El ciclo podrá verse desde principios del otoño hasta el mes de febrero de 2025. Se inicia el martes 8 de octubre, a las 20 horas, con Días de juventud’ (1929), que será presentada por la técnica de la Filmoteca Valenciana Nuria Castellote. 

La Fil­mo­te­ca Valen­cia­na ha pro­gra­ma­do una retros­pec­ti­va com­ple­ta de la obra con­ser­va­da del direc­tor japo­nés Yasu­ji­ro Ozu (1903–1963), uno de los cineas­tas esen­cia­les de la his­to­ria del cine. El ciclo ‘Yasu­ji­ro Ozu: Depu­rar la for­ma, cap­tu­rar la vida’ podrá ver­se des­de prin­ci­pios del oto­ño has­ta el mes de febre­ro de 2025.

El ciclo se ini­cia el mar­tes 8 de octu­bre, a las 20 horas, con ‘Días de juven­tud’ (1929), pri­mer lar­go­me­tra­je fil­ma­do por Ozu con solo 25 años y la pri­me­ra de sus pelí­cu­las que se con­ser­va. Se tra­ta de una come­dia lige­ra reple­ta de gags sobre dos malos estu­dian­tes uni­ver­si­ta­rios de Tokio que se ena­mo­ran de la mis­ma mujer.

Tan­to la pelí­cu­la como el ciclo serán pre­sen­ta­dos por Nuria Cas­te­llo­te, téc­ni­ca de Pro­gra­ma­ción de la Fil­mo­te­ca Valen­cia­na. Ade­más, la pro­yec­ción con­ta­rá con músi­ca en direc­to a car­go del pia­nis­ta Arca­di Valien­te, que acom­pa­ña­rá tam­bién otras sesio­nes del ciclo.

Un maes­tro del cine del siglo XX

Poco cono­ci­do por el gran públi­co, Yasu­ji­ro Ozu (1903–1963) está con­si­de­ra­do un maes­tro por muchos cineas­tas de gene­ra­cio­nes pos­te­rio­res. “Si exis­tie­se algo como el teso­ro sagra­do del cine, para mí sería la obra del direc­tor japo­nés Yasu­ji­ro Ozu”, afir­mó el direc­tor ale­mán Wim Wen­ders, que le rin­dió home­na­je en ‘Tokio-ga’ y, más recien­te­men­te, en ‘Per­fect Days’.

Su influen­cia lle­ga has­ta la nue­va hor­na­da de cineas­tas espa­ño­las. Car­la Simón, direc­to­ra de ‘Estiu 1993’ y ‘Alca­rràs’, ha dicho sobre el direc­tor: “Por mi inte­rés en la fami­lia y en la infan­cia, Ozu es un cineas­ta que me ha acom­pa­ña­do des­de hace mucho”.

La cineas­ta Celia Rico, direc­to­ra de ‘Via­je al cuar­to de una madre’ y ‘Los peque­ños amo­res’ pone el foco en la depu­ra­ción de la pues­ta en esce­na del japo­nés: “Con los míni­mos medios posi­bles y con elip­sis, Ozu con­si­gue lle­gar al ver­da­de­ro núcleo de las cosas; su cine ha sido una brú­ju­la para no per­der­me.”

Pocos cineas­tas en la his­to­ria del cine han logra­do cap­tu­rar la natu­ra­le­za huma­na y las emo­cio­nes que mue­ven a las per­so­nas de una for­ma tan cons­tan­te, tan sutil y deli­ca­da como Yasu­ji­ro Ozu. Ese era el úni­co obje­ti­vo de su cine. “Lo que quie­ro plas­mar es la huma­ni­dad, ese calor humano que me con­mue­ve”, afir­ma­ba.

En bue­na par­te de su obra, Ozu fil­mó varia­cio­nes de los mis­mos temas: las rela­cio­nes entre padres e hijos, el cho­que entre tra­di­ción y moder­ni­dad, la melan­co­lía por el paso del tiem­po, la poé­ti­ca de lo coti­diano.

A esta cons­tan­cia temá­ti­ca se suma un esti­lo abso­lu­ta­men­te reco­no­ci­ble y la pre­sen­cia recu­rren­te de algu­nos intér­pre­tes como Chishu Ryu, Setsu­ko Hara, Kinu­yo Tana­ka, Haru­ko Sugi­mu­ra y Kuni­ko Miya­ke. Todo ello con­vier­te la obra del cineas­ta japo­nés en una de las más cohe­ren­tes de la his­to­ria del cine.

Estruc­tu­ra­da en orden cro­no­ló­gi­co, la retros­pec­ti­va orga­ni­za­da por la Fil­mo­te­ca Valen­cia­na ofre­ce la opor­tu­ni­dad de cono­cer más a fon­do la fil­mo­gra­fía del cineas­ta japo­nés y apre­ciar la evo­lu­ción de su esti­lo. Ade­más de obras maes­tras como ‘Pri­ma­ve­ra tar­día’ (1949) o ‘Cuen­tos de Tokio’ (1953), se podrán ver los pri­me­ros pasos de Ozu en el cine mudo, una eta­pa que en su caso se exten­dió has­ta 1935.

En las pelí­cu­las pro­gra­ma­das en octu­bre, sobre todo las ante­rio­res a ‘Una mujer de Tokio’ (1933), los espec­ta­do­res de la Fil­mo­te­ca des­cu­bri­rán un Ozu des­co­no­ci­do, ale­ja­do aún del esti­lo per­so­nal que desa­rro­lla­ría en las déca­das siguien­tes, con sus pla­nos fijos, sus tomas de almoha­da (pillow shots), la cáma­ra a la altu­ra del tata­mi o la trans­gre­sión del rac­cord de mira­da.

En esta pri­me­ra eta­pa, es intere­san­te apre­ciar su face­ta más cómi­ca en ‘Días de juven­tud’ (1929) o ‘He sus­pen­di­do pero…’ (1930), ins­cri­tas en un géne­ro muy habi­tual en el cine mudo japo­nés: la come­dia de estu­dian­tes.

“Cami­nad con opti­mis­mo’ (1930), ‘La mujer de esa noche’ (1930) o ‘Una mujer fue­ra de la ley’ (1933), por su par­te, evi­den­cian las influen­cias del cine de gáns­ters de Holly­wood en los ini­cios del que se cono­ció duran­te mucho tiem­po, igno­ran­do la uni­ver­sa­li­dad de su mira­da, como “el más japo­nés de los cineas­tas japo­ne­ses”.

La pro­gra­ma­ción con­ti­nua­rá en noviem­bre con ‘¿Dón­de están los sue­ños de juven­tud?’ (1932), ‘His­to­ria de una hier­ba erran­te’, (1934), ‘Debe amar­se a la madre’ (1934), ‘Un alber­gue en Tokio’ (1935), ‘El hijo úni­co’ (1936), ‘¿Qué ha olvi­da­do la seño­ra?’ (1937), ‘Her­ma­nos y her­ma­nas de la fami­lia Toda’ (1941) y ‘Había un padre’ (1942).

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