eso me sirvió como metáfora de la existencia (…) Por eso este proyecto para mí ha sido como dar a luz al niño que nunca tuve y ponerlo en brazos de su abuelo. A mi padre, Andrés, con quien tanto aprendí».
Luis María Pérez recuerda, también en el prólogo, a su tío Aris (Aristarco Yoldi), buen jugador de ajedrez que era «al mismo tiempo republicano, exiliado en Nueva York, ateo, masón, cocinero, chófer, marino y extraordinario bebedor de whisky, es decir todo lo que yo quería ser en aquellos años. De él aprendí poco de ajedrez, pero infinidad de cosas sobre el mundo y sus misterios».
Insisto en el carácter pionero de Andrés y la celada: nunca, que yo sepa, se habían comentado todas las jugadas (reitero, todas) de una partida de ajedrez mediante la poesía.
Enfero Carulo, creativa artista plástica con una estimulante vitalidad, colabora en varias revistas poéticas y es autora, entre otros libros, de Detrás del nombre (Sporting de les Lletres, 2013) y Leviatán fragmentado (Dalya, 2021).
Luis María Pérez ha publicado cinco libros de poemas y colabora en diversas revistas. Con su libro Entre perros y ángeles ganó el XXXVIII Premio Juan Bernier de Poesía del Ateneo de Córdoba, de reciente publicación.
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