Comien­za el verano y, con él, el calor y la nece­si­dad de dis­fru­tar del agua cons­tan­te­men­te. Por ello hoy nos des­pla­za­mos has­ta una zona don­de el agua con­fi­gu­ra el pai­sa­je. La Canal de Nava­rrés, don­de nos es impo­si­ble recor­dar­la sin evo­car sus cas­ca­das y ríos. 

Gor­go de la Cade­na

Nues­tra pri­me­ra opción es Bol­bai­te, una peque­ña loca­li­dad situa­da sobre un pro­mon­to­rio roco­so en el cen­tro de la comar­ca. Des­ta­ca el cas­ti­llo y la parro­quia de San Fran­cis­co de Pau­la, fue cons­trui­da en 1521 y recons­trui­da en el 1780, según los cáno­nes de la épo­ca, con esti­lo neo­clá­si­co. 

Parro­quia de San Fran­cis­co de Pau­la 

Muy cer­ca de la pla­za de la igle­sia, podrás refres­car­te y dis­fru­tar del Para­je del río Sellent. Aquí crea un lago natu­ral de poca pro­fun­di­dad, idó­neo para bañar­se y tener una jor­na­da acuá­ti­ca.

Lago Bol­bai­te

No olvi­des tus escar­pi­nes de agua, con ellos te resul­ta­rá más fácil acce­der has­ta el Gor­go de la Cade­na. Se encuen­tra cru­zan­do el peque­ño puen­te de metal, allí podrás bañar­te en las pro­fun­di­da­des de la gar­gan­ta y, si te atre­ves, lle­gar has­ta la cue­va que la deli­mi­ta.

Gor­go de la Cade­na

Debes saber que el ayun­ta­mien­to lo ha habi­li­ta­do con mesas y que cobra una peque­ña entra­da para que pue­das dis­fru­tar de este mag­ní­fi­co lugar. No dejes de mirar hacia las cimas de las mon­ta­ñas, verás las rui­nas del cas­ti­llo y los anti­guos seca­de­ros de taba­co, de un pro­duc­to tan valen­ciano como es el cali­que­ño.

Anti­guas Fábri­cas Taba­co

Cuan­do fina­li­ces tu cha­pu­zón pue­des subir en un agra­da­ble paseo has­ta las rui­nas del cas­ti­llo – pala­cio de los Caba­ni­lles. La Mar­que­sa de la Cas­ta y Baro­ne­sa de Bol­bai­te, orde­nó edi­fi­car este sun­tuo­so pala­cio sobre una for­ta­le­za islá­mi­ca. No solo ser­vía como resi­den­cia, sino que era un sím­bo­lo del poder del seño­río. Está decla­ra­do Bien de Inte­rés Cul­tu­ral, y el Ayun­ta­mien­to de Bol­bai­te está estu­dian­do su recu­pe­ra­ción y reha­bi­li­ta­ción. 

Cas­ti­llo de Bol­bai­te

Sobre la mar­gen dere­cha del río Sellent, colin­dan­do con Bol­bai­te y rodea­do de huer­tas, encon­tra­mos Che­lla. De su estam­pa, lla­ma la aten­ción la cúpu­la de la igle­sia de tejas vidria­das blan­cas y azu­les que tra­zan un gra­cio­so dise­ño com­bi­nán­do­se en for­mas de rom­bos.

Vis­ta de Che­lla

El cas­co his­tó­ri­co está situa­do ascen­dien­do la mon­ta­ña, con­fi­gu­ra unas empi­na­das calles a las que poco a poco se les han ido aco­plan­do esca­le­ras para faci­li­tar el acce­so a las vivien­das.

Calle Bonai­re de Che­lla

Pue­des visi­tar la igle­sia parro­quial de la Vir­gen de Gra­cia, es del año 1763. Si obser­vas la torre del cam­pa­na­rio, verás que las aris­tas están orien­ta­das hacia los cua­tro pun­tos car­di­na­les, de esta for­ma los arqui­tec­tos logra­ron des­viar los vien­tos de tra­mon­ta­na, levan­te y ponien­te. En 2012 res­tau­ra­ron sus cam­pa­nas, ya que debi­do al paso del tiem­po pre­sen­ta­ban fisu­ras y acha­ques.

Torre Igle­sia de la Vir­gen de Gra­cia

Fren­te a ella se encuen­tra la casa seño­rial de los Con­des de Buñol, hoy en día no se pue­de visi­tar, pero es intere­san­te ver su facha­da neo­gó­ti­ca con el escu­do herál­di­co, e ima­gi­nar el esplen­dor de su inte­rior de esti­lo góti­co y barro­co.

