Comien­zo hacien­do una men­ción espe­cial a las telas de seda, con­ver­ti­das en escul­tó­ri­cos ori­ga­mis; bai­les de for­mas geo­mé­tri­cas, flo­ra­les, vege­ta­les que con cui­da­do dan­zan en el inte­rior de cajas ilu­mi­na­das. Una de las obras pre­mia­das en abier­to Valen­cia y selec­cio­na­da por la fun­da­ción Hor­ten­sia Herre­ro. Pie­rre Louis Gel­denhuys sor­pren­de al espec­ta­dor en la Gale­ría 9, con su belle­za mate­má­ti­ca, un hechi­zo casi mági­co que no debe­rías dejar de cono­cer.

Con­ta­ba los días para que se inau­gu­ra­ra la mues­tra de Coté Escri­vá en la gale­ría Pepi­ta Lumier, tuve el pri­vi­le­gio de poder ver en su estu­dio lo que iba a ser, y salí emo­cio­na­da de pen­sar que se con­ver­ti­ría en una expo­si­ción. Exce­len­te esce­na­rio de la obra de este genial artis­ta.

Para des­cri­bir su obra lo pri­me­ro que vie­ne a mi men­te es el adje­ti­vo diver­ti­da y, por otro lado, cau­ti­va­do­ra. Pin­tu­ras, ilus­tra­cio­nes, escul­tu­ras lle­nas de refe­ren­cias de nues­tra cul­tu­ra visual, al más pro­pio esti­lo del equi­po Cró­ni­ca, pero son nues­tros cer­ca­nos per­so­na­jes de ani­ma­ción; Mic­key, Pio­lín, los Tres Cer­di­tos… los que se con­vier­ten en pro­ta­go­nis­tas, dán­do­les vida con un len­gua­je pro­pio que iden­ti­fi­ca al lápiz de Coté. Influen­cias japo­ne­sas, del graf­fi­ti, ilus­tra­do­res que son para él maes­tros res­pi­ran en su arte. Plu­mi­lla sua­ve, bro­cha­zos de ana­ran­ja­dos colo­res sobre car­tón gris hacen de sus ori­gi­na­les pie­zas muy espe­cia­les para los colec­cio­nis­tas; yo lo ten­go muy cla­ro segu­ro que cai­go. Un arte fres­co, joven, nove­do­so, que va a hacer mucho, mucho rui­do. Enho­ra­bue­na, Coté Escri­vá.

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