Alfredo Argilés y Santos Ruiz, cronistas gastronómicos
El pasado 13 de enero, se presentó en público la nueva edición del Almanaque Gastronómico de la Comunidad Valenciana, la obra en equipo más prestigiosa de la crítica culinaria en nuestro ámbito. Mano a mano, los reconocidos cronistas gastronómicos Alfredo Argilés –habitual en las páginas de El País–, y Santos Ruiz, colaborador de El Mundo, el Gastro-blog y Onda Cero, han dirigido este libro por el que discurren cerca de 300 restaurantes y otras muchas más anotaciones para el buen comer en la Comunidad. En esta entrevista al alimón, repasan el actual y excelente momento de la cocina valenciana.
¿Cuál es el estado actual de la cocina valenciana?
AA: Bueno. Se consolidan las propuestas de alto nivel y se dejan ver aspectos positivos en aquellos que parecen el futuro. El público, pese a la crisis, llena los restaurantes, lo cual induce a pensar que aprecia lo que se le ofrece.
SR: Pues yo creo que adaptándose a los tiempos. No me cabe ninguna duda de que los restauradores valencianos no hacen hoy la cocina que quieren, sino la que pueden. Excepto unos cuantos héroes, la mayoría han tenido que adaptar sus propuestas al bolsillo del cliente, que hoy está bastante “pelao”.
¿Creen que las limitaciones que vive ahora la alta cocina han terminado por beneficiar el nivel medio de la cocina valenciana, dada la “emigración” masiva de buena cocina al segmento medio?
AA: Sin ninguna duda. Los cocineros que habían adquirido gran prestigio se empeñan en demostrar que son capaces de cocinar con éxito no solo los presuntos grandes productos, sino en convertir en buena cocina aquella que desarrollan con otros más humildes en el precio.
SR: Más bien diría que se ha creado un nuevo segmento de cocina. El público no ha migrado masivamente hacia restaurante de precio medio que ya existían sino que han aparecido una nueva generación de locales del tipo bistró o gastrobares donde se refugia hoy el cliente sin mucho criterio que quiere estar en un sitio cool pagando lo mínimo.
Como consecuencia de lo anterior, ¿están de acuerdo con el hecho de que hoy se come mejor que nunca por menos dinero que nunca?
SR: Pues no. Mejor que nunca se comía hace cinco o seis años, cuando tenías en la Comunidad Valenciana un buen puñado de restaurantes que se la podían jugar con lo mejorcito del país. Otra cosa es que ahora hay más oferta de bajo precio.
AA: Diríamos que se ha creado un estrato intermedio, que estaba mal representado en el pasado, en el que por razón de la disminución de los costes y el cambio de primeras materias a otras menos lujosas, permite comer platos realizados con criterios de alta cocina precios razonables. Se come bien y más barato en esos locales. Los que lo hacían menos bien en general continúan en su línea.
Entre otras mejorías, ¿es verdad que ya se come buen arroz en multitud de lugares?
SR: Sí, en la cocina de los arroces hemos mejorado mucho. Hay más arroces, mejor preparados y con fórmulas que escapan al clasicismo.
AA: El arroz es un tema muy debatido. Pienso que siempre se han comido buenos arroces en la Comunidad. Con la expresión “buenos arroces” no necesariamente me refiero a la paella, que es difícil encontrar en condiciones, pero ahora prevalecen otro tipo de guisos con arroz –los caldosos, los melosos– que suelen dar resultado positivo.
Definitivamente, ¿la gastronomía informal ha venido para quedarse?
AA: Se quedará aquí y en el resto de mundo. La gente tiene muchas opciones para comer, pero prevalece la comida rápida, aquella que permite interrumpir durante poco tiempo el trabajo o las obligaciones.
SR: Las modas nunca son eternas. El bar de siempre (que no ha llegado ahora) estará toda la vida. La gastrotaberna pasará.
Se observa la emergencia por fin de cocinas de fusión, de cocina orientales que influyen en altos cocineros valencianos. ¿Esta cocina tiene buenos representantes en Valencia?
SR: Cada vez más. Ha tardado en instalarse aquí –algo normal porque nuestras ciudades no son precisamente cosmopolitas–, pero ahora hay muy buenos cocineros seducidos por esta línea y de esas manos salen grandes platos.
AA: Observemos nuestra sección del Almanaque “Otras formas de comer”. Veremos que el número de locales que la ofrecen crece día a día. Y estos locales están repletos de fusión, de nuevas ideas y sabores. Además, nuestros cocineros más importantes se han apuntado –con éxito– al concepto.
¿Qué es de esa “nueva ola” de la cocina valenciana? ¿En qué estado se encuentra?
AA: Llena de ideas y falta de posibilidades económicas para desarrollarlas, en general.
SR: Yo creo que reinventándose. Muchos de los que fueron sus representantes, por ejemplo Quique Barella, Vicente Patiño, Rafa Soler…, vieron cerrados sus restaurantes a consecuencia de la crisis. Hoy intentan lanzar nuevos proyectos que aún están por consolidarse, y un cocinero sin restaurante es como un soldado sin patria.
¿Qué aporta la nueva edición del Almanaque Gastronómico de la C.V.?
SR: Fundamentalmente dar mucha importancia a las nuevas tendencias gastronómicas. Alfredo se ha inventado esa nueva sección llamada “Otras formas de comer” donde se recoge todas esas propuestas que se alejan del clásico restaurante.
AA: A esta pregunta que respondan los lectores. Será más objetivo.
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