Esta es la inda­ga­ción de un pen­sa­dor ago­nis­ta que se sitúa al bor­de de la His­to­ria, en el apar­te de la orde­na­ción cul­tu­ral, fue­ra de la esce­no­gra­fía polí­ti­ca de las ins­ti­tu­cio­nes, lejos de la correc­ción con­cep­tual, en el inte­rior del len­gua­je y al mar­gen del tiem­po.

Adol­fo Pla­sen­cia, 30 de enero de 2025

Basi­lio Bal­ta­sar es un muy hete­ro­do­xo inte­lec­tual, escri­tor, edi­tor y tam­bién alma mater de las Con­ver­sa­cio­nes y del Pre­mio For­men­tor, que me aca­ba de enviar un pre­cio­so ejem­plar de su últi­mo libro, exqui­si­ta­men­te edi­ta­do has­ta el últi­mo deta­lle por la edi­to­rial KRK, cuya sede está en Ovie­do–. Es su últi­ma y esplén­di­da obra que ha titu­la­do Crí­ti­ca de la razón maqui­nal, cuya apa­ri­ción, cono­cien­do sus ante­rio­res tex­tos, creo que era casi de obli­ga­da escri­tu­ra para él en estos tiem­pos que nos vapu­lean un día, y al siguien­te tam­bién, como si exis­tie­ra una gran maqui­na­ción con­tra noso­tros. Uno de sus enemi­gos en el libro es innom­bra­ble, tal como lo ade­lan­ta en su preám­bu­lo. Se refie­re a él, sin nom­brar­lo, ya en la pági­na 17 del libro, usan­do las pala­bras de Agus­tín de Hipo­na: «¿cómo lla­mar a eso en la medi­da que nos des­tru­ye?

Leí­do el tex­to, –lo que en este caso no qui­ta pos­te­rio­res relec­tu­ras, aun­que ya la pri­me­ra haya sido apa­sio­nan­te–; tras una lec­tu­ra sose­ga­da, paso a des­cri­bir mis sin­ce­ras y com­ple­jas impre­sio­nes, –impro­pia­men­te lar­gas para una rese­ña al uso como sería la que me ha pedi­do mi edi­tor Juan Lagar­de­ra–. Para empe­zar, pue­do des­cri­bir mi lec­tu­ra como algo, por momen­tos esca­lo­frian­te, a veces de casi de llan­to y cru­jir de dien­tes, a veces dul­ce y tam­bién, a veces recon­for­tan­te y ale­gre. Ha sido, en suma, una lec­tu­ra que des­de ya acon­se­jo, por­que tam­bién he per­ci­bi­do que leer este libro mejo­ra­rá al lec­tor, al que estoy segu­ro que va a desim­pa­si­bi­li­zar no una, sino muchas veces, sobre todo en lo que res­pec­ta al deve­nir inme­dia­to actual que nos opri­me, pero tam­bién sobre cosas bien diver­sas. Sin­ce­ra­men­te, todo eso y mucho más provoca…este dia­man­tí­fe­ro libro arti­cu­la­do en for­ma de Ensa­yo de filo­so­fía ago­nis­ta.

Está cla­ro que entre el Tiem­po y Basi­lio Bal­ta­sar hay algo per­so­nal. Y para expre­sar­lo con la elo­cuen­cia que le carac­te­ri­za, toma el papel o pun­to de vis­ta, según la pági­na, de un alter ego que él nom­bra a veces como, filó­so­fo ago­nis­ta y, a veces, como pen­sa­dor ambu­lan­te pero, curio­sa­men­te, no al modo de aque­llos miem­bros del círcu­lo filo­só­fi­co peri­pa­té­ti­co segui­do­res de su fun­da­dor Aris­tó­te­les, en la Gre­cia anti­gua. Nin­gún céle­bre pen­sa­dor de ese círcu­lo como Teo­fras­to, Aris­tó­xeno, Estra­tón de Lám­psa­co, Eude­mo de Rodas, Sáti­ro, o Andró­ni­co de Rodas, todos ellos miem­bros de la anti­gua escue­la peri­pa­té­ti­ca apa­re­ce en el volu­men, cuan­do Bal­ta­sar afir­ma que el «filó­so­fo ambu­lan­te de la Anti­güe­dad se ini­cia­ba en un vero­sí­mil páni­co exis­ten­cial». Tam­bién por eso, es curio­so que Bal­ta­sar hable en nom­bre del «filó­so­fo ambu­lan­te, el acró­ba­ta, que se sus­trae a la tur­bu­lan­te seduc­ción del ayer y a la pode­ro­sa [y peli­gro­sa] fic­ción del maña­na».

