Javier Pérez Rojas, catedrático de Historia del Arte

Javier Pérez Rojas es tam­bién direc­tor de la Cáte­dra Igna­cio Pina­zo. Aca­ba de publi­car el libro-catá­­lo­­go Del oca­so de los gran­des maes­tros a la juven­tud artís­ti­ca. Valen­cia 1912–1927.

Este tra­ba­jo rei­vin­di­ca el talen­to de la crea­ción valen­cia­na en un momen­to increí­ble­men­te fér­til… ¿Podría eri­gir­se en el gran libro de con­sul­ta del perio­do 1912–1927?

Efec­ti­va­men­te es un momen­to muy fér­til y suges­ti­vo en el que abun­dan pro­pues­tas intere­san­tes en pin­tu­ra, ilus­tra­ción grá­fi­ca, arqui­tec­tu­ra y artes deco­ra­ti­vas. El libro es el resul­ta­do de una inves­ti­ga­ción de varios años de tra­ba­jo con­ti­nua­do en equi­po, que fue posi­ble lle­var a cabo gra­cias a un pro­yec­to I+D del Minis­te­rio de Edu­ca­ción del que fui direc­tor, y que lue­go el MuVIM tuvo el acier­to de apo­yar, hacien­do posi­ble su visua­li­za­ción y difu­sión a tra­vés de una ambi­cio­sa expo­si­ción. Un pun­to de par­ti­da que alla­nó el terreno fue el catá­lo­go, hace años ago­ta­do, de la expo­si­ción Tipos y Pai­sa­jes que comi­sa­rié en el Museo de Bellas Artes en 1998. Esta exten­sa inves­ti­ga­ción en torno a la crea­ción valen­cia­na entre 1890 y 1930 amplió de mane­ra muy acu­sa­da el hori­zon­te de uno de los capí­tu­los más bri­llan­tes del arte valen­ciano. Efec­ti­va­men­te, este es un tra­ba­jo de con­sul­ta que pro­fun­di­za y abre nue­vas vías de estu­dio. En la pre­sen­ta­ción del libro, Pablo Jimé­nez Buri­llo lo defi­nió como un tra­ba­jo en extre­mo gene­ro­so. Pina­zo es el refe­ren­te pero tam­bién habla de Soro­lla o Muñoz Degraín y de la dina­mi­za­ción de la vida artís­ti­ca de ese perio­do. Este no es un tra­ba­jo mono­grá­fi­co, sino una visión de con­jun­to en un momen­to en el que se pro­du­ce la con­vi­ven­cia y rele­vo de una serie de gene­ra­cio­nes de artis­tas valen­cia­nos. He esco­gi­do 1912, por­que en ese año se le con­ce­dió a Pina­zo la Meda­lla de Honor de la Expo­si­ción Nacio­nal, pero es tam­bién la fecha en que comien­za a hablar­se muy tími­da­men­te de las van­guar­dias. Lo que se cons­ta­ta es el fres­cor y vita­li­dad de la pin­tu­ra de Pina­zo, pero tam­bién de Soro­lla y otros gran­des maes­tros valen­cia­nos. Hay cró­ni­cas muy intere­san­tes y reve­la­do­ras como las cele­bra­cio­nes en la ciu­dad de la Meda­lla de Honor a Pina­zo en el cer­ta­men nacio­nal, o las des­crip­cio­nes del ambien­te y anéc­do­tas sobre el mul­ti­tu­di­na­rio entie­rro de Soro­lla.

Su libro con­tie­ne tam­bién un dic­cio­na­rio de la vida artís­ti­ca valen­cia­na. ¿Ha sido muy cos­to­so ela­bo­rar­lo?

