Mar­ca de agua sobre la pared y una pae­lla en una casa de La Torre, Valen­cia, el 13 de noviem­bre de 2024. EFE/Biel Ali­ño

Dana ha sido ele­gi­da pala­bra del año 2024 por la Fun­déu­RAE, un tér­mino que las gra­ves inun­da­cio­nes de fina­les de octu­bre en el este y el sur de la penín­su­la, sobre todo en la pro­vin­cia de Valen­cia, han hecho que se haya dis­pa­ra­do su uso en los medios de comu­ni­ca­ción duran­te el últi­mo tri­mes­tre.

Según ha expli­ca­do la Fun­déu­RAE, fun­da­ción pro­mo­vi­da por la Real Aca­de­mia Espa­ño­la y la Agen­cia EFE, dana se ha impues­to a otras once pala­bras, entre las que figu­ra­ban gor­do­fo­bia, nar­co­lan­cha y woke. La elec­ción de dana, según la Fun­déu­RAE, se debe tam­bién a su inte­rés lin­güís­ti­co y la dudas que aún gene­ra en su escri­tu­ra en los hablan­tes.

La Fun­déu­RAE sub­ra­ya que «lo ocu­rri­do en Espa­ña se suma a otras fuer­tes catás­tro­fes cli­má­ti­cas que han teni­do lugar este año, como las inun­da­cio­nes en Perú, Euro­pa cen­tral, Esta­dos Uni­dos o Bra­sil».

Dana, con minúsculas

Dana (con minús­cu­las), la lexi­ca­li­za­ción de DANA, sigla de depre­sión ais­la­da en nive­les altos, ha sido incor­po­ra­da al Dic­cio­na­rio de la Len­gua Espa­ño­la en su últi­ma actua­li­za­ción, que se hizo públi­ca el pasa­do 10 de diciem­bre.

Si se usa como sigla, se escri­bi­rá ente­ra­men­te con mayús­cu­las, pero ya se emplea como sus­tan­ti­vo común lexi­ca­li­za­do escri­to en minús­cu­las: la dana.

Si se opta por su escri­tu­ra como sigla, es decir, con mayús­cu­la en todas las letras, el plu­ral es las DANA, no las DANAs ni las DANAS, y no resul­ta apro­pia­da la gra­fía Dana, solo con mayús­cu­la ini­cial, sal­vo que sea la pri­me­ra pala­bra de un enun­cia­do.

Se tra­ta de una voz que, según se pue­de obser­var en los cor­pus aca­dé­mi­cos, se emplea prin­ci­pal­men­te en Espa­ña. Des­de el ámbi­to téc­ni­co en el que nació este voca­blo, dio el sal­to a los medios de comu­ni­ca­ción y, final­men­te, ate­rri­zó en la len­gua gene­ral y en el dic­cio­na­rio aca­dé­mi­co.

Dana ya fue can­di­da­ta a pala­bra del año de la Fun­déu­RAE en 2019, pero no lle­gó a alzar­se como gana­do­ra enton­ces, pero la inten­si­dad y la fre­cuen­cia con la que se repi­te este fenó­meno meteo­ro­ló­gi­co, la mis­ma con la que se reco­ge en los medios de comu­ni­ca­ción, ha vuel­to a poner su nom­bre en las por­ta­das.

Cada año, la Fun­da­ción esco­ge la pala­bra del año tras selec­cio­nar doce tér­mi­nos en fun­ción de su pre­sen­cia en los medios de comu­ni­ca­ción, así como en el deba­te social en el mun­do his­pa­no­ha­blan­te. Y valo­ra tam­bién que estas voces ten­gan algún inte­rés des­de el pun­to de vis­ta lin­güís­ti­co: Una for­ma­ción curio­sa, un sig­ni­fi­ca­do o una escri­tu­ra que gene­ra dudas entre los hablan­tes.

Elegida entre doce candidatas

La gana­do­ra de este año ha sido esco­gi­da entre doce can­di­da­tas: alu­ci­na­ción, fan­go, gor­do­fo­bia, inquio­ku­pa, mena, micro­pi­so, nar­co­lan­cha, pellet, redu­fla­ción, turis­ti­fi­ca­ción y woke.

Esta es la duo­dé­ci­ma oca­sión en la que la Fun­da­ción esco­ge su pala­bra del año. Las ante­rio­res gana­do­ras fue­ron escra­che (2013), sel­fi (2014), refu­gia­do (2015), popu­lis­mo (2016), apo­ro­fo­bia (2017), micro­plás­ti­co (2018), emo­jis (2019), con­fi­na­mien­to (2020), vacu­na (2021), inte­li­gen­cia arti­fi­cial (2022) y pola­ri­za­ción (2023).

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