Resul­ta que el tér­mino peri­pa­té­ti­cos (περιπατητικοί) fue debi­do a que la sede de aque­lla escue­la filo­só­fi­ca grie­ga esta­ba situa­da al lado del tem­plo dedi­ca­do a Apo­lo Licio, que incluía un jar­dín don­de —según la tra­di­ción his­tó­ri­ca— Aris­tó­te­les paseó con sus dis­cí­pu­los, hacien­do filo­so­fía cami­nan­do mien­tras refle­xio­na­ban sobre la vida. En grie­go, peri­pa­têín sig­ni­fi­ca «dar vuel­tas» y, a cau­sa de ello, a los segui­do­res de Aris­tó­te­les tam­bién se los lla­mó peri­pa­té­ti­cos, a cuya escue­la el gran filó­so­fo deno­mi­nó Peri­pa­tos. Tal vez por­que el pen­sa­mien­to que pre­ten­de hacer y expre­sar Basi­lio en el libro sea el del pen­sa­dor ambu­lan­te que se des­pla­za cons­tan­te­men­te pero que, siem­pre aser­ti­vo, avan­za. Qui­zá no le con­ven­za ese sig­ni­fi­ca­do del peri­pa­té­ti­co dar vuel­tas, aun­que no lo sé con segu­ri­dad.

Pero no quie­ro que se me pase decir­lo, y no voy a negar, que el autor no da dema­sia­das faci­li­da­des al lec­tor en este libro del que habla­mos, por­que yo creo, –y es mi supo­si­ción, y, de nue­vo, no mi cer­te­za–, que Bal­ta­sar pre­ten­de que la lec­tu­ra de este libro suyo se con­vier­ta en un reto. Un apa­sio­nan­te reto, aña­do yo, cosa que me lo pare­ce sin nin­gu­na duda.

Pero, ya que el autor, des­de la por­ta­da inte­rior cali­fi­ca su libro como un Ensa­yo de filo­so­fía ago­nis­ta, creo que debo dar al lec­tor de esta rese­ña un poco de con­tex­to para evi­tar­le ir bus­can­do con el móvil, has­ta los plie­gues de inter­net o que acu­da a cual­quie­ra de los Ter­mo­mix de la infor­má­ti­ca que, ante un prompt de este tipo, segu­ro que sucum­bi­rán a alu­ci­na­cio­nes fal­sa­rias. Ima­gino esto, dado que la mayo­ría, hoy, hemos caí­do víc­ti­mas de mons­truos maqui­na­les en el «meca­nis­mo psi­co­ló­gi­co injer­ta­do en [nues­tros] pro­ce­di­mien­tos de hom­bres amné­si­cos» que «rigen el des­pla­za­mien­to de nues­tra actual cul­tu­ra resig­na­da al orden cul­tu­ral». La resig­na­ción creo que no es, pre­ci­sa­men­te, –el libro lo mues­tra–, una de las vir­tu­des que se pue­de aso­ciar a Basi­lio Bal­ta­sar.

Como decía, daré algo de con­tex­to a quien está leyen­do este tex­to sobre lo que sig­ni­fi­ca la visión y el pun­to de vis­ta de la filo­so­fía des­de la que está posi­cio­na­do el autor de Crí­ti­ca de la razón maqui­nal en su libro. En filo­so­fía polí­ti­ca, el ago­nis­mo (del grie­go ἀγών, agón, «con­flic­to», «dispu­ta») es una teo­ría polí­ti­ca que des­ta­ca el con­flic­to y la con­fron­ta­ción como ele­men­tos esen­cia­les de las demo­cra­cias plu­ra­lis­tas. En lugar de bus­car un con­sen­so abso­lu­to, el pen­sa­mien­to ago­nis­ta actual pro­po­ne, –dicho de for­ma muy resu­mi­da–, ges­tio­nar las dife­ren­cias de mane­ra cons­truc­ti­va, trans­for­man­do el anta­go­nis­mo en ago­nis­mo, es decir, en enfren­ta­mien­tos legí­ti­mos entre adver­sa­rios que res­pe­tan las reglas demo­crá­ti­cas.

