El arqui­tec­to Javier Domín­guez refle­xio­na sobre los efec­tos de la DANA, los sis­te­mas de pre­ven­ción y la actua­ción de las auto­ri­da­des en la ges­tión de la catás­tro­fe.

 

Por su inte­rés, repro­du­ci­mos el artícu­lo de opi­nión escri­to por el arqui­tec­to Javier Domín­guez y publi­ca­do ori­gi­nal­men­te en las pági­nas del dia­rio Las Pro­vin­cias.

La terri­ble pér­di­da de vidas ino­cen­tes, ori­gi­na­das por la ave­ni­da, podría haber­se evi­ta­do si las auto­ri­da­des hubie­ran actua­do con dili­gen­cia y pro­fe­sio­na­li­dad en vez de dedi­car­se al “jue­go de la cul­pa”. (Hood).

La trá­gi­ca y mor­tal DANA que ha cas­ti­ga­do Valen­cia una vez más, ha saca­do a relu­cir las mise­rias de una nar­ci­sis­ta e incom­pe­ten­te cla­se polí­ti­ca, el nau­fra­gio ins­ti­tu­cio­nal, el cinis­mo de los pal­me­ros de Mon­cloa inven­tan­do y ati­zan­do con­flic­tos y sobre todo, el abis­mo entre la reali­dad ofi­cial y la de la calle. La inca­li­fi­ca­ble fal­ta de coor­di­na­ción, medios y de dis­po­ni­bi­li­dad de recur­sos, con­tras­ta con el valor, gene­ro­si­dad y entre­ga de miles de jóve­nes, volun­ta­rios y ciu­da­da­nos anó­ni­mos, que con su ejem­plo apor­tan espe­ran­za ante tan­to dolor. Aver­güen­za el cúmu­lo de deci­sio­nes tar­días, insu­fi­cien­tes y errá­ti­cas adop­ta­das por las auto­ri­da­des nacio­na­les, auto­nó­mi­cas y pro­vin­cia­les, ante­po­nien­do el rédi­to elec­to­ral fren­te a la asis­ten­cia a las víc­ti­mas de las inun­da­cio­nes.

Muchos se pre­gun­tan: ¿cómo es posi­ble que 42 años des­pués de la pan­ta­na­da de Tous, con ape­nas una dece­na de falle­ci­dos, se pro­duz­ca una catás­tro­fe de tal mag­ni­tud, que tri­pli­que el núme­ro de muer­tos de la ria­da de 1957? No es fácil man­te­ner la cal­ma en medio de una tem­pes­tad que recuer­da el uni­ver­so dis­tó­pi­co de Geor­ge Orwell. En su popu­lar ensa­yo, cuyo títu­lo toma pres­ta­do este escri­to, el bri­tá­ni­co mues­tra aso­cia­das a ambas cria­tu­ras mito­ló­gi­cas, que a lo lar­go de la his­to­ria repre­sen­tan con­tra­par­tes opues­tas, como metá­fo­ra de la con­cien­cia social. Fero­ces adver­sa­rios, el león, que la lite­ra­tu­ra zoo­ló­gi­ca cris­tia­na equi­pa­ra al Anti­cris­to, repre­sen­ta el domi­nio, el poder y la auto­ri­dad. El macho alfa que vive con un harén de hem­bras que cazan para él, símil del señor feu­dal, del buró­cra­ta chu­les­co que vive rodea­do de pri­vi­le­gios y pre­ben­das, sin impor­tar­le el bien­es­tar de sus sier­vos. Por el con­tra­rio, en los tex­tos rabí­ni­cos el uni­cor­nio es un ani­mal fuer­te e indo­ma­ble, que en el medie­vo se aso­cia al Sal­va­dor, sim­bo­li­zan­do la magia, el valor, la jus­ti­cia (el cuerno como espa­da de Dios) y la pure­za, de los ino­cen­tes, del pue­blo llano.

En 1982, cuan­do se pro­du­ce la rotu­ra de la pre­sa de Tous, Feli­pe Gon­zá­lez está a pun­to de con­ver­tir­se en pre­si­den­te del gobierno y Espa­ña aún no ha sus­cri­to el Tra­ta­do de Adhe­sión a la CEE . La mayo­ría de la pobla­ción care­ce de telé­fo­nos móvi­les y nin­guno de éstos tie­ne acce­so a inter­net. Cua­tro déca­das des­pués, la situa­ción tec­no­ló­gi­ca y de las comu­ni­ca­cio­nes nada tie­ne que ver con aque­lla. His­tó­ri­ca­men­te las inun­da­cio­nes como los terre­mo­tos, las sequías o los incen­dios son los tipos de desas­tre natu­ral con mayor reper­cu­sión socio­eco­nó­mi­ca del mun­do. De hecho el Ins­ti­tu­to Geo­ló­gi­co Mine­ro Espa­ñol ‑IGME‑, crea­do por Isa­bel II, lle­va estu­dian­do sus cau­sas y orí­ge­nes des­de 1849.

