En esta primera parte de la conversación con el científico de datos Cesar Hidalgo, abordamos el impacto de datos e IA en la sociedad; cómo aprenden las organizaciones, y cómo juzgamos a las tecnologías que nos aumentan.
Poder tener mi primera conversación en persona con César Hidalgo no fue tarea fácil. Él no tenía ni un minuto libre. Dirigía entonces en el MIT Media Lab un equipo de casi 20 personas que lideraba el MacroConnections Group después llamado Collective Learning group, como profesor asociado en el programa de Media Arts and Sciences del MIT. Los proyectos e iniciativas de su laboratorio manejaban herramientas de ciencia de datos que entonces parecían de ciencia ficción, en una especie de frenesí de tecnologías audiovisuales de vanguardia.
Como las de Observatorio de Complejidad Económica que contaba entonces con el motor de visualización de datos de comercio internacional más importante del mundo y aún continúa); o la plataforma Pantheon (cuyo propósito era cartografiar la memoria colectiva humana); DataViva (una plataforma capaz de visualizar datos económicos de todo Brasil). Y otras como Inmersión (una herramienta para visualizar redes personales de correo electrónico); o DataUSA (la interfaz más completa para visualizar datos públicos de EE.UU.); o DIVE (una herramienta generalizada diseñada para transformar cualquier conjunto de datos en una historia), ambas en colaboración con la spin-off Datawheel fundada por el propio Hidalgo.
Y de esto, hace más de una década, en el entonces nuevo gran edificio E14 de la expansión de Media Lab, diseñado por el Premio Pritzker de arquitectura, el arquitecto japonés Fumihiko Maki que lo creó tan diáfano y transparente por dentro como por fuera. No se me olvida que en el entorno de aquella primera conversación que tuvo lugar en su despacho rodeados de pantallas y robots y una intensa vorágine de personas en pleno trabajo en los laboratorios-talleres que estaban a la vista desde el patio central interior al que se accedía bien por dos ascensores transparentes, o por unas rampas de vivos colores rojos y amarillos muy puros.
Actualmente, César Hidalgo es profesor en la Escuela de Economía de Toulouse, desde donde dirige el Centro de Aprendizaje Colectivo, un laboratorio de investigación multidisciplinar con oficinas en Toulouse (Francia) y Budapest (Hungría). César es autor de tres libros: El atlas de la complejidad económica, El triunfo de la información y Cómo los humanos juzgan a las máquinas. Y ahora está en el trance publicar su cuarto libro: El alfabeto infinito, un libro del que tenía mucha ganas de hablar con él ya que en el volumen intenta resumir las leyes que rigen la creación, difusión y valorización del conocimiento productivo.
En nuevo encuentro y la nueva conversación con Cesar Hidalgo, ha sido una sorpresa ya que, esta vez me re-contactó él porque venia a mi ciudad, Valencia, para participar e impartir una keynote en el International Workshop on Economic Complexity and Macroeconomic Dynamic organizado pro Gaia Europa. Así que esta vez nuestro nuevo encuentro prometía ser más sosegado y con más tiempo para profundizar en sus ideas y actividad actuales que prometían, de nuevo, ser un relato apasionante, como efectivamente lo ha sido. Y, además, lo que César Hidalgo mantiene intacto es su enorme entusiasmo y pasión por el conocimiento aplicado. Esta, ha sido el resultado de nuestra también intensa nueva conversación, que voy a publicar en dos partes. Aquí esta la primera parte, tal como sucedió:
Adolfo Plasencia.: Hola Cesar, encantado de encontrarme de nuevo contigo.
Tu impresionante carrera investigadora y académica te ha llevado desde Chile a Harvard y al MIT Media Lab, en Boston, EE.UU., y ahora vives en Toulouse en Francia. Sueles decir que hay más diferencias culturales que tecnológicas en este mundo actual tan globalizado.
La cultura productiva
Adolfo Plasencia.: ¿Qué ventajas y qué inconvenientes ves a las diferentes perspectivas humanas culturales entre las que has vivido, chilenas, norteamericanas y, ahora que la estás viviendo, la europea y francesa?
