*Por su inte­rés, repro­du­ci­mos este artícu­lo de José Pichel publi­ca­do en El Con­fi­den­cial.

El ini­cio de la deses­ca­la­da hace que nos enfren­te­mos a cues­tio­nes que des­de el comien­zo de la pan­de­mia de coro­na­vi­rus han resul­ta­do con­fu­sas. Cuan­do vol­va­mos a acu­dir a loca­les comer­cia­les o de ocio más de uno se pre­gun­ta­rá si el dis­tan­cia­mien­to social o la reduc­ción del afo­ro son medi­das sufi­cien­tes para evi­tar con­ta­gios. ¿Cuán­to tiem­po per­ma­ne­ce el virus en el aire en estos ambien­tes cerra­dos? Es difí­cil dar una res­pues­ta ine­quí­vo­ca, por­que pro­ba­ble­men­te depen­de de muchos fac­to­res, pero algu­nos cien­tí­fi­cos no se dan por ven­ci­dos.

Lo que sabe­mos con segu­ri­dad des­de el pri­mer día es que el virus no via­ja solo por el aire, sino que se trans­por­ta en for­ma de peque­ñas gotas que expul­san las per­so­nas con­ta­gia­das a tra­vés del habla, la res­pi­ra­ción, las toses y, por supues­to, los estor­nu­dos. “Las par­tí­cu­las que emi­ti­mos tie­nen un ran­go de tama­ños muy amplio, las más gran­des pesan más y se depo­si­tan antes, pero las más peque­ñas per­ma­ne­cen en el aire y pue­den trans­por­tar­se a dis­tan­cias más lar­gas”, expli­ca a Tek­nau­tas María Cruz Min­gui­llón, que ha ela­bo­ra­do un infor­me del Ins­ti­tu­to de Diag­nós­ti­co Ambien­tal y Estu­dios del Agua (IDAEA, cen­tro del CSIC ubi­ca­do en Bar­ce­lo­na) sobre esta com­ple­ja cues­tión.

El virus tie­ne unos 100 nanó­me­tros de tama­ño (un nanó­me­tro es la millo­né­si­ma par­te de un milí­me­tro) y las gotas en las que via­ja pue­den ser miles de veces más gran­des aun­que tan peque­ñas que segui­mos sin apre­ciar­las a sim­ple vis­ta. Cuan­do son dimi­nu­tas se habla de aero­so­les o micro­go­tas. Tras un estor­nu­do, las más pesa­das caen rápi­da­men­te a una dis­tan­cia de entre uno y dos metros, pero otras que­dan sus­pen­di­das y lle­gan a reco­rrer has­ta ocho, según publi­ca ‘The New England Jour­nal of Medi­ci­ne’.

Algu­nos estu­dios ya han ana­li­za­do espe­cí­fi­ca­men­te la dis­per­sión de SARS-CoV‑2. Uno de ellos, publi­ca­do en ‘Emer­ging Infec­tious Disea­ses’, revis­ta de Cen­tros para el Con­trol y la Pre­ven­ción de Enfer­me­da­des (CDC), midió el virus en el aire de un hos­pi­tal de Wuhan (Chi­na), encon­tran­do una mayor con­cen­tra­ción en las UCI que en otras salas. Lo más lla­ma­ti­vo de este tra­ba­jo fue que los inves­ti­ga­do­res lle­ga­ron a detec­tar el pató­geno a cua­tro metros de dis­tan­cia de los pacien­tes. Sin embar­go, otra inves­ti­ga­ción publi­ca­da en ‘JAMA’ solo halló el virus en las habi­ta­cio­nes en algu­nos casos, pero entre ellos esta­ban los ven­ti­la­do­res de sali­da de aire.

Min­gui­llón tra­ba­ja en con­ta­mi­na­ción atmos­fé­ri­ca y cono­ce bien el trans­por­te de las par­tí­cu­las en el aire, cómo se acu­mu­lan y cómo se dis­per­san. Las que salen del cuer­po humano pue­den estar com­pues­tas por sali­va, sales, pro­teí­nas y lle­var tam­bién SARS-CoV‑2 o cual­quier otro virus si la per­so­na está infec­ta­da, pero se com­por­tan como cual­quier otra par­tí­cu­la en sus­pen­sión y pue­den per­ma­ne­cer mucho tiem­po en sus­pen­sión si no cir­cu­la el aire. “El mejor ejem­plo lo tene­mos en un ciga­rri­llo, si fumas en un espa­cio cerra­do, la con­cen­tra­ción de humo es alta. Si lo fumas en la calle, se dis­per­sa y la con­cen­tra­ción de par­tí­cu­las es más baja a medi­da que nos dis­tan­cia­mos”, comen­ta.

Hos­pi­tal en Wuhan.

De esa for­ma, el coro­na­vi­rus pue­de per­ma­ne­cer acti­vo mien­tras for­ma par­te de esas gotas que siguen en el aire. ¿Duran­te cuán­to tiem­po? Has­ta tres horas, según otra inves­ti­ga­ción publi­ca­da en ‘The New England Jour­nal of Medi­ci­ne’, que pos­te­rior­men­te reci­bió crí­ti­cas de algu­nos exper­tos, que ponían en duda la meto­do­lo­gía y cri­ti­ca­ban la esca­sez de datos que apor­ta­ba ese estu­dio. Y es que “esto no es una cien­cia exac­ta”, acla­ra la inves­ti­ga­do­ra del CSIC. Todo depen­de de la con­cen­tra­ción ini­cial del virus que ten­gas al ini­cio.

