Foto: Felix Moo­nee­ram / Uns­plash

A prin­ci­pios de 2020, los medios de comu­ni­ca­ción des­ta­ca­ban que los cines espa­ño­les habían regis­tra­do más de 105 millo­nes de espec­ta­do­res en 2019 y habían recau­da­do 624 millo­nes de euros, la mejor cifra en diez años, según datos de la con­sul­to­ra Coms­co­re. Ape­nas cin­co meses des­pués, el esce­na­rio es total­men­te dis­tin­to. La lle­ga­da del coro­na­vi­rus tra­jo con­si­go el con­fi­na­mien­to y, entre otras muchas cosas, el cie­rre de los cines. Los exper­tos afir­man que en esta situa­ción la indus­tria cine­ma­to­grá­fi­ca se ha vis­to obli­ga­da a repen­sar su esque­ma de nego­cio, lo que ten­drá con­se­cuen­cias en el futu­ro a cor­to, medio y lar­go pla­zo. «Han teni­do que acep­tar que el cine e inter­net, a la que has­ta aho­ra se mira­ba como un enemi­go, están con­de­na­dos a enten­der­se», seña­la Ele­na Nei­ra, pro­fe­so­ra cola­bo­ra­do­ra de los Estu­dios de Cien­cias de la Infor­ma­ción y de la Comu­ni­ca­ción de la Uni­ver­si­tat Ober­ta de Cata­lun­ya (UOC). «Esta situa­ción ha ser­vi­do, por una cues­tión de nece­si­dad, para eli­mi­nar los pre­jui­cios de ver cine en casa», afir­ma.

Y es que el blo­queo de los estre­nos pre­vis­tos ha teni­do efec­tos inme­dia­tos en las gran­des com­pa­ñías dis­tri­bui­do­ras. Como expli­ca la pro­fe­so­ra de la UOC, uno de ellos es que han com­pro­ba­do que exis­te reco­rri­do comer­cial para los estre­nos direc­tos en vídeo bajo deman­da, como ha ocu­rri­do con Tro­ll’s World Tour, que Uni­ver­sal estre­nó bajo alqui­ler en pla­ta­for­mas el pasa­do 10 de abril. Tam­bién Dis­ney deci­dió sal­tar­se la ven­ta­na de los cines con Arte­mis Fowl, que estre­na aho­ra direc­ta­men­te en su pla­ta­for­ma Dis­ney+.

De la butaca del cine al sofá de casa

«Ha habi­do un cam­bio de men­ta­li­dad que trae­rá con­si­go un cam­bio de esce­na­rio», expli­ca Nei­ra, que tam­bién es miem­bro del Gru­po de Inves­ti­ga­ción en Apren­di­za­jes, Medios y Entre­te­ni­mien­to (GAME) de la UOC. «Las gran­des empre­sas, que son las que pue­den pro­mo­ver real­men­te el cam­bio y tam­bién las que fal­ta­ban por unir­se a esta revo­lu­ción digi­tal, han sido las que han dicho que les ha gus­ta­do esta expe­rien­cia y que pro­ba­ble­men­te la repi­tan en el futu­ro», aña­de.

¿Sig­ni­fi­ca eso que el cine en salas mori­rá? La res­pues­ta de los exper­tos es que es posi­ble, pero solo para un tipo deter­mi­na­do de pelí­cu­las. «Lo que hemos enten­di­do y vivi­do como cine sufri­rá impor­tan­tes modi­fi­ca­cio­nes y trans­for­ma­cio­nes, pero no des­apa­re­ce­rá. El cine en salas nun­ca mori­rá del todo», seña­la Jor­di Sán­chez Nava­rro, direc­tor de los Estu­dios de Cien­cias de la Infor­ma­ción y de la Comu­ni­ca­ción de la UOC, quien cree que lo que va a ocu­rrir es que se pro­du­ci­rá una pola­ri­za­ción entre los gran­des acon­te­ci­mien­tos cine­ma­to­grá­fi­cos, «que segui­rán lle­nan­do las salas espo­rá­di­ca­men­te, y las peque­ñas y media­nas pro­duc­cio­nes, que pue­de que sí que­den rele­ga­das a un con­su­mo en pan­ta­lla domés­ti­ca vía strea­ming».

Com­par­te su opi­nión Ele­na Nei­ra, que recuer­da el infor­me de Mof­fett­Nathan­son titu­la­do Say Goodb­ye to Holly­wood, en el que Michael Nathan­son dibu­ja un esce­na­rio con un futu­ro incier­to para el cine. En él advier­te que la mayo­ría de las salas están en cen­tros comer­cia­les y que estos reabri­rán con limi­ta­cio­nes, lo que redu­ci­rá la cir­cu­la­ción natu­ral de públi­co a los cines. Ade­más, las salas que abran ten­drán que sobre­vi­vir varios meses ope­ran­do con un ter­cio del afo­ro, lo que supon­drá unos ingre­sos que, en el mejor de los casos, tam­bién serán de un ter­cio del total. Por eso, tan­to Nei­ra como Sán­chez creen que las mayo­res difi­cul­ta­des serán para las pro­duc­cio­nes peque­ñas y media­nas, que ten­drán com­pli­ca­do com­pe­tir con las gran­des.