César Hidalgo: Creo que Estados Unidos tiene una cultura que está mucho más orientada al logro. En Francia, me ha tocado vivir una cultura que es más orientada a las relaciones y a la familia, que es más similar de cierta manera a mi cultura de origen que yo tenía en Chile. Pero, por otra parte, en mi lugar actual de Toulouse, en un contexto de una gran calidad de vida, de una seguridad en el espacio urbano que va más allá de la que uno tiene en Chile. Este cambio vital ha sido un retorno para mí, para poder pensar ideas de manera más profunda.
En Boston, en Estados Unidos viví casi una década. En el MIT Media Lab, mi experiencia es la de que uno está todo el tiempo en un torbellino eterno de interrupciones y reuniones. Hay muchas personas que pasan por el laboratorio todos los días y te tienes que acomodar a ese vendaval. En Francia he tenido la oportunidad de tener semanas largas, donde puedo pensar en escribir durante toda la semana la misma idea y profundizar en ella.
El mundo de los datos digitales y la inteligencia artificial (IA)
Adolfo: César, entremos ahora en el ámbito de tu espacialidad, la Ciencia de datos. ¿Se puede explicar el mundo a través de los grandes conjuntos de datos, el Big data?
Vosotros, según tus propias palabras, usáis para vuestros análisis en relación a la complejidad económica, datos de comercio internacional, de la industria, de patentes y de la geografía del conocimiento de los países, en el contexto mundial. Según tus palabras la evolución temporal e histórica de estos conjuntos de datos y de la tasa de concentración de conocimientos en esas economías puede servir para predecir si en los países y sus sociedades va a crecer o disminuir la desigualdad, la riqueza, y cómo evoluciona el crecimiento económico.
¿Que aspectos del mundo nos enseñan mejor el Big data, es decir, los grandes conjuntos de datos y metadatos?
César: Hay muchas preguntas ahí. Pero, para empezar, sí, los datos, el Big data, sí nos ayudan a entender el mundo. Lo que ha ocurrido durante las últimas dos décadas es que hemos tenido acceso a datos que no son solo mayores en su volumen, sino también a otras características que portan y que los hacen diferentes. Por ejemplo, su desagregación que nos está ayudando a entender patrones a los que no podíamos acceder con datos más agregados. Por así decirlo, si uno intentaba entender la macroeconomía hace 30 o 40 años, tenía que hacerlo básicamente mediante una ciencia intentaba estudiar la relación entre series de tiempo que representaban variables muy grandes; el PIB; el número de trabajadores en la economía; el capital que haya disponible, etc. Y estas tres líneas se van trenzando de cierta manera a través de estas ecuaciones para explicar fenómenos complejos.
Hoy en día, a través de la ciencia de datos, podemos visualizar al tiempo no solo esas tres líneas sino miles o millones de líneas cuando estamos desagregando la actividad económica por actividad, así como por industria, producto, o por ocupación, y por cada sector geográfico. Y eso nos está dando la oportunidad de ver patrones que antes no podíamos ni siquiera imaginar y que nos hacen descubrir un nuevo conjunto de leyes empíricas que nos ayudan a entender cómo las economías cambian, o crecen, y nos está llevando a repensar la ciencia que tenemos que usar para explicar esos patrones, porque no es la misma ciencia que usamos para explicar los patrones de datos más agregados.
Hoy en día, a través de la ciencia de datos podemos visualizar al tiempo miles o millones de líneas cuando estamos desagregando la actividad económica por actividad, así como por industria, producto, o por ocupación, y por cada sector geográfico.
Adolfo: Algo muy importante cuando se despliegan este tipo de tecnologías es la percepción de la gente sobre esa tecnología, como ocurre en el caso de la IA.
¿Cuál crees que es el papel de la inteligencia artificial (IA) en la transformación digital de la sociedad actual y del futuro inmediato?
Te lo pregunto porque en relación a la IA, que como tú dices es una tecnología muy ‘exportable’, muy móvil a través de todo el mundo, resulta que los que crean y dominan esta tecnología, finalmente, se concentran en regiones geográficamente pequeñas. O sea, que se intensifica mucho la creación de esta tecnología en pequeños espacios geográficos. ¿Esto crees que es así?
