En 2017, y como homenaje cuando se cumplían cincuenta años del fallecimiento de Azorín, y financiado por las Cortes Valencianas, se publicó este libro con un estudio preliminar del profesor Pedro M. Egea Bruno, epílogo de un eminente azorinista, José Payá Bernabé y con un prólogo del entonces Presidente de las Cortes Valencianas, Enric Morera Català.
Como el propio Azorín señala, El político es un texto que retoma la tradición de autores como Baltasar Gracián, Diego Saavedra Fajardo o Nicolás Maquiavelo. Diseña una suerte de canon ideal de lo que debe ser un buen político en los más variados aspectos.
El autor dice: “He escrito estas páginas durante una larga convalecencia en el campo. En ellas he procurado ser breve, preciso y claro. Lo que este libro contiene es el fruto de mis lecturas y de mis observaciones personales”.
En este aspecto último hay que señalar que los conocimientos de Azorín sobre el asunto no eran meramente librescos. Como recuerda Payá: Azorín condensa en este libro no sólo una obra de consulta para todo buen político, sino una nueva manera de entender la propia política conforme a lo que fue su experiencia diaria en el Parlamento y en la prensa”. Martínez Ruiz trató personalmente a la mayor parte de los parlamentarios y políticos de su época y logró renovar la crónica parlamentaria como género periodístico.
Los títulos de los diversos apartados ya dan buena idea de las exigencias que debe cumplir un político cabal: Tener fortaleza, Arte en el vestir, Desdén por el elogio, Remediar la inadvertencia, Ser impasible ante el ataque, Serenidad en la desgracia…
A lo largo de sus 47 capítulos establece un minucioso inventario de las destrezas, conocimientos y virtudes que debe poseer. Abunda en consejos: no usar la fuerza por encima del derecho, conocerse a sí mismo, leer a los clásicos, dominar los trucos retóricos más eficientes, administrar con rigor el tiempo…
En relación a este último asunto (el predilecto e Azorín), efectúa esta reflexión: “No hay entusiasmo ni amor que resista el tiempo. El tiempo lo hace todo sin ruido, sin clamores, sin conmociones. Situaciones y conflictos que parecían abrumadores e irresolubles, el tiempo los ha ido fundiendo y resolviendo poco a poco (…) El tiempo es nuestro amigo y nuestro enemigo; él todo lo amansa, lo esfuma, lo dulcifica”.
En lo referente a los discursos parlamentarios, instrumento esencial del oficio de nos ocupa, Azorín muestra admiración por quienes están dotado de ese especial talento: “Hay una medida en las cosas que es la que el orador debe encontrar. Y esto no se puede aprender: es cosa del instinto, de la inspiración, de esa misteriosa ponderación espiritual que engendra la armonía.”
En otra ocasión, citando a Saavedra Fajardo ‑que conocía bien la obra de Maquiavelo– recuerda a quien gobierna que “decir siempre la verdad es peligrosa sencillez; siendo, a menudo, el sabio silencio el principal instrumento de un político”.
Postula, llegado el caso, un (por decirlo así) comedido sadismo parlamentario: “Si sabe cuándo ha de aceptar o no la batalla, él podrá darse este supremo y aristocrático espectáculo de jugar con el adversario, de tener piedad y generosidad con él ‑que es la más grande humillación‑, de hacer ver que se le puede destrozar y no se le destroza, de mostrar, en fin, su fuerza contenida”.
Como señala el profesor Egea este es “un manual de necesaria lectura en tiempos de desconcierto, donde ética y estética no parecen prodigarse entre la clase política. Pedagogía azoriniana al alcance de los que sepan y quieran entender”.
Es conocida la fina observación de que en cualquier aspecto de la vida humana y especialmente en política, hay algo más peligroso y dañino que la maldad: la estupidez. Este escueto manual de prescripciones y consejos trata de que el político profesional, en la medida de lo posible, no incurra en ella.
Título: El político
Autor: Azorín
Edición: Actividades Reunidas S.L.U.
Páginas: 167
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