«Un block­bus­ter, una pelí­cu­la que ha cos­ta­do 200 millo­nes, se tie­ne que estre­nar en cines por­que no se pue­de amor­ti­zar en vídeo bajo deman­da, ya que está pen­sa­da para gene­rar un gran impac­to eco­nó­mi­co en la pri­me­ra ven­ta­na de los cines y des­pués toda una serie de bene­fi­cios adi­cio­na­les que están vin­cu­la­dos al hecho de que se ha con­ver­ti­do en un taqui­lla­zo», expli­ca Ele­na Nei­ra, que cita como ejem­plo de esos bene­fi­cios la ven­ta de pro­duc­tos de pro­mo­ción comer­cial (mer­chan­di­sing) o el pro­pio fenó­meno que des­ata el hecho de con­se­guir un récord de espec­ta­do­res. «El estreno en los cines es la palan­ca que impul­sa el efec­to domi­nó en el res­to de las ven­ta­nas. Sin ella, esas pelí­cu­las no se podrían hacer, nece­si­tan los cines», afir­ma.

Sin embar­go, la situa­ción no es la mis­ma para las pro­duc­cio­nes peque­ñas y media­nas. A pesar de que son sus­cep­ti­bles de ser estre­na­das, la impli­ca­ción eco­nó­mi­ca que con­lle­va estre­nar en los cines en tér­mi­nos de cam­pa­ñas de mar­ke­ting, anun­cios publi­ci­ta­rios o com­pra de espa­cios en mar­que­si­nas, así como el hecho de tener que com­pe­tir direc­ta­men­te con gran­des taqui­lla­zos, son difi­cul­ta­des com­pli­ca­das de sal­var. «Eso hace que no sean lo sufi­cien­te­men­te ren­ta­bles para sobre­vi­vir en este con­tex­to, espe­cial­men­te a fina­les de este año y prin­ci­pios del que vie­ne, cuan­do los cines van a estar satu­ra­dos de gran­des estre­nos», dice la pro­fe­so­ra de la UOC.

Es pre­ci­sa­men­te uno de los mie­dos de los pro­pios pro­fe­sio­na­les de la indus­tria, que temen por su futu­ro. Según una encues­ta rea­li­za­da entre pro­fe­sio­na­les del cine y publi­ca­da en Stephen Follows Film Data and Edu­ca­tion, tras la irrup­ción del coro­na­vi­rus y la para­li­za­ción de gran par­te de la indus­tria, casi la mitad de las per­so­nas que tra­ba­jan en la indus­tria del entre­te­ni­mien­to audio­vi­sual iden­ti­fi­can como su prin­ci­pal o segun­da preo­cu­pa­ción el futu­ro de la empre­sa para la que tra­ba­jan.

La supervivencia de los festivales

Mien­tras la indus­tria cine­ma­to­grá­fi­ca sufre un parón que ha hecho cam­biar la buta­ca del cine por el sofá de casa, los gran­des fes­ti­va­les han bus­ca­do una sali­da en el esce­na­rio vir­tual. La apues­ta se ha mate­ria­li­za­do en pro­pues­tas como We Are One: A Glo­bal Film Fes­ti­val, que duran­te diez días ofre­ció en You­Tu­be un pro­gra­ma selec­cio­na­do por los cer­tá­me­nes de Tri­be­ca, Can­nes, la Ber­li­na­le, la Mos­tra de Vene­cia o San Sebas­tián, entre otros. Pero en este caso, la alter­na­ti­va vir­tual pare­ce tra­tar­se úni­ca­men­te de una excep­ción en la edi­ción de 2020, ya que nadie teme por la des­apa­ri­ción físi­ca de estos encuen­tros.

«Hay que pen­sar que tan­to la red de con­tac­tos pro­fe­sio­na­les que se pro­du­ce en los fes­ti­va­les como el valor pro­mo­cio­nal para las pelí­cu­las no tie­nen sen­ti­do si no se pro­du­cen de mane­ra pre­sen­cial», afir­ma Jor­di Sán­chez Nava­rro, coor­di­na­dor del gru­po de inves­ti­ga­ción GAME. El pro­fe­sor de la UOC ase­gu­ra que tan­to los fes­ti­va­les que son muy rele­van­tes para la indus­tria como los que tie­nen una gran comu­ni­dad de afi­cio­na­dos ver­te­bra­da en torno al acon­te­ci­mien­to «tie­nen el futu­ro ase­gu­ra­do, pues el tipo de expe­rien­cia que pro­por­cio­nan a sus públi­cos y a sus gru­pos de inte­rés depen­de mucho de las inter­ac­cio­nes cara a cara».