Casa seño­rial de los Con­des de Buñol 

Para ir acer­cán­do­nos a sus mag­ní­fi­cos pai­sa­jes, nos diri­gi­mos por la calle Baja­da de la Fuen­te, has­ta el Par­que de la Fuen­te. Lo pri­me­ro que encon­tra­rás será la Fuen­te de los Tres Caños. 

Fuen­te de los tres caños 

Mien­tras te acer­cas a la esca­le­ra que ascien­de has­ta el Mira­dor del Sal­to, que es pun­to de par­ti­da de diver­sas rutas sen­de­ris­tas, podrás dis­fru­tar de la agra­da­ble som­bra de sus anti­guos pla­ta­ne­ros («pla­ta­nus his­pá­ni­ca»), tres de ellos tie­nen 136 años. 

Par­que de la Fuen­te

Al final de este camino des­cu­bri­rás el Sal­to de Che­lla. Es una cas­ca­da con un sal­to de agua de 25 metros de altu­ra, rodea­da de cam­pos de oli­vos y adel­fas en flor. El cau­dal de esta cas­ca­da lo con­for­man las aguas del río Sellent y el cau­dal sobran­te de la depu­ra­do­ra. 

El Salt

Para que pue­das lle­gar has­ta «el paraí­so», hay un camino que te per­mi­te des­cen­der has­ta él. Mien­tras bajas podrás ver: un anti­guo molino, la cue­va que llue­ve y una cen­tral eléc­tri­ca aban­do­na­da.

Pero, ¿qué es el paraí­so? Es un peque­ño hume­dal, con abun­dan­te vege­ta­ción y su pro­pio micro­cli­ma.

El Paraí­so 

Podre­mos ver muchos más para­jes de gran belle­za en Che­lla, como las fuen­tes del Abru­lla­dor, la de los Cho­pos, el Zar­za­let, que tam­bién tie­ne una anti­gua cue­va don­de se res­guar­da­ba al gana­do, los naci­mien­tos de agua de las Clo­chi­cas y el Abo­gao o la ermi­ta de San Nico­lás de Bari que se encuen­tra en la par­te más alta del muni­ci­pio.

Para­je El Abru­lla­dor

Pero noso­tros hemos deci­di­do cono­cer la Fuen­te del Abru­lla­dor y la Pla­ya Sal­va­je. 

A cin­co kiló­me­tros del pue­blo, en la lade­ra de la mon­ta­ña, encon­tra­mos rodea­da de pinos y adel­fas la Fuen­te del Abru­lla­dor. 

El Abru­lla­dor

De este manan­tial par­ten los 3 km de ace­quias que abas­te­cen de agua a Che­lla y a su huer­ta, y que le otor­gan un encan­to aña­di­do al pai­sa­je con sus aguas fres­cas y cris­ta­li­nas.

Ace­quia en El Abru­lla­dor

Su des­ni­vel for­ma un gra­cio­so sal­to de agua, que te trans­por­ta a idí­li­cos pai­sa­jes de mon­ta­ña. 

El Abru­lla­dor

Para des­pe­dir­nos de esta pobla­ción nos acer­ca­mos has­ta la Pla­ya Sal­va­je. Es una bal­sa de rega­dío para los labra­do­res, que se nutre de las aguas del barran­co del Abru­lla­dor y los sobran­tes de la Ace­quia Madre. Pero des­de hace años se ha con­ver­ti­do en un lugar de espar­ci­mien­to para los che­lli­nos y un pun­to impor­tan­te para la bio­di­ver­si­dad de la zona, favo­re­cien­do a la flo­ra y fau­na. 

Pla­ya Sal­va­je

Un secre­to para los más como­do­nes, si estás por la calle Mayor y ascien­des por la calle Bonai­re, irás direc­ta­men­te al Mira­dor del Salt, es un peque­ño ata­jo y, para los súper como­do­nes, pue­des lle­gar has­ta el mira­dor con el coche, pre­gun­ta a algún luga­re­ño para que te indi­que.

Vis­ta des­de el Mira­dor El Salt

Les dejo el reco­rri­do y la dis­tan­cia que hemos rea­li­za­do noso­tros.

Nos vemos en nues­tro pró­xi­mo des­tino.

Fotos, Dron, Vídeo: Cor­va­mar

Comparte esta publicación

amadomio.jpg

Suscríbete a nuestro boletín

Reci­be toda la actua­li­dad en cul­tu­ra y ocio, de la ciu­dad de Valen­cia