El duo grabará en el TEM su manifiesto a favor de detener el tiempo y el ritmo de una sociedad contemporánea acelerada

Ana Sanahu­ja, la voz de Ver­so­nau­tas.

El nom­bre Ver­so­nau­tas fue un rega­lo que el can­tau­tor Jor­ge Drex­ler les hizo al tán­dem crea­ti­vo for­ma­do por Roqui Albe­ro y Ana Sanahu­ja. Su pro­pues­ta con­jun­ta par­te de la cons­tan­te bús­que­da de un len­gua­je híbri­do y se encuen­tra en los már­ge­nes de dis­ci­pli­nas artís­ti­cas como la poe­sía oral y escé­ni­ca, la músi­ca, la per­for­man­ce y el tea­tro.

«Nues­tra razón crea­ti­va se basa en encon­trar una voz que reve­le las inquie­tu­des comu­nes en una socie­dad cada vez más diver­sa, pro­pi­cian­do un espa­cio para la refle­xión y enten­dien­do el arte como un acto poé­ti­co en el que las imá­ge­nes o metá­fo­ras son sím­bo­los que esti­mu­lan el pen­sa­mien­to libre», expli­ca la for­ma­ción.

Este pró­xi­mo 16 de diciem­bre, el TEM será el esce­na­rio don­de Ver­so­nau­tas haga la gra­ba­ción en direc­to de su poe­ma sono­ro Pre­lu­dio a la len­ti­tud. El dis­co será edi­ta­do en vini­lo por Dis­cos flo­tan­tes.

El espa­cio sono­ro, la ilu­mi­na­ción y otros ele­men­tos escé­ni­cos les arro­pan en un espec­tácu­lo en el que Pablo Rosal apor­ta el tex­to y la mira­da escé­ni­ca; Tere­sa Juan, el arte y el ves­tua­rio, y Jri­sa Lia­lia, el dise­ño de ilu­mi­na­ción.

En esce­na, ambos intér­pre­tes recu­rren a tex­tos pro­pios que van des­gra­nan­do acom­pa­ña­dos de ins­tru­men­tos musi­ca­les. Albe­ro, asis­ti­do por una trom­pe­ta y una marím­bu­la, y Sanahu­ja, al piano y el sin­te­ti­za­dor. En pala­bras de sus auto­res, la obra es «una medi­ta­ción colec­ti­va que nos ins­ta­la en un lugar pre­vio a todo hacer».

Roqui Albe­ro, el 50% de la ban­da.

Detener la velocidad

A tra­vés de la músi­ca y la pala­bra bus­can sumer­gir a la audien­cia en un entre­na­mien­to sen­so­rial que les sitúe en el umbral de la per­cep­ción. El eje ver­te­bra­dor de toda la obra es el anhe­lo de dete­ner­se ante la velo­ci­dad del día a día. «Esta pie­za, este cla­ro en el bos­que, abre una grie­ta que nos lle­va a la aper­tu­ra espi­ri­tual a tra­vés de la repe­ti­ción, de la espi­ral, del enros­ca­mien­to, de la insis­ten­cia. Hay un hechi­zo en el acto de inci­dir en la belle­za de lo sim­ple», apre­cian.

«Nues­tro dis­co ante­rior, Astro azul, era muy de estu­dio, por sin­té­ti­co y elec­tró­ni­co, así que aho­ra que­ría­mos pro­vo­car un con­tras­te. Pre­lu­dio a la len­ti­tud tie­ne una cua­li­dad sal­va­je, pare­ce impro­vi­sa­do en el momen­to, así que hemos opta­do por la gra­ba­ción en direc­to para que nos lle­ve a un soni­do más cru­do. Será un dis­co escé­ni­co, que no ten­drá temas, sino esce­nas, y plas­ma­rá cómo se rela­cio­nan tea­tro, poe­sía y músi­ca. Como todo es tan tec­no­ló­gi­co, que­re­mos ir hacia el regre­so, al soni­do de los dis­cos de Oleg Kara­vai­chuk, Svia­tos­lav Rich­ter y Martha Arge­rich, tres pia­nis­tas cuyas gra­ba­cio­nes en direc­to tie­nen un soni­do vivo, de ambien­te con gen­te», ha expli­ca­do Ana Sanahu­ja.

El pro­yec­to Ver­so­nau­tas se creó en Valen­cia en el año 2013 y está diri­gi­do por dos almas inquie­tas que, antes de con­fluir en la Escue­la Supe­rior de Músi­ca de Bar­ce­lo­na (ESMUC), bebie­ron de las esce­nas cul­tu­ra­les de ciu­da­des como La Haba­na, Nue­va York y Bue­nos Aires.

A lo lar­go de una esti­mu­lan­te tra­yec­to­ria que ha dado como fru­to cin­co espec­tácu­los mul­ti­dis­ci­pli­na­rios, ambos músi­cos intér­pre­tes y rap­so­das han inda­ga­do en las posi­bi­li­da­des que la poe­sía y la músi­ca en direc­to ofre­cen a las artes vivas. Des­de su for­ma­ción, su razón de ser crea­ti­va se basa en encon­trar una voz que reve­le las inquie­tu­des comu­nes en una socie­dad cada vez más diver­sa.

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