César: Sí, así es. Pero primero te señalo dos cosas. En economía, hay un concepto muy importante y que es muy útil: la idea de monopolistic competition (competición monopolística), que quiere decir que, para competir en el mercado las personas lo que tratan de hacer es siempre hacer algo que no sea exactamente igual a lo que hacen los otros. Entonces, todos los negocios intentan diferenciarse. Los restaurantes, por ejemplo, tratan de tener su pequeño ángulo, su pequeña diferenciación. Pero resulta que hay ciertos sectores que están muy saturados, donde esa diferenciación es difícil y, en esos sectores se compite por precios, por ubicación, y como los márgenes son muy pequeños, la competencia es muy dura. Entonces, lo que los emprendedores tratan de hacer siempre es encontrar un nicho de conocimiento en el que ellos estén solos. Si tú eres Steve Jobs a final de los años setenta, y estás desarrollando un ordenador personal es porque tú no quieres estar compitiendo con los restaurantes, o con las máquinas de escribir o con la industria automotriz. Quieres encontrar un nuevo nicho. Buscas nuevos nichos que te den un poder de monopolio temporal. Porque si eres el primero en llegar a ese nicho, y tienes una oferta que sea realmente única, vas a poder explotar ese monopolio hasta las otras empresas o que los otros equipos desarrollen el mismo conocimiento.
En el contexto de la IA tenemos básicamente hoy en día en el mundo, quizá una docena o unas pocas docenas de empresas que están compitiendo en ese espacio de Inteligencia Artificial Generativa (IAG) a un primer nivel. Son muy pocas empresas si pensamos en el espacio del mundo global. En un país como España, por ejemplo, hay más de un millón de empresas del sector seguros.
Entonces en IA si tenemos solo una docena de empresas, estas son capaces de capturar una gran cantidad del valor del mercado y los de la IA son productos muy exportables, porque como son productos digitales pueden cruzar las fronteras fácilmente: para concluir con esto, tenemos un paper publicado recientemente en el que estudiamos el comercio digital en el que encontramos que este comercio está mucho más concentrado en sus orígenes que el comercio físico o el comercio de servicios. Tenemos evidencias de que a medida que nos movemos a nichos nuevos de conocimiento, hay menos personas que son capaces de satisfacer las necesidades de un mayor grupo de potenciales clientes. Y eso es una fuerza que, obviamente genera desigualdad.
Adolfo: Yo creo que hay un corolario a esto que dices. Si de pronto surge la IA, una tecnología potentísima, –hay quien dice que va a ser la más potente y transformadora de este siglo–, y el poder que ésta da, además se concentra en unas pocas manos. ¿No es eso una asimetría que puede perjudicar a las sociedades o al resto de empresas o de la gente? ¿Cómo ves tú esta cuestión?
César: Sí, hay una asimetría, pero en general siempre que ha habido cambios tecnológicos han ocurrido asimetrías similares. Por ejemplo, si tú te vas a principios del siglo XX cuántos países eran capaces de fabricar un automóvil. Muy pocos. Hoy en día, en cambio, fabrican automóviles en Tailandia, Turquía, Marruecos en Sudáfrica, etc. El conocimiento se va esparciendo, aunque muy al principio siempre existe un monopolio. Eso sí, puede ser perjudicial, pero también puede ser beneficioso porque puede ayudarte a salir de un sistema anterior en el que estés atrapado en las condiciones anteriores que son peores, pero es muy difícil generalizar sobre eso. Hay que estudiar cada caso y contexto.
Adolfo: Tú has dicho que las ciudades y los países, igual que las empresas pueden aprender. Y que vosotros tratáis de entender eso a través de los datos sociales y económicos. ¿Lo de que aprenda una ciudad o un país, lo ha de hacer a través del impulso de la gobernanza o debe aprender primero desde sus ciudadanos, de abajo a arriba?
¿O es más bien una forma de aprendizaje colectivo que, por cierto, es el nombre que le diste a tu grupo y laboratorio en el MIT Media Lab y el que lideras ahora en la Escuela de Economía de Toulouse?
César: El aprendizaje colectivo es algo que por fin estamos empezando a entender y en el que ya entendemos algunas cosas importantes. Si uno se va a los años 60, hay uno de los primeros libros que un clásico sobre este ámbito, escrito por Herbert A. Simon y James March que se llama Organizations. Ese libro parte con una idea, que ahora sabemos que está equivocada. Es la idea de que las organizaciones aprenden por el aprendizaje de sus personas. Y la de que las organizaciones aprenden usando personas que tienen conocimiento, o desaprenden cuando pierden personas que tienen un cierto conocimiento.