Hay una par­te impor­tan­te que es un dic­cio­na­rio crí­ti­co de artis­tas, pero tam­bién de la vida artís­ti­ca valen­cia­na. Ha sido muy labo­rio­so, unos seis años de tra­ba­jo. Había que bus­car los mate­ria­les y lue­go selec­cio­nar­los y dar­le una estruc­tu­ra de con­jun­to. El apo­yo que he teni­do en este sen­ti­do de los doc­to­res Aida Pons Moreno, Luis Mes­tre Bado­sa y Andrés Jimé­nez Mole­ro jun­to al de otros cola­bo­ra­do­res ha sido extra­or­di­na­rio. Pina­zo dijo aque­llo de “sobran pro­fe­so­res y fal­tan maes­tros”… Los afo­ris­mos de Pina­zo, son muy inci­si­vos. Y con este comen­ta­rio se refe­ría sobre todo a la iner­cia y fal­ta de vita­li­dad crea­ti­va del mun­do aca­dé­mi­co. Las crí­ti­cas que Pina­zo hizo de la ins­ti­tu­ción aca­dé­mi­ca son apli­ca­bles a la reali­dad actual.

¿El arte siem­pre es polí­ti­co?

Es una pre­gun­ta difí­cil y com­ple­ja, pero inte­li­gen­te y muy acor­de con las inquie­tu­des actua­les. Hay que dife­ren­ciar en pri­mer lugar la polí­ti­ca de lo polí­ti­co. Sobre esto se ha refle­xio­na­do y escri­to bas­tan­te. Como es sabi­do la pala­bra polí­ti­ca vie­ne del grie­go, deri­va de polis, que sig­ni­fi­ca cui­dad. La polí­ti­ca es un modo de orga­ni­zar o con­fi­gu­rar las rela­cio­nes de la socie­dad, la con­vi­ven­cia. Mien­tras que lo polí­ti­co se refie­re a algo más gene­ral, que pue­de englo­bar la capa­ci­dad de deci­dir y las rela­cio­nes gene­ra­les. Se ha dicho que lo polí­ti­co es un modo y que la polí­ti­ca es una for­ma de orga­ni­za­ción. Hoy se plan­tea un deba­te en torno a la con­si­de­ra­ción de lo per­so­nal como polí­ti­co, espe­cial­men­te con rela­ción a las rei­vin­di­ca­cio­nes de dis­tin­tos sec­to­res socia­les mar­gi­na­dos u opri­mi­dos. Cuan­do habla­mos de arte polí­ti­co nos refe­ri­mos, por lo gene­ral, a un tipo de crea­ción que hace de la cues­tión social su hori­zon­te repre­sen­ta­ti­vo, pero qui­zás podría enten­der­se en un sen­ti­do más amplio la ver­tien­te polí­ti­ca del arte, al mar­gen de la dimen­sión del moti­vo repre­sen­ta­do o de la ins­tru­men­ta­li­za­ción que del mis­mo hayan pre­ten­di­do hacer una serie de regí­me­nes polí­ti­co. Su pre­gun­ta invi­ta a la refle­xión y la polé­mi­ca, pero creo que sí podría decir­se que el arte es siem­pre polí­ti­co cuan­do en los momen­tos que vivi­mos la cues­tión de la iden­ti­dad per­so­nal se plan­tea en tér­mi­nos polí­ti­cos. Creo que el perío­do del arte valen­ciano que ana­li­zo en el libro tie­ne una impor­tan­te face­ta o lec­tu­ra polí­ti­ca.

¿Cómo expli­ca­ría a un pro­fano que el arte de Pina­zo era tan moderno que hoy en día podría expo­ner­se en el MoMA?

Pina­zo es el pri­mer moderno de la pin­tu­ra valen­cia­na. En reali­dad es muy anti­guo y muy moderno, aun­que parez­ca una con­tra­dic­ción. Su arte tie­ne más que ver con el mun­do del Museo d’Orsay que con el del MoMA. Pero sí que hay en su obra una serie de intui­cio­nes, que como ya demos­tré en la expo­si­ción del cen­te­na­rio en el IVAM, per­mi­ten un diá­lo­go con las van­guar­dias. Pina­zo pue­de ir a un cen­tro con­tem­po­rá­neo en la medi­da que pue­den hacer­lo Monet u otros artis­tas afi­nes si el dis­cur­so expo­si­ti­vo lo jus­ti­fi­ca.

Pérez Rojas duran­te la pre­sen­ta­ción de su estu­dio en el MuVim jun­to al escri­tor Fer­nan­do Del­ga­do, Rafael Com­pany y Pablo Jimé­nez, ase­sor cul­tu­ral de Map­fre.

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