En los años 1950 del siglo pasado la Gran Vía Germanías bullía de vida porque sus jardines y quioscos, la benigna sombra de sus grandes plátanos, eran escenario de un trajín humano extraordinario.
En los años 1950 del siglo pasado la Gran Vía Germanías bullía de vida porque sus jardines y quioscos, la benigna sombra de sus grandes plátanos, eran escenario de un trajín humano extraordinario.