En una organización existen tres cosas:
las personas, las tareas y las herramientas.
Eso implica que en esa organización existen,
al menos, nueve redes de relación.
Pero hoy en día sabemos que eso no es así porque las organizaciones aprenden incluso cuando tienen el mismo número de personas con el mismo conocimiento a medida que se reestructuran y se reorganizan. Un modelo que nos ayuda a entender eso, ha sido desarrollado por una profesora de la universidad Carnegie Mellon, Linda Argot, que explica lo siguiente. Imagínate que en una organización existen tres cosas: las personas, las tareas y las herramientas. Eso implica que en esa organización existen, al menos, nueve redes de relación. Está la red de qué persona sabe hacer qué tarea; o la de qué herramienta sirve para hacer qué tarea; o qué herramienta usa cada persona; o qué persona trabaja bien con cada persona. Y es muy difícil creer que la organización esté en un óptimo en todas esas redes.
Y lo que uno va haciendo en una organización es que a medida que esta organización aprende uno va reconfigurando estos vínculos. Quizás aprende que Juan no trabaja bien con María, pero sí trabaja bien con Lucía, y ahora que están trabajando juntos, entonces, ese equipo gana un poco de productividad al respecto. Y te das cuenta que para Lucía quizá lo de la ingeniería no es lo mejor, pero resulta que ella es muy buena para el marketing, así que para mejorar se va transformado su rol en la organización y a medida que esas conexiones van cambiando, también se va cambiando y mejorando el conocimiento. Y hay experimentos que demuestran que, quizá, el conocimiento no se almacena necesariamente en las personas, sino en la red de interacción entre las personas, las tareas y las herramientas de las organizaciones.
Adolfo: Hay una expresión muy de moda ahora que es machine learning, el aprendizaje de la máquina. Y si resulta que las herramientas de ahora también son máquinas de software, y que ahora aprenden ¿Como crees que incide el aprendizaje de las máquinas en esa red de interacciones de la organización que me acabas de describir? ¿Y cómo puede cambiar en el conjunto de aprendizaje de esas redes de vínculos si las herramientas también empiezan a aprender?, es decir ¿Cómo cambia esa red el aprendizaje automático o de las máquinas, o machine learning?
César: Hay dos cosas: una, primero, es que el aprendizaje de las máquinas, al menos en el paradigma moderno de las redes neurales artificiales, es muy parecido al aprendizaje de las organizaciones que te acabo de describir… Estamos ajustando los pesos de esta red de conexiones, entre neuronas virtuales de una red neuronal virtual, o entre personas dentro de una organización. Ahora, en una misma organización, la capacidad que van a tener las personas de usar esta nueva herramienta también va a ser diferente a la de las personas. Hay personas que usan el Chat GPT para generar texto-basura y otras lo pueden usar de una manera muy creativa para mejorar incluso el trabajo que ellas misma ya hacen.
La otra cosa es que ya hay un campo hoy en día que estudia cómo distintas organizaciones se benefician de estas nuevas herramientas y ciertamente todos esos estudios a pesar de que muestran a veces efectos contrarios, también muestran que sus efectos no son planos. Hay algunos casos se muestra que, en tareas repetitivas, los peores empleados se benefician más de usar la inteligencia artificial y los mejores obtienen un beneficio mejor porque ya están a buen nivel. En un experimento de un contexto de emprendedores en Kenia se demostró que los peores emprendedores empeoran cuando usan la inteligencia artificial. Y en este caso no se trataba de una tarea repetitiva, sino abierta. Los peores emprendedores confiaban mucho en la inteligencia artificial, más de lo que deberían y de hecho, eso termina siendo contraproducente.
Entonces, en este espacio, el uso de la inteligencia artificial es otra herramienta cuyo uso es diferencial entre las personas y está sujeto a esas mismas leyes de aprendizaje colectivo.
El papel de la IA en la transformación digital de la sociedad actual
Adolfo: Tú señalas algo que no se suele decir y que señalas como muy importante, y es el cómo la gente percibe qué es la IA. Porque algo esencial cuando de despliegan este tipo de tecnologías es la percepción de la gente sobre esa tecnología ¿No es así?
