Un incendio devastó en la madrugada del miércoles, día 9 de septiembre, el 80% del campo de refugiados de Moria, donde en plena pandemia y a pesar de las exigencias de distanciamiento social, unas 13.000 personas vivían hacinadas en un espacio concebido para 3.000.
Hace meses que varias ONG venían avisando sobre el peligro de incendio en un campamento hecho a base de plástico y tela, «denunciando las pésimas condiciones en las que vivían las personas refugiadas«, denuncian desde la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR).
«Los países de la UE deben recordar los compromisos incumplidos en 2017 y reubicar a las miles de personas que se han quedado nuevamente sin refugio», recalcan.
«Los compromisos quedan en nada si no se cumplen y estas tragedias no se evitan con reacciones mediáticas, sino con medidas que garanticen el acceso al derecho de asilo y una acogida en condiciones dignas«, sentencian.
Por ello desde CEAR reclaman ayuda para seguir protegiendo los derechos y las vidas de estas personas.