Una de las carac­te­rís­ti­cas más pode­ro­sas del tape art es su natu­ra­le­za efí­me­ra.

La intem­pe­rie, el cli­ma o la lim­pie­za urba­na nos recuer­dan cons­tan­te­men­te que lo que se crea en la calle no está des­ti­na­do a per­du­rar, y pre­ci­sa­men­te en esa fuga­ci­dad resi­de par­te de su magia.

Sin embar­go, hay quie­nes lle­van tiem­po explo­ran­do cómo cap­tu­rar esa esen­cia para que no des­apa­rez­ca con el paso del tiem­po. En este caso, ese alguien es Álva­ro Nava­rro, arqui­tec­to, ideó­lo­go de todos los dise­ños del Colec­ti­vo TAV y par­te fun­da­men­tal de su cora­zón des­de sus ini­cios, hace ya doce años.

Con más de cua­tro­cien­tas inter­ven­cio­nes rea­li­za­das, Álva­ro ha sido siem­pre quien ha dado for­ma a las pro­pues­tas más auda­ces del colec­ti­vo. Su visión arqui­tec­tó­ni­ca y su obse­sión por la geo­me­tría, los volú­me­nes, las pers­pec­ti­vas y los colo­res flúor han defi­ni­do la esté­ti­ca de TAV, reco­no­ci­ble hoy por tan­tas per­so­nas.

Aho­ra, por fin, da el sal­to hacia un pro­yec­to lar­ga­men­te ges­ta­do: tras­la­dar el tape art del muro al lien­zo. Lo hace par­ti­ci­pan­do en la expo­si­ción colec­ti­va «seguir sien­do», que se cele­bra en la Gale­ría CLC Arte del 14 de mayo al 14 de julio.

La mues­tra, que gira en torno a la idea de que todo flu­ye, todo cam­bia y todo vuel­ve a empe­zar, se con­vier­te en el esce­na­rio per­fec­to para esta nue­va eta­pa. Don­de Álva­ro ha logra­do atra­par esa ener­gía y trans­for­mar­la en algo que per­ma­ne­ce, sin per­der su alma calle­je­ra.

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