A mí me resul­ta acla­ra­to­ria la expli­ca­ción sobre esta for­ma de pen­sar que des­cri­be Chan­tal Mouf­fe, cuan­do dice en rela­ción al (en gran par­te extra­via­do) mun­do polí­ti­co, actual: «La polí­ti­ca tie­ne que ver con el con­flic­to, y la demo­cra­cia con­sis­te en dar la posi­bi­li­dad a los dis­tin­tos pun­tos de vis­ta para que se expre­sen, disien­tan. El disen­so se pue­de dar median­te el anta­go­nis­mo ami­­go-enemi­­go, cuan­do se tra­ta al opo­nen­te como enemi­go –en el extre­mo lle­va­ría a una gue­rra civil–, o, [alter­na­ti­va­men­te] tam­bién a tra­vés de lo que lla­mo ago­nis­mo: un adver­sa­rio reco­no­ce la legi­ti­mi­dad del opo­nen­te y el con­flic­to se con­du­ce a tra­vés de las ins­ti­tu­cio­nes…». Aun­que Adorno, ya en 1974 con­si­de­ra­ba que el pun­to de vis­ta del ago­nis­mo ha de ser enten­di­do siem­pre en un sen­ti­do posi­ti­vo o afir­ma­ti­vo.

Creo sin duda que este sen­ti­do posi­ti­vo, aser­ti­vo y afir­ma­ti­vo impreg­na com­ple­ta­men­te la Crí­ti­ca de la razón maqui­nal de Basi­lio Bal­ta­sar, que está escri­to y publi­ca­do aquí y aho­ra, den­tro de la visión que des­cri­bía el cita­do Adorno cuan­do afir­ma­ba que el ago­nis­mo for­ma par­te del orden social ins­ti­tui­do don­de la socie­dad «se pro­du­ce y se repro­du­ce pre­ci­sa­men­te a par­tir de la inter­co­ne­xión de los intere­ses anta­gó­ni­cos de sus miem­bros». Así que, pese a la diver­si­dad de su voca­bu­la­rio y la enca­ra­ma­da altu­ra y diver­si­dad de las ideas que con­tie­ne, indu­ci­rá refle­xio­nes a la par que entu­sias­mo. Es segu­ro que eso se va gene­rar en su lec­tu­ra, (y las re-lec­­tu­­ras, que acon­se­jo viva­men­te). Tam­bién es un tex­to que va a pro­vo­car al lec­tor apa­sio­na­do; adje­ti­vo que yo aso­cio a su lec­tu­ra, y que segu­ro se hará reali­dad a par­tir de las pri­me­ras pági­nas. Y no exa­ge­ro un ápi­ce.

Ade­más, creo que es un libro y una posi­ción de autor con un pun­to de vis­ta de pen­sa­mien­to de ple­na y vigen­te actua­li­dad. Todo ello a pesar de que en la pági­na 21 el autor advier­te que «la inda­ga­ción de pen­sa­dor ago­nis­ta se sitúa al Bor­de de la His­to­ria, en el apar­te de la orde­na­ción cul­tu­ral, fue­ra de la esce­no­gra­fía polí­ti­ca de las ins­ti­tu­cio­nes, lejos de la correc­ción con­cep­tual, en el inte­rior del len­gua­je y al mar­gen del tiem­po». Pero tam­bién este tipo de visión, de for­ma de ver el mun­do, es según Bal­ta­sar «per­te­ne­cien­te a una tra­di­ción de pen­sa­mien­to inapren­si­ble y erran­te, seve­ro [pero] pacien­te, aris­to­crá­ti­co y dis­pli­cen­te». Nada menos.

De que este tra­ta­do abor­da, sutil pero pro­fun­da­men­te, los más urgen­tes temas de actua­li­dad de nues­tro tiem­po, no que­da­rá duda en cual­quier lec­tu­ra aten­ta. En su segun­do epí­gra­fe titu­la­do El hom­bre arti­fi­cial, pue­de leer­se nada más comen­zar: «una recien­te publi­ca­ción advier­te con entu­sias­mo de que nada podrá pro­te­ger­nos de la nue­va cas­ta: tra­ta­re­mos a los robots como seres vivos. Los con­si­de­ra­dos como exper­tos en la mate­ria dan por hecho que el robot pro­por­cio­na a la gen­te «un nue­vo valor social», que las per­so­nas vul­ne­ra­bles tie­nen una cone­xión men­tal con las apli­ca­cio­nes, que ten­drán rela­cio­nes emo­cio­na­les con las enti­da­des arti­fi­cia­les y habrá gen­te «ena­mo­ra­da» de su chat­bot». No exa­ge­ra. Ase­gu­ro que ya cono­ce­mos, el caso[1] real de un ado­les­cen­te de cator­ce años que se sui­ci­dó por esa razón.