César: La percepción de una tecnología en la gente afecta en dos planos, en el de la adopción y en el de la interacción que son dos aspectos muy importantes. Entonces, en un contexto donde la percepción es negativa, uno podría pensar que la adopción de esa tecnología por las personas es menor, la experimentación es menor y el aprendizaje de cómo usar esa herramienta en particular va a ser menor. También Incluso cuando se cruza esa primera barrera de la adopción, la manera de como el que la usa interactúa con esa tecnología va a cambiar dependiendo de la percepción que el que la usa tenga de ella.
Pero poniéndonos en el caso contrario puede ocurrir que si la percepción de es tecnología es demasiado positiva es probable y puede ser que la tecnología se use de manera muy inocente y no de una forma crítica, que es lo que permite usarla de forma responsable, entendiendo los riesgos y las limitaciones
Si se usa de una manera muy escéptica quizá se van a desperdiciar oportunidades en las cuales la tecnología sí podría ser usada de una forma cuidadosa. Entonces, eventualmente, esta percepción altera la citada red de conexiones entre los equipos, las personas y las tareas de la que hemos hablado, limita y moldea el proceso de aprendizaje colectivo.
Adolfo: Casi todo el mundo habla de la IA. En el proceso de expansión de esta tecnología hay gente muy optimista sobre ella, pero hay personas que, al contrario, tienen una percepción negativa como la que has nombrado.
Primero se habló de los peligros de si, a partir de ella, surgía una super-inteligencia; después de si nos va a automatizar a muchas personas y destruir muchos empleos y profesiones. Pero a ti te he oído decir que la inteligencia artificial no esta para sustituirnos sino para aumentarnos. ¿En qué sentido? ¿Cómo concibes tú el proceso de la ‘aumentación humana’ mediante la tecnología?
César: Yo creo que, en general, todas las tecnologías son de ‘aumentación’. Esta es una idea según la cual las tecnologías nos ‘aumentan’ porque nos permiten hacer cosas que ya tenemos como una necesidad a una escala o a una velocidad o con una calidad mayor. Por ejemplo, los teléfonos nos permiten comunicarnos a una distancia mayor a la que nos podemos comunicar a viva voz. Los aviones nos permiten conocer una parte mayor del planeta que si usáramos sólo nuestros pies. Las gafas nos facilitan corregir problemas de nuestra visión.
Las tecnologías nos ‘aumentan’ porque nos permiten hacer cosas que ya tenemos como una necesidad a una escala o a una velocidad o con una calidad mayor.
Asimismo, la inteligencia artificial creo que nos puede ayudar a aumentar nuestras capacidades en las cuales ella tiene una cierta ventaja sobre nosotros en términos de velocidad. Por ejemplo, ¿Cómo uso yo la inteligencia artificial? El Chat GPT yo lo uso mucho. Una vez termino de escribir algo, le pido al Chat GPT que lo lea y que me dé sugerencias punto a punto para problemas de gramática, ortografía y claridad.
La máquina me da sugerencias que, a veces acepto y reescribo según ellas, y otras que no acepto. No quiero que me re-escriba sino que, a veces, me advierta; …aquí sobra una s; …esta parte no queda clara; aquí debes explicar más quizá lo que dice eso, etc. Yo leo esto, y eso me sirve, y re-escribo yo basándome en la sugerencia. Pero es un proceso útil, porque como eres escritor sabes que cuando te has leído un artículo veinte veces, ya llega un momento en que lo lees en automático y el error ya no lo detectas.
Adolfo: Lees lo que querías poner y no lo que pone.…
César: Sí, es como tener un copy-editor barato, que te ayuda hacer ese tipo de tareas, y si uno sabe escribir y sabe qué sugerencia incorporar y cuál no, lo puedo usar de manera muy productiva. Si uno no es un escritor crítico y acepta todas las sugerencias, quizá su uso no es un neto positivo. Entonces, hay una parte de este uso crítico que ayuda a la ‘aumentación.
Adolfo: Pero también puede haber quien le pida un texto al Chat GPT y, luego, lo que emita la máquina después lo presente como si lo hubiera escrito él mismo. Eso es un fraude ¿no?
César: Sí, exacto, eso es un fraude. No es un uso correcto. Eso es otra cosa.
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