Por R.Ballester Añón
Sergei Nechaev (1847–1882) nace en el seno de una familia humilde. A los 18 años se traslada a Moscú donde trabaja para el historiador Mijaíl Pogodin. Luego se traslada a San Petersburgo relacionándose con el ambiente intelectual de la juventud universitaria. Se convierte en activista y lidera un grupúsculo radicalizado, junto con otros jóvenes, como Mijaíl Bakunin. Nechaev y el movimiento al que pertenece suelen ser calificados de nihilistas.
Nechaev escribió varios textos doctrinales, entre los que destacan el “Programa de Actividades Revolucionarias“y sobre todo el “Catecismo de un Revolucionario” (1868) que tuvo gran difusión e influencia en los ambientes radicales de esa época.
En el “Catecismo de un Revolucionario” se esboza las ideas para la creación de movimiento altamente disciplinado. Nechaev crea un grupo revolucionario, reducido y muy activo, Narodnaya Rasprava (La Voluntad del Pueblo), dedicado a la acción armada conspirativa. Su actividad rectora consiste en la organización de asesinatos selectivos de figuras del Régimen zarista.
Nechaev es capturado y puesto en prisión en 1872, donde murió diez años más tarde.
El Catecismo de Nechaev refleja una parte significativa del ideario revolucionario ruso. V.I. Lenin admiraba el Catecismo y se inspiró en él para conformar conceptos como el de vanguardia obrera, férrea jerarquización del partido, naturaleza insurreccional de la revolución… En el terreno literario, Iván Turgueniev se inspiró en él para el personaje de Basarov en su novela Padres e hijos; y parecida operación realizó Dostoievsky en Los endemoniados con la figura de Verkhovensky.
En los años sesenta del pasado siglo el Catecismo de Nechaev fue utilizado y difundido por el movimiento afro-americano de los Panteras Negras, así como por diversos colectivos de la guerrilla urbana sudamericana. Ernesto Ché Guevara lo tenía entre sus lecturas habituales.
En los años setenta constituyó uno de los textos de estudio de grupos como las Brigadas Rojas italianas o los núcleos de la Fracción del Ejército Rojo alemán y japonés.
“Nechaev, estaba poseído por una sola idea, y en el nombre de esa idea exigía el sacrificio de todo. Su Catecismo del Revolucionario es un libro único en cuanto a su ascetismo. Es una especie de instrucción para la vida espiritual del revolucionario, y sus exigencias son de las más extrema severidad”
El primer artículo de su Catecismo prescribe lo siguiente: “
“El revolucionario es un hombre dedicado. No tiene intereses personales, no tiene relaciones, sentimientos, vínculos o propiedades, ni siquiera tiene un nombre. Todo en él se dirige hacia un solo fin, un solo pensamiento, una sola pasión: la revolución”
Lo que sirve a la causa de la revolución es moral; ésta es el único criterio del bien y el mal. El resto debe sacrificarse en su nombre.
Estas tácticas de Nechaev que permitían los métodos más extremos, ahuyentaron a la mayor parte de los revolucionarios rusos de convicciones populares; el propio Bakunin se sintió alarmado…”
Mencionemos el segundo punto del Catecismo: “Dentro de lo más profundo de su ser, el revolucionario ha roto ‑y no sólo de palabra, sino con sus actos- toda relación con el orden social y con el mundo intelectual y todas sus leyes, reglas morales, costumbres y convenciones. Es un enemigo implacable de este mundo, y si continúa viviendo en él, es sólo para destruirlo más eficazmente”.
Para ese ejercicio destructivo, Nechaev postula una clasificación de seis grupos sociales a eliminar y utilizar –como politicos influenciables, kulaks, funcionarios corruptos, aristócratas ingenuos…
El sexto es el de las mujeres, para las que prescribe lo siguiente:
“Esta categoria es muy importante. Las mujeres deben ser divididas en tres categorías. Primero, aquellas mujeres “cabeza hueca”, inconscientes y desalmadas, que pueden ser utilizadas de la misma manera que los hombres de las tercera y cuarta categorías. La siguiente categoría es la de aquellas mujeres que son apasionadas, devotas y talentosas, pero no son propiamente nuestras, ya que no poseen aún una comprensión cabal, austera y revolucionaria. Ellas deben ser utilizadas como los hombres de la quinta categoría. Finalmente, están aquellas mujeres completamente nuestras, es decir, aquéllas que han aceptado nuestro programa y están totalmente dedicadas a él. Ellas son nuestras camaradas, y deberemos considerarlas como nuestro tesoro más preciado sin cuya ayuda no podemos triunfar”.
La sequedad extrema de la prosa de Nechaev tiene su modelo en los tratados de disciplina militar o en los textos misticos-ascéticos como La Guia espiritual de Miguel de Molinos o la Imitación a Cristo de Tomas de Kempis.
A su vez ha tenido sus continuadores como El caballo amarillo de Boris Savinkov -otro ángel exterminador.
La pureza destructiva del Catecismo de Nechaev conlleva emplear medios diabólicos para fines seráficos sustanciados en la idea Revolución, la más alta entidad de la doctrina nihilista.
El texto de Nechaev ‑publicado hace más de siglo y medio- muestra una inquietante actualidad, dados los tiempos que ahora discurren.
Título: Catecismo revolucionario.
Autores: Sergei Nechaev, Mijail Bakunin
Editorial: La Felguera
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