Tras el epí­gra­fe dedi­ca­do a El hom­bre arti­fi­cial, el cur­so del tra­ta­do de filo­so­fía ago­nista de Basi­lio Bal­ta­sar, a par­tir de la pági­na 53, sor­pren­den­te­men­te muta a uan con­fi­gu­ra­ción no-lineal gra­cias a un cam­bio de fór­mu­la narra­ti­va que pasa de ser expli­ca­ti­va, yo creo, a con­ver­tir­se una estruc­tu­ra de párra­fos con­cep­tua­li­za­dos sepa­ra­dos, cada uno con su pro­pio des­en­la­ce y, cada uno, impre­so sepa­ra­do por varios inter­li­nea­dos en blan­co has­ta el siguien­te para faci­li­tar de for­ma natu­ral y flui­da, su refle­xión pun­tual, antes de con­ti­nuar ade­lan­te, o vol­ver atrás. Cada párra­fo sepa­ra­do posee valor sufi­cien­te para ser recor­da­do por sí mis­mo, cada uno flu­ye inde­pen­dien­te de los demás, que apa­re­cen suce­si­va­men­te, pero que no obe­de­cen ni per­te­ne­cen a orde­na­ción nume­ra­ti­va o tema­ti­za­ción algu­na. La pági­na en la que ocu­rre dicha muta­ción, está coro­na­da con una sig­ni­fi­ca­ti­va cita de la Crí­ti­ca de la razón pura de Kant que reza «Un arte ocul­to en las pro­fun­di­da­des del alma huma­na». De ahí en ade­lan­te, como decía, el libro se vuel­ve no-lineal de for­ma que el res­to del volu­men se pue­de abrir por cual­quier pági­na e ini­ciar su lec­tu­ra por cual­quier párra­fo y, a con­ti­nua­ción, tras hacer su pau­sa corres­pon­dien­te, nave­gar por él, sin ser limi­ta­dos por el orden cro­no­ló­gi­co de una lec­tu­ra típi­ca.

Ase­gu­ro inclu­so que, en todo el res­to del libro, se pue­de prac­ti­car sin amba­ges una enri­que­ce­do­ra lec­tu­ra alea­to­ria. Cada párra­fo que abor­de­mos en ella será un intere­san­te nue­vo encuen­tro con ideas insos­pe­cha­das, ines­pe­ra­das, siem­pre enri­que­ce­do­ras, sobre todo si, reite­ro, tras cada párra­fo leí­do, –no impor­ta el orden cro­no­ló­gi­co de esta lectura­–, va segui­do de una pau­sa silen­cio­sa para pen­sar lo leí­do ins­tan­tes antes, con/en cal­ma.

En algu­nos momen­tos este tra­ta­do tam­bién se trans­for­ma por un ins­tan­te en un libro de pre­gun­tas. En la pági­na 86, el autor se inte­rro­ga: «¿Cómo sus­traer­se a la impe­tuo­sa corrien­te de tiem­po? ¿Cómo acer­car­se a la ori­lla y sen­tar­se a pen­sar? ¿Cómo dete­ner­se entre el antes y el des­pués? ¿Cómo evi­ta­rá el equi­li­bris­ta, el acró­ba­ta ago­nis­ta, que su men­te incu­rra en el recuer­do o se dis­per­se en el futu­ro, se pier­da en la memo­ria o se escin­da en la fan­ta­sía?».

Pero la cita­da muta­ción en el trans­cu­rrir del libro a que me refe­ría, estoy segu­ro, –bueno, de nue­vo, lo intu­yo–, que no es fru­to del arre­pen­ti­mien­to de Basi­lio Bal­ta­sar tras cul­mi­nar la par­te ini­cial en Colliu­re –el autor no cuen­ta en sus pági­nas en don­de escri­bió el res­to del libro com­pues­to de for­ma tan dis­tin­ta del prin­ci­pio–. Esta par­te arti­cu­la­da en párra­fos sepa­ra­dos es la que cons­ti­tu­ye el núcleo cen­tral de la Crí­ti­ca de la razón maqui­nal, pero son pará­gra­fos que no pare­cen orde­na­dos en modo alguno. Aun­que como suce­de en las cui­da­das edi­cio­nes como esta, ade­más de en su índi­ce, sí se deno­mi­nan sus par­tes con suge­ren­tes títu­los en todas las cabe­ce­ras de pági­na. Aho­ra las des­grano aquí para incen­ti­var al lec­tor de esta rese­ña a leer, cuan­to antes, el libro. Dichos títu­los son: I. El subli­me inter­va­lo; II. Car­to­gra­fía de espí­ri­tu semi­nal; III. El ángu­lo cie­go de la filo­lo­gía; IV. Cons­te­la­cio­nes del pen­sa­mien­to ago­nis­ta; V. La ilu­sión mecá­ni­ca del mun­do; VI. El her­mé­ti­co mutis­mo de lo inde­ci­ble; VII. Inma­nen­te efer­ves­cen­cia del len­gua­je; VIII. Ple­ni­tud del orbe mar­gi­nal; IX. La razón espec­tral. Y, ahí, fina­li­za.