El IGME, depen­dien­te hoy del Con­se­jo Supe­rior de Inves­ti­ga­cio­nes Cien­tí­fi­cas, redac­ta­ría en 2005 el pri­mer Plan de Ries­gos Geo­ló­gi­cos ‑PRIGEO-. Pos­te­rior­men­te el Minis­te­rio de Medio Ambien­te incor­po­ran­do cri­te­rios de la Direc­ti­va euro­pea del Agua ‑2000/60/CE- y de la 2007/60/CE de eva­lua­ción y ges­tión de los ries­gos de inun­da­ción, ins­tau­ra el Sis­te­ma Nacio­nal de Car­to­gra­fía de Zonas Inun­da­bles ‑SNCZI-

Tam­bién des­de las Olim­pia­das del 92 se desa­rro­llan Pla­nes de Pro­tec­ción Civil ante el Ries­go de Inun­da­cio­nes, ela­bo­ra­dos siguien­do las direc­triz bási­ca (BOE de 14 de febre­ro de 1995), para ámbi­tos esta­tal, auto­nó­mi­cos y loca­les. En esen­cia son las con­fe­de­ra­cio­nes hidro­grá­fi­cas y las agen­cias auto­nó­mi­cas del Agua, los prin­ci­pa­les agen­tes res­pon­sa­bles de que el Domi­nio Públi­co Hidráu­li­co ‑DPH- cum­pla correc­ta­men­te su papel ambien­tal, de pro­tec­ción de ribe­ras, cau­ces, eco­sis­te­mas flu­via­les, de pre­ven­ción de cre­ci­das,…

La Comu­ni­dad Valen­cia­na dis­po­ne des­de 2003 del Plan de Acción Terri­to­rial sobre pre­ven­ción del Ries­go de Inun­da­ción ‑PATRICOVA‑, actua­li­za­do según lo pre­vis­to en la Direc­triz 66 de la Estra­te­gia Terri­to­rial de la Comu­ni­tat de 2011.

Por si ello no fue­ra sufi­cien­te, las dife­ren­tes admi­nis­tra­cio­nes impli­ca­das cuen­tan con can­ti­da­des ingen­tes de datos glo­ba­les pro­ce­den­tes de saté­li­tes y sis­te­mas de medi­ción terres­tres, aéreos y marí­ti­mos, per­te­ne­cien­tes a la Agen­cia Espa­cial Euro­pea ‑ESA‑, la Orga­ni­za­ción Euro­pea para la Explo­ta­ción de Saté­li­tes Meteo­ro­ló­gi­cos ‑EUMETSAT‑, el Cen­tro Euro­peo de Pre­vi­sio­nes Meteo­ro­ló­gi­cas y otras muchas agen­cias y orga­nis­mos. Para­le­la­men­te se ha veni­do desa­rro­llan­do un soft­wa­re como el Pro­gra­ma de Obser­va­ción de la Tie­rra de la Unión Euro­pea, cono­ci­do por Coper­ni­cus , o el Sis­te­ma Auto­má­ti­co de Infor­ma­ción Hidro­ló­gi­ca ‑SAIH‑, que lle­van lus­tros ope­ra­ti­vos con apli­ca­cio­nes de Vigi­lan­cia Atmos­fé­ri­ca, Ges­tión de Emer­gen­cias,…

El fatí­di­co mar­tes 29 de octu­bre, los dife­ren­tes cen­tros inter­na­cio­na­les (Sis­te­ma Euro­peo de Aler­ta de Inun­da­cio­nes), esta­ta­les (Con­fe­de­ra­ción,..), auto­nó­mi­cos y pro­vin­cia­les dis­po­nen de sis­te­mas de aler­ta tem­pra­na, que moni­to­ri­zan el nivel del agua en tiem­po real para hacer fren­te a las pre­ci­pi­ta­cio­nes torren­cia­les. Por tan­to, resul­ta obvio afir­mar que las auto­ri­da­des res­pon­sa­bles cono­cen el visor de la Gene­ra­li­tat que deta­lla rigu­ro­sa­men­te las zonas con ries­go de inun­da­ción y reci­ben un avi­so cuan­do se pro­du­ce una ave­ni­da.

¿Cómo se expli­ca que des­bor­dán­do­se el río Magro en Utiel, se per­mi­tie­ra que diez horas des­pués, tras ver devas­ta­da Chi­va en las noti­cias, el barran­co del Poyo, a su paso por Cata­rro­ja, Pican­ya, Alfa­far y Seda­ví, se con­vir­tie­ra en una tram­pa mor­tal para miles de per­so­nas que regre­sa­ban a sus hoga­res? La res­pues­ta y la ges­tión de la catás­tro­fe es tan nefas­ta como puni­ble, pues con un ser­vi­cio de vigi­lan­cia y detec­ción sobre el terreno y por saté­li­te, con una red de comu­ni­ca­cio­nes de gran alcan­ce para trans­mi­tir aler­tas y avi­sos, pre­vis­tos para  miti­gar posi­bles daños , resul­ta inacep­ta­ble la pér­di­da de tan­tas vidas huma­nas.

El dra­ma ha retra­ta­do a la cla­se polí­ti­ca absor­ta en eva­dir sus res­pon­sa­bi­li­da­des alu­dien­do a la com­ple­ji­dad orga­ni­za­ti­va y tra­tan­do de demo­ni­zar al adver­sa­rio, en un ridícu­lo sai­ne­te, que recuer­da el rela­to “El jue­go de la cul­pa” con el que Chris­topher Hood actua­li­za la imper­tur­ba­ble inmo­ra­li­dad de “El Prín­ci­pe” de Maquia­ve­lo.

Comparte esta publicación

amadomio.jpg

Suscríbete a nuestro boletín

Reci­be toda la actua­li­dad en cul­tu­ra y ocio, de la ciu­dad de Valen­cia