Ana Martínez Roja debuta por la puerta grande en la novela negra como «Valencia roja» ambientada en el mundo del porno

Una veterana policía aficionada al jazz que huye de sí misma, un empresario del porno, un asesino en serie… y una informática (esta real) que ha utilizado estos ingredientes para dar un exitoso salto la literatura con Valencia Roja (Alfaguara, 2023). Es Ana Martínez Muñoz (Valencia, 1982), cuya ópera prima acaba de llegar a las librerías, y cuyos derechos ya ha vendido en Francia e Italia. Con ella hemos hablado
— Cuéntanos en cinco líneas de qué va Valencia Roja de manera que quien se lea este artículo salga disparado a la librería para comprarlo.
— La novela arranca con el secuestro de Miguel Murillo, un afamado productor y director de cine para adultos, que ultima los preparativos del Festival Valencia Roja. Dos días después, su cuerpo aparece brutalmente asesinado. A partir de este hecho, Nela Ferrer y su equipo tendrán que adentrarse en el mundo de la pornografía, de los abusos sexuales y de la prostitución para llegar a resolver el caso.
— Has elegido a un mujer para protagonizar tu novela. ¿Compromiso feminista, era mejor para el personaje… o ese es un tema que ya no nos debería preocupar?
— Tuve claro desde el principio que sería una mujer, pero, como bien indicas, creo que es un tema que ya no nos debería preocupar.
— ¿Y cómo es Nela Ferrar, cómo has construido el personaje?
Cuando creé el personaje de Nela quise que fuera una mujer fuerte, pero emocionalmente exhausta por un doloroso capítulo de su vida. Aunque da la sensación de ser una persona seca y cortante, en realidad es sensible y empática.
Después de aquella experiencia traumática, vuelve a Valencia para refugiarse en sus raíces y recuperar su vida. Retoma su faceta de clarinetista en la banda de jazz Butoni, cuyos integrantes son su pandilla de toda la vida, y continúa remando en el puerto de Valencia, como hacía con su padre.
El caso la hará ponerse a prueba a sí misma para ganarse la confianza de su nuevo equipo. Emprenderá dos búsquedas: la del asesino y la de su propio instinto que cree haber perdido.
— ¿Nela Ferrer ha venido para quedarse?
Esta novela es autoconclusiva y, de momento, vamos a ver cómo evoluciona. Algo tengo en mente, pero aún es pronto.

— Desde el punto de vista de la investigación, tu novela es muy real y verosímil. ¿Cómo ha sido la labor de documentación para contar el día a día de la policía por dentro?
Siempre he leído novela negra y me gustan especialmente las historias de true crime, por lo que con algunos términos ya estaba familiarizada. Como me atrae tanto este género, documentarme sobre el trabajo policial y judicial me ha resultado muy interesante.
He contado además con el asesoramiento de una agente de policía y de un criminólogo.
— Es un historia de crímenes, pero también hay un mensaje, una reflexión presente en toda la novela sobre el porno, el sexo, la prostitución… ¿Por qué has elegido el género negro para hablar de este tema?
— La novela negra me ha atraído siempre, aunque leo también otros géneros. En este mundo vertiginoso y digitalizado en el que la inmediatez es clave, la literatura debe competir con otras fórmulas de entretenimiento y la novela policiaca o el thriller ofrecen una forma ágil y dinámica de contar historias que nos anima a continuar leyendo en lugar de hacer otras cosas. Pero además de engancharnos, creo que el género negro, por sus características tramas oscuras que ponen el foco en lo más turbio del ser humano, es un buen medio para profundizar en los temas que nos preocupan de la sociedad en la que vivimos, desde la libertad de la ficción.
— Hay muchas opiniones sobre si el porno es o no dañino. ¿Cuál es tu opinión? ¿Es malo per se o es un problema cuando los consumidores son menores, cuando no hay educación sexual, depende del tipo de porno…?
— He puesto especial cuidado para que el narrador no emita juicios de valor. Son los personajes los que dan sus distintos puntos de vista, en forma de diálogo o a través de sus pensamientos.
Después de la ardua investigación, tengo mi propia opinión al respecto, pero creo que debe ser el lector quien saque sus propias conclusiones.
— ¿El porno es cultura?
Si lo vemos como parte del modo de vida o como la costumbre de una época o un grupo social, podríamos decir que sí. Está aceptado socialmente y forma parte de la vida o de las costumbres de muchas personas.
Pero si lo consideramos como forma de expresión cultural en cuanto a grado de desarrollo artístico, científico, industrial…, creo que podríamos decir que no es cultura.
— ¿Consumes porno? Si es así, ¿te atreverías a decirnos qué ves?
Los patrones violentos y de cosificación de la mujer que se dan en el porno mayoritario no me atraen lo más mínimo, por lo que no consumo porno. Aunque, si lo hiciera, no tendría ningún inconveniente en decirlo.
— Muchas gente piensa que para ser escritor solo se necesita talento, pero también es importante la técnica. ¿Qué te ha aportado a ti el haber realizado cursos de literatura creativa, talleres…?
— La escritura, como cualquier otra habilidad o cualquier otro arte, tiene una parte intuitiva, innata, lo que llaman tener facilidad para algo; pero también requiere aprender la técnica. De la misma forma que un músico debe aprender solfeo y conocer las posiciones necesarias para tocar un instrumento, o un pintor debe estudiar las diferentes técnicas de dibujo antes de pintar su primer cuadro; a escribir también se aprende.
Los cursos de escritura me han aportado esa técnica. Te ayudan a estructurar mejor, a crear personajes más humanos o diálogos más verosímiles.