Sin embar­go, 2020 sí supo­ne una incóg­ni­ta en cuan­to a la reper­cu­sión que ten­drá la sus­pen­sión pre­sen­cial. «Estos fes­ti­va­les son el pis­to­le­ta­zo de sali­da a las cam­pa­ñas para todos los pre­mios impor­tan­tes de la cine­ma­to­gra­fía», apun­ta Ele­na Nei­ra. Según expli­ca, supo­nen una pla­ta­for­ma no solo de cir­cu­la­ción del pro­duc­to, sino tam­bién de pres­crip­ción, ya que el hecho de ganar o tener una men­ción en un cer­ta­men fun­cio­na como una pode­ro­sa herra­mien­ta de pro­mo­ción, como ocu­rrió el año pasa­do con Joker o Pará­si­tos. «A pesar de que los fes­ti­va­les digi­ta­les son una mane­ra fan­tás­ti­ca de acer­car el con­te­ni­do al públi­co, eso es solo una par­te del papel que cum­plen estos cer­tá­me­nes. Y el parón de este año va a tener más impac­to que otros efec­tos del coro­na­vi­rus en la indus­tria», afir­ma la pro­fe­so­ra de la UOC. Pre­ci­sa­men­te, sobre el futu­ro de estos even­tos, los Estu­dios de Cien­cias de la Infor­ma­ción y de la Comu­ni­ca­ción de la UOC han orga­ni­za­do el webi­nar: “Los fes­ti­va­les de cine tras la cri­sis sani­ta­ria: refle­xio­nes y pro­pues­tas de futu­ro” que se rea­li­za­rá el 17 de junio a las 17h, en el que dife­ren­tes exper­tos y miem­bros del Sit­ges — Fes­ti­val Inter­na­cio­nal de Cine Fan­tás­ti­co de Cata­lun­ya refle­xio­na­rán sobre sobre cómo afron­tar algu­nos aspec­tos del futu­ro incier­to que espe­ra a los gran­des even­tos cine­ma­to­grá­fi­cos.

¿Volver a los clásicos?

Otra de las con­se­cuen­cias de la pan­de­mia por la COVID-19 es que el con­fi­na­mien­to ha dis­pa­ra­do las horas que pasa­mos fren­te a la peque­ña pan­ta­lla. El mes de mar­zo fina­li­zó como el de mayor audien­cia en la his­to­ria de la tele­vi­sión, con 4 horas y 45 minu­tos de media por per­so­na, según el infor­me que Bar­lo­ven­to Comu­ni­ca­ción, con datos de Kan­tar, emi­tía a prin­ci­pios de abril. Y al ter­mi­nar abril, otro infor­me anun­cia­ba que esa cifra his­tó­ri­ca se vol­vía a supe­rar, alcan­zan­do las 5 horas y 2 minu­tos por per­so­na. Tam­bién Net­flix batía sus récords: en un comu­ni­ca­do publi­ca­do en Variety, afir­ma­ba que en los pri­me­ros cua­tro meses de este año había aumen­ta­do el núme­ro de sus­crip­to­res en 16 millo­nes.

Con los roda­jes para­li­za­dos duran­te meses, el pro­ble­ma podría ser aho­ra la fal­ta de con­te­ni­dos ante un públi­co que no hace más que aumen­tar su con­su­mo. Una situa­ción que según Jor­di Sán­chez Nava­rro podría apro­ve­char­se para regre­sar a los clá­si­cos. «Podría ser una mag­ní­fi­ca opor­tu­ni­dad para que el públi­co conoz­ca más a fon­do la his­to­ria del cine. Hay muchí­si­ma pro­duc­ción, por ejem­plo la de los gran­des estu­dios del Holly­wood clá­si­co, que no está dis­po­ni­ble en pla­ta­for­mas de strea­ming», recuer­da el pro­fe­sor de la UOC, que aun­que cree que la indus­tria audio­vi­sual recu­pe­ra­rá pron­to el rit­mo de gene­ra­ción de nue­vos con­te­ni­dos, pien­sa que la edad dora­da de los clá­si­cos podría tener cabi­da. «Inclu­so pen­san­do en un mun­do ideal, podría­mos asis­tir tam­bién a la revi­ta­li­za­ción de bue­na par­te de la his­to­ria de la tele­vi­sión. ¿Por qué no pen­sar en que algu­nas pla­ta­for­mas de strea­ming recu­pe­ren clá­si­cos de la tele­vi­sión? Podría­mos con­ver­tir­nos en espec­ta­do­res con volun­tad explo­ra­do­ra y con ganas de dejar­nos sor­pren­der por clá­si­cos que man­tie­nen intac­ta su capa­ci­dad de fas­ci­na­ción», con­clu­ye Sán­chez Nava­rro.

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