Valencia ha sido la sede de la última edición de la entrega de premios de la Oficina Europea de Patentes (OEP)

ADOLFO PLASENCIA @adolfoplasencia
19 de julio, 2023
Este año, la Oficina Europea de Patentes (OEP) decidió celebrar la gala de entrega de los Premios al Inventor Europeo 2023, sus prestigiosos premios anuales de la invención, y el Premio a los Jóvenes Inventores, en Valencia. No es casualidad, ya que el Premio Europeo a la trayectoria profesional como inventor ha sido otorgado en 2023 al prestigioso químico español Avelino Corma Canós un pionero ampliamente reconocido en el campo de los catalizadores.
El Acto de este año de los Premios de la OEP, que se celebró el pasado 4 de julio en el Palacio de la Comunicaciones (antiguo edificio de Correos), ha sido una auténtica fiesta de celebración de la Invención, con mayúscula. Las personas y equipos galardonados han sido reconocidos por sus rompedoras contribuciones en los campos de la química de catalizadores (el caso de Corma), el almacenamiento de hidrógeno, en de las baterías más seguras, la reducción del ruido, la energía verde, la protección del ganado, la accesibilidad de la educación y la limpieza de los océanos. Los ganadores han sido elegidos por un jurado internacional independiente.
Personalmente lo que más me emocionó de la citada fiesta de la invención fue la actitud de dos premiados que se llevaron emocionados la mano al corazón al agradecer su premio. El primero fue el joven inventor masai Richard Turere de Kenia que lo ha ganado con solo 22 años, y el citado Avelino Corma —en este ultimo caso además por razones de proximidad y de cuya extraordinaria calidad humana tengo conocimiento personal, desde hace tiempo—.
No hay espacio aquí para reseñar los méritos de todos los premiados a los que se han otorgado. Pero haré un pequeño resumen. Además del Premio a toda una trayectoria a Avelino Corma que se entregó al final–, en el área de Industrias, ha ganado el equipo finés de Pia Bergström, Annika Malm, Jukka Myllyoja, Jukka-Pekka Pasanen y Blanka Toukoniitty por convertir residuos en combustible renovable.
En de Países no pertenecientes a la OEP, ha sido otorgado al inventor chino Kai Wu y su equipo, por reducir el riesgo de explosiones en vehículos causadas por baterías de iones de litio, mediante un dispositivo de cortocircuito de seguridad (SSD), un mecanismo de protección que han integrado en la batería.
El Premio a la Investigación, ha recaído en un equipo francés compuesto por Patricia de Rango, Daniel Fruchart, Albin Chaise, Michel Jehan y Nataliya Skryabina, que han encontrado una forma segura y eficiente de almacenar hidrógeno. El equipo ha desarrollado una estructura atómica y un proceso que dan como resultado un almacenamiento de hidrógeno más seguro, sostenible y estable.
El Premio para Pymes ha recaído en las físicas irlandesas Rhona Togher y Eimear O’Carroll inventoras de un nuevo material para reducir daños auditivos causados por el ruido y que puede integrarse en electrodomésticos y utilizarse también en las industrias automovilística, de la construcción y aeroespacial.
En el Premio Popular a la invención, elegido por el público, el ganador de este año es el equipo de investigación francés formado por Patricia de Rango, Daniel Fruchart, Albin Chaise, Michel Jehan y Nataliya Skryabina, también ganador en la categoría de «Investigación» por su solución de almacenamiento de hidrógeno.

La fuerza de la invención joven africana
El primer momento álgido y emocionante para mí de la ceremonia, fue la entrega del Premio a los Jóvenes Inventores que reconoce la inventiva más precoz realizada por los más jóvenes. En este año el primer premio de esta categoría recayó en Richard Turere, un inventor masai de Kenia de 22 años, cuya preocupación por proteger el ganado de su familia sin poner en peligro a la población local de leones le llevó a desarrollar en su propio país su invento que ha sido premiado y se llama Lion Lights. Se trata de un sistema que utiliza secuencias de luz para disuadir a los leones y otros depredadores de acercarse al ganado. Ya sido adoptado con éxito en múltiples países de África, así como en India y América Latina, para disuadir a diversos animales.
El joven masai Turere, se llevo la mano al corazón para agradecer el premio, rompió a llorar de alegría en el escenario por la emoción y, con la voz quebrada, explicó en un corto pero vibrante discurso, que agradecía el premio en nombre de todos que, como él, luchan por inventar e innovar en África. El auditorio estalló en aplausos al escucharle y percibir su sincera emoción.
Tras Turere, fueron premiados con el segundo premio a la Invención joven la portuguesa Filipa de Sousa Rocha, ingeniera informática e investigadora, de 27 años, que se dedica a mejorar el aprendizaje digital de los niños con discapacidad visual. Su invento permite a los niños enviar órdenes a un robot mediante movimientos direccionales o funciones de voz, de forma similar a un juego de ordenador de arrastrar y soltar.
El tercer premio fue para Fionn Ferreira, inventor irlandés de 22 años, cuya pasión por la conservación de los océanos le llevó a descubrir una solución para eliminar microplásticos de las aguas, ayudando así a combatir uno de los problemas ecológicos más graves del mundo.

