• Nues­tro hom­bre sue­ña en soñar. Con el calen­tón de las lec­tu­ras del Freud en la juven­tud. lo pri­me­ro que hacia al des­per­tar era apun­tar sus sue­ños. Pasó el tiem­po y se apa­gó su mun­do oní­ri­co. No recor­da­ba sus sue­ños. Hoy la cosa cam­bia. Recuer­da sus sue­ños con pre­ci­sión ciné­ti­ca.