Si Valèn­cia el año pasa­do se estre­me­ció en la Nit de l’Espolín“con el pri­mer terre­mo­to ver­ti­cal den­tro de un espec­tácu­lo piro­téc­ni­co, este año ha teni­do el doble de emo­ción y poten­cia en la nue­va pro­pues­ta de Ams­tel y Ricard Caba­ller. La Mari­na, jun­to al puer­to de la ciu­dad, ha sido el esce­na­rio de un dis­pa­ro que ha supues­to el arran­que del calen­da­rio piro­téc­ni­co de las Fallas.

Des­de media maña­na, miles de per­so­nas se fue­ron acer­can­do a este encla­ve jun­to al mar para ir cogien­do sitio y dis­fru­tar de las diver­sas actua­cio­nes musi­ca­les y pro­pues­tas gas­tro­nó­mi­cas que ani­ma­ron el Veles e Vents, polo de inno­va­ción y for­ma­ción gas­tro­nó­mi­ca de HEINEKEN Espa­ña.

Artis­tas valen­cia­nos como el due­to de jazz Cris­ti­na Blas­co y Ricar­do Bel­da, los can­tau­to­res Nacho Casa­do y Ona Nua, o la ban­da de rock Joe Pask, fue­ron pasan­do por el esce­na­rio de la sala Ams­tel Art, mien­tras que en la terra­za del pri­mer piso, músi­cos calle­je­ros ani­ma­ban el ambien­te.

Pre­ci­sa­men­te, los alre­de­do­res y las tres terra­zas del Veles e Vents se con­vir­tie­ron en el mejor empla­za­mien­to para dis­fru­tar de un espec­tácu­lo impul­sa­do por Ams­tel y abso­lu­ta­men­te inno­va­dor. Una mez­cla de lo mejor de la mas­cle­tà, reu­nien­do efec­tos sono­ros como los sil­ba­tos, zum­bi­dos, ser­pen­ti­nas o tor­be­lli­nos, con otros visua­les, como los camu­ros, len­te­jue­las, inter­mi­ten­tes o relám­pa­gos, pro­pios de los cas­ti­llos de fue­gos de arti­fi­cio. Una pro­pues­ta de “Piro­tec­nia total”, como defi­ne Caba­ller, últi­mo expo­nen­te de una fami­lia con más de 130 años de tra­di­ción liga­da a esta arte­sa­nía.

Uno de los momen­tos más sor­pren­den­tes del dis­pa­ro del sába­do noche vino cuan­do la pól­vo­ra se con­vir­tió en la tin­ta con la que escri­bir sobre el cie­lo un men­sa­je de apo­yo a las casi 400 comi­sio­nes falle­ras de la ciu­dad.

Una a una, letras de 35 metros fue­ron dis­pa­rán­do­se sobre el cie­lo para com­po­ner las pala­bras “totes les Falles son espe­cials” y, para­le­la­men­te, sobre La Mari­na se iba ilu­mi­nan­do en unos cor­pó­reos la fra­se de este reco­no­ci­mien­to al mun­do falle­ro que vito­rea­ron los asis­ten­tes.

Móvi­les en alto, miles de espec­ta­do­res cap­ta­ron en vídeos y fotos este hito den­tro de un espec­tácu­lo 10 veces más poten­te que las mas­cle­taes de la Pla­za del Ayun­ta­mien­to — tam­bién patro­ci­na­das por Amstel‑, con 3.200 true­nos en el terre­mo­to, 3.000 true­nos en el final aéreo y otros 2.000 en la par­te inter­me­dia.

En total, 1.200 kg de mate­rial piro­téc­ni­co que sir­vie­ron para crear rit­mos, luces y colo­res en una pro­pues­ta que no encon­tró obs­tácu­los visua­les ni audi­ti­vos, gra­cias a este nue­vo empla­za­mien­to que, ade­más, ofre­ció el refle­jo sobre el mar a las figu­ras que las explo­sio­nes iban dibu­jan­do sobre el fir­ma­men­to.

Pero, sin duda, lo más espe­ra­do fue el doble terre­mo­to ver­ti­cal, que dupli­có la inno­va­ción pro­pues­ta por Caba­ller el año pasa­do.

Cua­tro grúas suje­ta­ron dos pla­ta­for­mas de 25 metros de ancho por 50 de alto, una en cada extre­mo de la zona de fue­gos, en las que las explo­sio­nes esca­la­ban hacia el cie­lo. Ambas se conec­ta­ron con un ter­cer terre­mo­to, esta vez hori­zon­tal, con 120 metros de lar­go por 10 de ancho, cuyo humo de colo­res fue tejien­do La Sen­ye­ra valen­cia­na a cada explo­sión.

Un momen­to que tri­pli­có la poten­cia del espec­tácu­lo res­pec­to al año pasa­do y que redo­bló el sen­ti­mien­to. El auge vino con una apo­teo­sis final que, poco antes de los 11 minu­tos, sir­vió para con­cluir por todo lo alto una pro­pues­ta con la que Ams­tel y Caba­ller han revo­lu­cio­na­do la tra­di­ción piro­téc­ni­ca valen­cia­na, inclu­yen­do este nue­vo tipo de espec­tácu­lo don­de se mez­cla el poder sono­ro de la mas­cle­tà con la belle­za visual de los fue­gos de arti­fi­cio, car­ga­do de inno­va­cio­nes, rui­do, esté­ti­ca y emo­ción.

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