— Cuéntanos un poco de tu relación con la literatura. ¿Cuándo empezaste a escribir y cuándo te diste cuenta de que podrías dar el salto y convertirte en autora? ¿Te hiciste escritora o naciste escritora?
Cuando era niña y alguien me preguntaba qué quería ser de mayor siempre respondía lo mismo: «Escritora o programadora de ordenadores». Pero cuando crecí y me llegó el momento de escoger, como el tema de la escritura lo veía algo utópico, me decidí por los estudios de informática, mi profesión actual.
Durante toda mi vida he ido escribiendo relatos y cuentos, aunque siempre de forma intuitiva y por pura afición. Pero no ha sido hasta que conseguí aprobar la oposición y, por tanto, disponer de algo más de tiempo, cuando he podido ponerme con ello más en serio.
A partir de ahí, decidí ponerme manos a la obra y formarme. Primero en la plataforma Club de Escritores, en la que además de participar en su taller de escritura, pude realizar diferentes cursos: Redacción y estilo, Taller de tramas, de personajes, de voz narrativa, de ambientación o, hasta incluso, uno de introducción al guion cinematográfico. Más tarde descubrí la plataforma Cursiva del grupo Penguin Random House donde continué formándome haciendo varios cursos más de escritura creativa, creación de personajes y dos más especializados en novela negra. En uno de estos últimos empezaron a construirse los mimbres de Valencia Roja, pero aún quedaba mucho trabajo por delante. Continué desarrollando el proyecto y luego me senté a escribir hasta tener concluido el manuscrito.
— Eres escritora de brújula o de mapa, tienes toda la idea en la cabeza desde el principio o te dejas llevar? Cuéntanos un poco como es tu proceso de escritura.
Pues creo que ni una cosa ni la otra. Leí un ensayo sobre escritura de Cesar Mallorquí, Esto no es un manual de escritura (pero se parece), en el que él mismo se define como «escritor GPS» (una mezcla entre brújula y mapa), y me sentí muy identificada con ese método.
Cuando me pongo a escribir tengo claros los puntos principales de la historia, pero no todas y cada una de las escenas. Si intento planificar al detalle todo lo que sucederá en la novela en una escaleta, me bloqueo.
— Antes de llegar a las librerías, ya habías vendido tus derechos en Francia e Italia. Supongo que no te lo esperabas. ¿Cómo recibiste la noticia?
Cuando comencé con la escritura de la novela me puse a ahorrar pensando en una posible autopublicación porque no creí que una editorial de la talla de Alfaguara pudiera interesarse por ella. Traspasar las fronteras, ver traducido el texto a otros idiomas y con unas editoriales tan importantes, me parece absolutamente increíble.
— ¿Te consideras escritora de ‘novela negra’ o estás abierta a otros géneros en función de la historia que quieras contar?
Al plantearme escribir mi primera novela, la principal pretensión fue divertirme y, aunque suene a tópico, escribir el libro que a mí me gustaría leer. Por tanto, lo tuve claro desde el principio: debía ser una novela negra.
Las distopías es un género que también me atrae mucho y, quién sabe, tal vez me anime en algún momento. Pero, por ahora, aún no me veo preparada para abordar una historia tan compleja.
— Desde que Ferrán Torrent publicó No emprenyeu el comissari en 1984 ha habido muchos intentos de convertir a Valencia en escenario de novela negra… aunque somos un ciudad muy tranquila. ¿Cómo es la Valencia de tu novela y qué te interesó desde el punto de vista literario?
— La Valencia de mi novela tiene sus luces y sus sombras, como cualquier otra ciudad. La elegí principalmente por cercanía, porque la conozco bien. Llevo toda mi vida paseando por sus calles y creo que, de la misma forma que Madrid o Barcelona, puede ser un buen escenario para una novela negra.
— Eres una gran admiradora de Agatha Christie ¿Hay algo de ella en tu novela?
— No especialmente, aunque el eje principal de la novela es un whodunit y es cierto que ella fue una maestra en este tipo de misterios.
— Para terminar ¿cuál es tu siguiente proyecto?
— Algo tengo en mente, pero todavía es pronto para hablar de él.
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