A Eduardo Almiñana, como escritor, no se le puede echar en cara cursilería moral, ni dejadez estilista. Con los tiempos que ahora discurren esto constituye, en verdad, una cualidad admirable.
A Eduardo Almiñana, como escritor, no se le puede echar en cara cursilería moral, ni dejadez estilista. Con los tiempos que ahora discurren esto constituye, en verdad, una cualidad admirable.