“En ese estu­dio era muy alta, pero otros aún no revi­sa­dos por pares dan tiem­pos aún más lar­gos. Lo mis­mo ocu­rre con los estu­dios de la super­vi­ven­cia del virus en dis­tin­tas super­fi­cies. Nos dicen que un día en car­tón o papel y dos o tres días en metal, pero depen­de de cómo lo estés midien­do y de otros fac­to­res, como la tem­pe­ra­tu­ra ambien­tal”, expli­ca. Pre­ci­sa­men­te, la influen­cia de la hume­dad o del calor en la super­vi­ven­cia de SARS-CoV‑2 aún no está bien acla­ra­da, pero por lo que res­pec­ta a su dis­per­sión en el aire no debe­ría ser dife­ren­te a la de otros virus, según Min­gui­llón, ya que depen­de del com­por­ta­mien­to de las gotas en sus­pen­sión.

Según la inves­ti­ga­do­ra, resul­ta evi­den­te que, ante la inmi­nen­te deses­ca­la­da va a ser impor­tan­te “redu­cir la den­si­dad de per­so­nas en espa­cios públi­cos para que haya menos con­cen­tra­ción en el ambien­te”, inclu­so en el caso de que muchas per­so­nas estén emi­tien­do par­tí­cu­las que por­ten el virus. Por el mis­mo moti­vo, cuan­to más ven­ti­la­do esté un espa­cio, mejor. “¿Qué harías tú para evi­tar res­pi­rar el humo del taba­co? Abrir la ven­ta­na, por­que la con­cen­tra­ción baja”, insis­te.

Pre­ci­sa­men­te, en eso hacen hin­ca­pié los auto­res de otro estu­dio publi­ca­do esta sema­na en ‘Natu­re’. De nue­vo, se tra­ta de dos hos­pi­ta­les de Wuhan: las con­cen­tra­cio­nes del virus en las habi­ta­cio­nes ven­ti­la­das de los pacien­teseran muy bajas, pero altas en los baños y zonas de estos cen­tros hos­pi­ta­la­rios por las que pasa­ba una gran can­ti­dad de gen­te. Tam­bién en las salas que uti­li­za­ba el per­so­nal médi­co para qui­tar­se los equi­pos de pro­tec­ción.

El proyecto español para detectarlo

Por eso, detec­tar el virus en el aire pue­de ser una impor­tan­te herra­mien­ta para luchar con­tra la pan­de­mia. Sin embar­go, no es tan fácil: has­ta la fecha no hay un con­sen­so sobre cómo hacer­lo y por eso este tipo de estu­dios gene­ran algu­nas con­tro­ver­sias en la comu­ni­dad cien­tí­fi­ca. Hace unos días, la Escue­la Poli­téc­ni­ca Fede­ral de Zúrich (ETH) pre­sen­tó una nue­va idea: un bio­sen­sor que com­bi­na sis­te­mas ópti­cos y de medi­ción de tem­pe­ra­tu­ra. El sis­te­ma se basa en que las molé­cu­las de ARN del virus pro­du­cen cam­bios de luz y tem­pe­ra­tu­ra en estruc­tu­ras metá­li­cas micros­có­pi­cas.

En Espa­ña, el Ins­ti­tu­to de Salud Car­los III ha anun­cia­do que finan­cia el pro­yec­to AIRCovid19 (Air Inno­va­tion & Research for covid19) lide­ra­do por Anto­nio Alca­mí, inves­ti­ga­dor del Cen­tro de Bio­lo­gía Mole­cu­lar Seve­ro Ochoa (CBMSO-CSIC). El pro­yec­to, en el que par­ti­ci­pan los hos­pi­ta­les La Paz y Seve­ro Ochoa, el Cen­tro Nacio­nal de Micro­bio­lo­gía, IMDEA Nano­cien­cia e ISGlo­bal de Bar­ce­lo­na, bus­ca detec­tar SARS-CoV2 en el aire en dife­ren­tes zonas de los hos­pi­ta­les y cen­tros de salud de for­ma efi­cien­te y rápi­da.

Tras una pri­me­ra eta­pa cen­tra­da en cono­cer mejor la dise­mi­na­ción del SARS-CoV‑2 en el aire de estos entor­nos cerra­dos, una segun­da fase tra­ta­rá de incor­po­rar una nue­va tec­no­lo­gía (por el momen­to, no han dado deta­lles) para opti­mi­zar la vigi­lan­cia epi­de­mio­ló­gi­ca. Si todo va bien, la idea sería incor­po­rar el sis­te­ma en esta­cio­nes de mues­treo de las ciu­da­des y en infra­es­truc­tu­ras de trans­por­tes.

Alca­mí tie­ne una curio­sa expe­rien­cia en la bús­que­da de virus, ya que hace años reali­zó la pri­me­ra des­crip­ción de virus en la Antár­ti­da. Este viró­lo­go y su equi­po uti­li­za­ron tec­no­lo­gía de secuen­cia­ción masi­va que les per­mi­tió encon­trar la mayor diver­si­dad de virus que se habían halla­do en todo el pla­ne­ta en lagos del con­ti­nen­te hela­do.

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