Los datos del Informe del Sector de las ONGD 2019 lo dejan claro: el apoyo ciudadano continúa en aumento y sostiene a un sector que presta servicios esenciales a las personas en situación de mayor vulnerabilidad en el contexto mundial de pandemia. El 52% fondos que manejan las ONG de Desarrollo son privados; el voluntariado no para de crecer y aumenta un 18% con respecto a 2016; y contamos con una base social de 2,4 millones de personas y donantes. Estos datos deben ser entendidos en su doble vertiente: por un lado, suponen un apoyo a la cooperación y a las ONGD; por otro, significan una llamada de atención al Gobierno para que esté a la altura de sus compromisos y los tiempos actuales. “No se puede caer en la tentación de detraer recursos de cooperación para atender necesidades dentro de casa; tal medida supondría ignorar que la respuesta a la pandemia solo será efectiva si es global”, señalan en su comunicado la Coordinadoras de ONGD.
Algunos datos
Las ONGD españolas están presentes en 114 países, donde realizan 3.857 proyectos con 35 millones de personas, la mayoría de ellas son mujeres.
Los ingresos de los socios destinados a cooperación en 2018, ascendieron a 624 millones de euros. El 85% de los gastos, es decir 512 millones de euros, se destinó a: ejecución de proyectos y programas de desarrollo (359 millones); proyectos de acción humanitaria (114 millones); e iniciativas de educación para la ciudadanía global (39 millones). El resto de recursos se invierte en estructura, iniciativas de captación y otras actividades complementarias.
En las ONGD trabajan 8.807 personas. La gran mayoría, 5.935, fuera de España; y, de ellas, 5.201 son originarias de los países en los que trabajamos. Si nos focalizamos en el personal local, el 62% corresponde a hombres y 38% a mujeres. En las sedes en España, la mayoría del personal son mujeres: 70% frente al 30% que son hombres; a pesar de ello, cuando se trata de presidencia y junta de gobierno, los puestos continúan mayoritariamente en manos de hombres: 69% frente al 31% en el caso de las mujeres. Este hecho es reflejo de la sociedad patriarcal en la que vivimos de cuyos problemas las ONGD no están exentas
La resistencia del sector, a prueba con la crisis del COVID19
La actual crisis amenaza con nuevos retrocesos que pueden poner en dificultad la capacidad de las organizaciones para dar respuesta a las necesidades existentes y enfrentar crisis futuras. En el terreno laboral, la mayoría de las organizaciones ha optado por mantener el empleo, incluso con cargo a los fondos disponibles o reservas. De momento son pocas las que se han visto obligadas a aplicar ERTES durante la vigencia del estado de alarma, pero más de la mitad de las organizaciones cree que a medio plazo la crisis puede llevar a la reducción las plantillas. Preocupa especialmente el impacto que la crisis pueda tener en las organizaciones socias con las que vienen trabajando en los países.
En este contexto la coordinadora considera importante poner en marcha los mecanismos necesarios para evitar que el impacto de la crisis limite la capacidad de acción de las organizaciones de desarrollo. Estos mecanismos deben girar, al menos, en torno a tres medidas: por un lado, flexibilidad en la ejecución de los proyectos con seguridad jurídica; por otro, un mantenimiento y mejora, con recursos adicionales, de las convocatorias públicas de cooperación para ONG, y por último un aumento de los presupuestos generales del Estado para 2021 en Ayuda Oficial al Desarrollo para alcanzar el 0,5% durante la legislatura en el camino hacia el 0,7%
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