©Javier Fer­go

El taller ‘Flamenco, conciencia de movimiento’ tendrá lugar en Espai LaGranja de Burjassot el viernes 5 de mayo

Ana Mora­les (JAVIER FERGO).

Espai LaGran­ja, el cen­tro de recur­sos y media­ción para la dan­za del Ins­ti­tut Valen­cià de Cul­tu­ra, orga­ni­za, el vier­nes 5 de mayo, el taller Fla­men­co, con­cien­cia de movi­mien­to, impar­ti­do por la bai­lao­ra Ana Mora­les, en el que com­par­ti­rá su inves­ti­ga­ción y su expe­rien­cia artís­ti­ca.

Des­de Espai LaGran­ja se tra­ba­ja en la cons­truc­ción de un espa­cio de refle­xión acer­ca del fla­men­co, las artes escé­ni­cas y la per­for­man­ce, bus­can­do unir los dis­tin­tos géne­ros.

Mora­les es con­si­de­ra­da como una de las gran­des repre­sen­tan­tes de la gene­ra­ción del fla­men­co revo­lu­cio­na­rio, aun­que ella pre­fie­re no poner eti­que­tas a su arte, ella bai­la y así lo ha hecho des­de hace más de dos déca­das. «El fla­men­co es un géne­ro tan vivo que nace de su pro­pia mez­cla, que es la de un arte siem­pre en el pre­sen­te», apun­ta la bai­lao­ra.

Para el jura­do del Pre­mio Nacio­nal de Dan­za, Ana Mora­les mere­ce este pre­mio «por su capa­ci­dad para crear uni­ver­sos dife­ren­tes en cada una de las inter­pre­ta­cio­nes que abor­da, en una incan­sa­ble bús­que­da per­so­nal, arries­ga­da y valien­te» y «el carác­ter orgá­ni­co de su movi­mien­to, ras­go que pone de relie­ve en tra­ba­jos como Sin per­mi­so, Cuer­da flo­ja y Pecu­liar».

En Fla­men­co, con­cien­cia de movi­mien­to, que se desa­rro­lla­rá en Espai LaGran­ja, Mora­les quie­re abrir el con­cep­to del movi­mien­to. La idea del taller es tra­ba­jar y redes­cu­brir todas las posi­bi­li­da­des que tie­ne el cuer­po para poder apli­car­las al fla­men­co y a su ener­gía. Des­de la res­pi­ra­ción como foco para hacer orgá­ni­ca la dan­za has­ta poder tra­ba­jar las emo­cio­nes liga­das a los movi­mien­tos, la memo­ria cor­po­ral y las herra­mien­tas para afi­nar en cali­dad.

«La tra­di­ción está para sos­te­ner y para que haya siem­pre un esla­bón en el que quien entra ten­ga un lugar en el que encon­trar de dón­de par­tió esto. Es una pena que los que hablan alre­de­dor de la tra­di­ción no pue­dan dis­fru­tar del otro aba­ni­co que tie­ne el fla­men­co», seña­la la bai­lao­ra.

Toda una vida

La bai­la­ri­na y bai­lao­ra naci­da en 1982 en Vila­fran­ca del Pene­dès ofre­ce un fla­men­co siem­pre inno­va­dor, de una gran inten­si­dad y, como se ha dicho en algu­na oca­sión, de una espe­cial ele­gan­cia y sen­sua­li­dad. Dan­za con­tem­po­rá­nea y fla­men­co con­flu­yen en su len­gua­je coreo­grá­fi­co, mar­ca­do por la téc­ni­ca, la pre­sen­cia escé­ni­ca y el cono­ci­mien­to del arte de la dan­za, pero tam­bién por las hibri­da­cio­nes y con­ta­mi­na­cio­nes cons­tan­tes con otras artes.

Entre las coreo­gra­fías que ha fir­ma­do Ana Mora­les están Los pasos per­di­dos (2016); Una mira­da len­ta (2017); Sin per­mi­so. Can­cio­nes para el silen­cio (2018), diri­gi­da por Gui­ller­mo Weic­kert y copro­du­ci­da por la Bie­nal de Sevi­lla, el Fes­ti­val de Jerez, Fla­men­co Fes­ti­val y Tanzhaus Düs­sel­dorf o En la cuer­da flo­ja (2020).

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