Avelino Corma, el premio a una trayectoria excepcional
La culminación de la citada Fiesta de la Invención de la EOP, comenzó con la proyección de un audiovisual que relataba la vida, trayectoria y los méritos humanos y científicos y de inventor de Corma, pero que ha desarrollado su carrera científica en Valencia, tras su paso por Canadá. Los méritos que para que la OEP le hayan otorgado su mayor premio son abrumadores, sobre todo, en este caso, por su intensa y cointinuada relación con la propia Oficina de Patentes Europea en la que ha registrado más de 200 solicitudes de patentes europeas (de las que varias decenas están en aplicación en procesos industriales a gran escala), que unidas a sus 1.200 publicaciones científicas y a la autoría de varios libros, entre ellos: Catalytic Cracking o Introduction to Zeolite Molecular Sieves, componen una trayectoria de excelencia científica casi imbatible.
Su legado científico y personal es extraordinario y perdurable, en palabras publicadas por la propia OEP, que con motivo de otorgarle este extraordinario Premio dice sobre él en relación a su dimensión humana y familiar: «Avelino Corma Canós creció en Moncofa (Castellón), un pequeño pueblo agrícola al norte de la región de Valencia. Nadie en su familia había estudiado en la universidad, pero desde pequeño los padres de Corma fomentaron su curiosidad. ‘Mis padres —explica—, siempre intentaron darnos algo mejor y pensaron que el conocimiento y la educación eran algo que podían darnos. Hicieron posible que fuera a estudiar’ ”.
Y continua la OEP con sus palabras… «Corma empezó sus estudios de química en 1967 y continuó durante más de una década. En 1979 comenzó a trabajar como investigador en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), donde centró sus investigaciones en las zeolitas. La primera zeolita de Corma fue comercializada por CEPSA (Compañía Española de Petróleos, S.A.U.) y la empresa química alemana Süd-Chemie AG (ahora Clariant), bajo la marca HYSOPAR. Desde entonces se ha adoptado en más de 20 refinerías de todo el mundo. Los ingresos generados por los derechos de patente permitieron a Corma cofundar el Instituto de Tecnología Química de Valencia en 1990 (que hoy es una referencia mundial). El instituto fomenta los estudios en investigación química científica, centrando su actividad en cuatro áreas principales: energía, sostenibilidad, salud y agua».

El químico español más prestigioso
En la ciencia española el caso de Corma es excepcional desde el punto de vista de la invención pero también desde el punto de vista humano. Pero a nivel europeo también lo es. Por eso señala la OEP, que Corma es un catedrático de química español que se ha hecho célebre y respetado por su trabajo en el desarrollo de zeolitas para su uso en industrias como la del refino de petróleo con el fin de mejorar la eficiencia y reducir radicalmente los residuos de subproductos.
Entrando al detalle, las zeolitas, núcleo esencial de su investigación, son catalizadores que se utilizan en procesos químicos con diversos fines, como mejorar la eficacia y la limpieza ambiental de las reacciones químicas, además de descomponer el petróleo crudo en gasolina, gasóleo y otros subproductos. Son materiales cristalinos compuestos de silicio, aluminio y oxígeno, cuya estructura porosa les permite actuar como tamices que atrapan pequeñas moléculas, donde luego puede tener lugar una reacción química acelerada, eficiente, direccionada, y controlada.
Aunque en teoría son posibles millones de estructuras de zeolitas sintetizadas, hasta la fecha sólo se han desarrollado unas 150. Aproximadamente una quinta parte de ellas han sido desarrolladas por Corma y sus colegas. La primera zeolita sintética de Corma, un catalizador que mejora el octanaje de la gasolina producida a partir de petróleo crudo, se desarrolló en 1989.
Producía un combustible con mayor kilometraje, menos emisiones de carbono en climas más cálidos y mayor capacidad para soportar la compresión en un motor sin detonar prematuramente. Desde entonces, las zeolitas producidas por Corma y sus colegas han tenido numerosas aplicaciones prácticas en campos como la transformación de biomasa, la eliminación de NOx y el desarrollo de catalizadores en las industrias farmacéutica y cosmética.
Según publica la OEP, preguntado por el papel que para él desempeña la química en nuestra vida cotidiana, Corma dice: «Piensa en un día normal. Cuando te levantas por la mañana, todo lo que haces y utilizas… tus jabones, champús, pasta de dientes… Luego vas a desayunar y te subes a tu coche. Y en cualquier cosa que hagas, verás que el 90 y pico por ciento de las veces, interviene la química».
Tras recibir más de 40 grandes premios científicos a nivel mundial, entre ellos el Príncipe de Asturias, el Heinz Heinemann Award, el Royal Society of Chemistry Centenary Prize, el Premio Jaume I, y recibir Doctorados Honoris Causa por dieceséis universidades de todo el mundo, hoy, gracias al apoyo de la UPV, aún sigue investigando y trabajando, en el ITQ a cuyo claustro científico pertenece.
En conclusión, Corma encarna para mí lo que me dijo en una conversación reciente el Premio Nobel Frank Wilzcek cuando le pregunté sobre la relación entre innovación y descubrimiento científico. Me dijo: «básicamente la ciencia básica está impulsada por la curiosidad a más a largo plazo. No se centra en objetivos que uno sabe cómo alcanzar, y sólo quiere alcanzarlos rápida o eficientemente. Eso nos lleva a un territorio desconocido, en el que no sabemos lo que estamos haciendo, ni por qué lo estamos haciendo. Pero ese tipo de cosas ofrece nuevas posibilidades de innovación más adelante. Así que yo diría que la investigación científica es un continuo con la innovación. Es una empresa a largo plazo impulsada por la curiosidad; mientras que la innovación es la que recoge a corto plazo el fruto del descubrimiento».
Así que, en mi opinión, el trabajo dual de Corma creo que está impulsado por la extraordinaria fuerza de su insaciable curiosidad tanto humana como científica, pero, al tiempo, lo hace de tal manera que es capaz de recoger también los frutos de sus descubrimientos para que sean útiles a gran escala en el mundo real. Creo que ahí esta la clave de su estilo científico que es casi milagroso, desde el punto de vista de la utilidad de los inventos conseguidos en el incansable trabajo a lo largo de toda su vida como investigador.
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