Como no quie­ro ter­mi­nar esta reco­men­da­ción, –que se ha trans­for­ma­do en cró­ni­ca–, reve­lan­do su abrup­to final, sí voy a con­tar la con­fe­sión que hace el autor, Basi­lio Bal­ta­sar, median­te pen­sa­dor ago­nis­ta inter­pues­to, en uno de esos genia­les párra­fos fina­les, que es demos­tra­ción de que cada uno de ellos en el libro, reite­ro, sos­tie­ne su sen­ti­do por sí mis­mo sin nece­si­tar a los demás, como ocu­rre con la escri­tu­ra con­ven­cio­nal. El párra­fo de dicha con­fe­sión, casi al final del libro, dice así:

«El pen­sa­dor ago­nis­ta es un adúl­te­ro: el aman­te secre­to de la sabi­du­ría que se fue, que se fue más allá del más allá, sopor­ta con abne­ga­ción el eco de su ausen­cia y aco­me­te a solas su intri­gan­te jero­gli­fo».

Fina­men­te, como la mejor for­ma de supe­rar una ten­ta­ción es sucum­bir a ella, intri­ga­do sobre la for­ma de com­po­ner y escri­bir este libro, tras su lec­tu­ra, bus­qué algu­na infor­ma­ción sobre si su autor, Basi­lio Bal­ta­sar, había con­ta­do algo sobre su for­ma de escri­bir, este libro o en esta eta­pa. En esa bús­que­da encon­tré en una entre­vis­ta en la que, ante un intri­ga­do entre­vis­ta­dor, Manuel Mateo Pérez, –tan­to como lo estoy yo tras leer su Crí­ti­ca de la razón maqui­nal–, Basi­lio, tras des­pa­char­se a gus­to, pre­ci­sa­men­te con esta reali­dad maqui­nal, en que vivi­mos:

«La indus­tria del espec­tácu­lo, la fac­to­ría del entre­te­ni­mien­to, la emi­sión de sus innu­me­ra­bles pro­duc­tos, some­te a la ima­gi­na­ción a una deli­ran­te atro­fia cog­ni­ti­va. Toda­vía no esta­mos pre­pa­ra­dos para enten­der la mag­ni­tud de este saqueo. El con­su­mo adic­ti­vo de las imá­ge­nes indu­ce un ador­me­ci­mien­to de la inte­li­gen­cia y una caren­cia de sen­si­bi­li­dad. La bana­li­dad, la apo­lo­gía de la vio­len­cia, la vul­ga­ri­dad por­no­grá­fi­ca y la estu­pi­dez… los des­per­di­cios y la basu­ra que se amon­to­nan hacen de la memo­ria huma­na un inmen­so ester­co­le­ro».

… al final, hizo algo a lo que no es muy dado. Se con­fe­só sin­ce­ro sobre su for­ma actual de con­ce­bir la crea­ción lite­ra­ria, decla­ran­do:

«…la inten­si­dad de la con­cen­tra­ción es lo que deter­mi­na el momen­to y el lugar, la deter­mi­na­ción con que uno se pone a tra­ba­jar. Pues se tra­ta de eso: una fae­na. En los dos sen­ti­dos. No hay nada lúdi­co ni pla­cen­te­ro. Sal­vo a la hora de corre­gir. Enton­ces sí que uno expe­ri­men­ta un cier­to pla­cer: supri­mien­do, ampu­tan­do y cer­ce­nan­do el tex­to¡Eso sí que vale la pena!».

No diré más. Rue­go al lec­tor de esta cró­ni­ca que cuan­to antes, vaya a com­prar el libro impre­so Crí­ti­ca de la razón maqui­nal en la mag­ní­fi­ca edi­ción edi­to­rial ove­ten­se KRK. Por cues­tio­nes ergo­nó­mi­cas y de salud men­tal, –no es nin­gún pre­jui­cio per­so­nal ni ludi­ta–, acon­se­jo al lec­tor que no lea este libro en un Smartpho­ne sino en el exce­len­te papel ver­ju­ra­do impre­so de KRK. Es un con­se­jo de ami­go.

Infor­ma­ción sobre la edi­ción:

Crí­ti­ca de la razón maqui­nal

de Basi­lio Bal­ta­sar,

KRK edi­cio­nes. Publi­ca­ción: noviem­bre 2024, ISBN: 978–84–8367–834‑3 . Pági­nas: 240.

https://krkediciones.com/producto/critica-de-la-razon-maquinal/

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