Códego del hampa

He par­ti­ci­pa­do en dece­nas y dece­nas de encues­tas para ele­gir las 10, 20 o 25 pelí­cu­las pre­fe­ri­das. Siem­pre lo hago con gus­to. En oca­sio­nes, yo mis­mo las he pro­pues­to a los demás. Pero últi­ma­men­te estoy un poco decep­cio­na­do con esas lis­tas, con­mi­go y con las per­so­nas con­sul­ta­das. Moti­va mi cre­cien­te desin­te­rés el hecho de que unos y otros siem­pre cita­mos los mis­mos fil­mes: El aco­ra­za­do Potem­kin, Ciu­da­dano Kane, Vér­ti­go, Ladrón de bici­cle­tas, Roma, ciu­dad abier­ta, 2001, una odi­sea del espa­cio, Can­tan­do bajo la llu­via, M, el vam­pi­ro de Düs­sel­dorf, Cen­tau­ros del desier­to, Drá­cu­la (1958), El apar­ta­men­to, Con fal­das y a lo loco, El hom­bre que mató a Liberty Valan­ce, Plá­ci­do, Law­ren­ce de Ara­bia, La dol­ce vita, El ángel exter­mi­na­dor, Lo que el vien­to se lle­vó, Los sobor­na­dos… Son unas elec­cio­nes com­pren­si­bles, aun­que algo este­reo­ti­pa­das y en las que pare­ce pri­mar el edu­ca­do áni­mo de no moles­tar el buen gus­to de nadie.

Estos últi­mos días un ami­go, aje­dre­cis­ta sevi­llano y gran aman­te del cine, me ha pedi­do, como curio­si­dad, los títu­los, según mi buen enten­der, de 10 exce­len­tes pelí­cu­las del siglo XX que nun­ca –o rarí­si­ma vez– apa­re­cen en las lis­tas ciné­fi­las. Se las he remi­ti­do por correo elec­tró­ni­co, para su con­su­mo per­so­nal. Aho­ra las doy a cono­cer, con bre­ves comen­ta­rios de dos o tres líneas, en Valen­cia City, revis­ta siem­pre ame­na. Por orden cro­no­ló­gi­co:

El dés­po­ta (David Lean, 1954) Es una de las pelí­cu­las menos cono­ci­das de su direc­tor. No sé por qué: si uno es fan del refi­na­do y exi­gen­te actor Char­les Laugh­ton, se dis­fru­ta a tope.

Novio a la vis­ta (Luis Gar­cía Ber­lan­ga, 1954). Deli­cio­sa recons­truc­ción de los pri­me­ros años del siglo XX, cuan­do muchas fami­lias madri­le­ñas vera­nea­ban en la cos­ta valen­cia­na.

Jor­ge Vico y Joset­te Arno, pare­ja pro­ta­go­nis­ta de la pelí­cu­la Novio a la vis­ta.

La mucha­cha del tra­pe­cio rojo (Richard Fleis­cher, 1955). Su direc­tor es muy gran­de, aun­que la crí­ti­ca pare­ce haber­se olvi­da­do de él. Todos los hono­res se los lle­van Ford, Hitch, Lang…

El increí­ble hom­bre men­guan­te (Jack Arnold, 1957). Cima del cine fan­tás­ti­co de cual­quier épo­ca. El cuer­po del pro­ta­go­nis­ta va per­dien­do peso y altu­ra y su vida se con­vier­te en una pesa­di­lla.

El últi­mo hurra (John Ford, 1958). Un vete­rano polí­ti­co de Nue­va Ingla­te­rra lucha para man­te­ner su pues­to como alcal­de en una cam­pa­ña muy reñi­da y cues­tio­na­ble. Genial Spen­cer Tracy.

Códi­go del ham­pa (Don Sie­gel, 1964). De las mejo­res pelí­cu­las del mag­ní­fi­co Sie­gel. Sen­sa­cio­nal repar­to: Lee Mar­vin, Angie Dic­kin­son, John Cas­sa­ve­tes, Ronald Reagan, Clu Gula­ger…

Dia­rio ínti­mo de Adè­le H (Fra­nçois Truf­faut, 1975). La his­to­ria más apa­sio­na­da, obse­si­va y con­mo­ve­do­ra de un cineas­ta siem­pre intere­san­te y per­so­nal, pero de ins­pi­ra­ción irre­gu­lar.

La mos­ca (David Cro­nen­berg, 1986). Un cien­tí­fi­co se uti­li­za a sí mis­mo como coba­ya en un expe­ri­men­to de tele-tran­s­­fo­r­­ma­­ción. Obra maes­tra del cine fan­tás­ti­co. Pese a ello, nadie la cita.

El día de la bes­tia (Álex de la Igle­sia, 1995). Hace ya casi 30 años de esta pelí­cu­la –la mejor de su direc­tor– ambien­ta­da en un Madrid satá­ni­co y al mis­mo tiem­po muy foto­gé­ni­co.

Esce­na de El día de la bes­tia, pro­ta­go­ni­za­da por San­tia­go Segu­ra.

El sex­to sen­ti­do (M. Night Shya­ma­lan, 1999). Her­mo­sa pelí­cu­la de fan­tas­mas, con un estre­me­ce­dor final-sor­­pre­­sa. Mila­gro: Bru­ce Willis, que no luce múscu­los, está con­vin­cen­te como actor.

Una últi­ma obser­va­ción: en mi pró­xi­ma lis­ta de pelí­cu­las pre­fe­ri­das no me olvi­da­ré de Ama­ne­ce, que no es poco (José Luis Cuer­da, 1989), tan gam­be­rra, tan diver­ti­da, tan ima­gi­na­ti­va.


Foto de por­ta­da: esce­na de la pelí­cu­la Códi­go del ham­pa. 

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