La ban­da que dijo «no» a telo­near a U2 se subirá al esce­na­rio del Loco Club el vier­nes 6 de octu­bre

The Long Ryders, en un con­cier­to del pasa­do sep­tiem­bre.

Algu­nos dirán que tie­nen más años que la Cha­ri­to. Y no les fal­ta razón. Pero ese es el pre­cio que hay que pagar para ser una leyen­da y no cabe duda de que The Long Ryders lo son. No en vano, la revis­ta Mojo dijo de ellos que habían inven­ta­do el soni­do Ame­ri­ca­na. Qui­zás sea exa­ge­rar, pero no es menos ver­dad que cuan­do todo esto era cam­po, fue­ron una de las ban­das que puso la bases de lo que hoy lla­ma­mos alt-country. Mucho tiem­po a sus espal­das, más años sepa­ra­dos que jun­tos, pero un soni­do y unas ganas de hacer rock que cual­quie­ra les tose.

Lo que es inne­ga­ble es que, duran­te su gira euro­pea para pre­sen­tar su últi­mo tra­ba­jo (espe­re­mos que de momen­to) Sep­tem­ber / Novem­ber, todo lo que han reci­bi­do de la crí­ti­ca espe­cia­li­za­da son para­bie­nes. Su públi­co valen­ciano lo podrá com­pro­bar el vier­nes 6 de octu­bre (22 h.) en el Loco Club, a cuyo esce­na­rio se subirán los de Sid Grif­fin para pre­sen­tar ese tra­ba­jo y, de paso, recu­pe­rar alguno de sus clá­si­cos. Las entra­das (ya a la ven­ta) están a 29 euros (25 anti­ci­pa­da).

Si son o no los fun­da­do­res del alt-country, es un deba­te que solo intere­sa a los comeo­re­jas. Lo cier­to es que nacie­ron el mis­mo año (1981) que Jason & The Scor­chers, la ban­da lide­ra­da por el gran Jason Rin­gen­berg, los úni­cos que pue­den dispu­tar­le ese reco­no­ci­mien­to (X o The Jayhawks, otros can­di­da­tos, se fun­da­ron des­pués). En sus tiem­pos, su soni­do era lo que se cono­cía como cow punk. Lo mis­mo da. En todo caso, dicen los que saben que la eti­que­ta no se acu­ñó has­ta que, en 1990, salió a la ven­ta el No Depres­sion de Uncle Tupe­lo’s.

Leyendas vivas

The Long Ryders se fun­dó en Los Ánge­les en 1981 —toman­do su nom­bre de la pelí­cu­la de Wal­ter Hill que, por estos lares, se titu­ló Fora­ji­dos de leyen­da (1980)—, y esta­ba com­pues­ta por Sid Grif­fin y Stephen McCarthy (gui­ta­rras y can­tan­tes), Greg Sow­ders (bate­ría) y Dress Bre­wer (bajo). Los tres pri­me­ros siguen hoy for­man­do par­te de la ban­da, mien­tras que el lugar del cuar­to lo ocu­pa hoy Murry Ham­mond.

Si algo carac­te­ri­za a la ban­da son sus idas y veni­das. Tras una pri­me­ra épo­ca que comien­za Nati­ve Sons (1984), el gru­po se disuel­ve des­pués de publi­car su ter­cer tra­ba­jo, Two-Fis­­ted Tales (1987), home­na­je al cómic de la míti­ca edi­to­rial E.C. y en el que cola­bo­ra­ron David Hidal­go de Los Lobos y Deb­bi y Vic­ki Peter­son de Ban­gles.

Curio­sa­men­te, la des­ban­da­da se pro­du­ce en un momen­to álgi­do y pro­vo­ca­da, sobre todo, por el esca­so inte­rés de pro­mo­cio­nar­les para par­te de su sello, Island, lo que les lle­vó inclu­so a recha­zar actuar de telo­ne­ros en la Joshua Tree Tour de U2 en Esta­dos Uni­dos. Así, el dis­co que les abrió las puer­tas para su pri­me­ra gira euro­pea, fue tam­bién el últi­mo.

The Long Ryders tuvo algu­nos come­backs a los lar­go de los años para recu­pe­rar vie­jas glo­rias, pero sin sacar nue­vos dis­cos. De hecho, entre 2014 y 2018 no para­ron de subir­se a los esce­na­rios, para pro­mo­cio­nar Final Wild Songs, una caja de cua­tro CDs con lo mejor de su carre­ra. Fue por esa épo­ca cuan­do pisa­ron por el Loco por pri­me­ra vez.

Sin embar­go, no fue has­ta 2019 cuan­do vol­vie­ron a meter­se en el estu­dio para alum­brar esa mara­vi­lla que es Psy­che­de­lic Country Soul, para algu­nos, el mejor has­ta la fecha. Esta refe­ren­cia les per­mi­tió reci­bir el Trail­bla­zers Award de la Ame­ri­ca­na Music Asso­cia­tion UK (2022) y, pos­te­rior­men­te reci­bir un home­na­jes del Country Music Hall of Fame de Nash­vi­lle.

La recep­ción fue tan bue­na que les ani­mó a vol­ver a embar­car­se en una gra­ba­ción y dar a luz Sep­tem­ber / Novem­ber, el dis­co al que no le sobra ni una nota, que pre­sen­tan en la Sala Loco. En él, siguen las influen­cias de Woody Guth­rie, Hank Williams, Bob Dylan, The Byrds, o The Flying Burri­to Brothers, pero sin renun­ciar a su pro­pia per­so­na­li­dad. Una cita para los aman­tes del soni­do Ame­ri­ca­na de esas en las que se pasa lis­ta.

The Long Ryders, en sus años mozos.

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