Si tuviéramos que resumir la historia de los acontecimientos económicos internacionales recientes, podríamos empezar haciéndolo al modo del Diario de Bitácora de un buque: “Trigésimo cuarto mes de temporal del norte, escasez de víveres, moral de la tripulación bajo mínimos, viento y oleaje arreciando, vías de agua importantes, visibilidad nula…”.
Porque treinta y cuatro son los meses transcurridos desde el estallido de la burbuja subprime en EE.UU. (mediados de agosto de 2007), que dio inicio a todo el resto de acontecimientos que venimos experimentando en nuestro particular buque llamado “España”.
Lo que empezó siendo un problema de liquidez se convirtió en un problema de solvencia bancaria, para desembocar en otro (el actual) de liquidez y solvencia soberana. ¿Que cuál será la próxima etapa? Los antecedentes históricos no son muy halagüeños, y esperemos que esta vez los gobernantes actúen con más prudencia y menos demagogia, de lo contrario veremos pronto aparecer en escena “salvadores de patrias” disfrazados de cualquier tipo de uniforme.
Pero como uno es optimista por necesidad (no por naturaleza), vamos a pensar que es posible reconducir la situación hacia una negociación win-win, entre países deudores netos y países acreedores netos. Para ello, no es desdeñable la idea de una conferencia internacional, que aborde temas pendientes entre naciones que deben y naciones que acreditan, para que unas paguen (creciendo) y otras cobren (con seguridad).
Mientras tanto, como país deudor, hay deberes ineludibles, aunque dolorosos, que deberían haber comenzado antes de las últimas elecciones generales. La primera, reconocer que somos entre un 20 y un 30% más pobres de lo que creíamos y, por lo tanto, para hacer frente a los pagos tenemos que vender patrimonio, y reducir los gastos en una proporción similar.
Y esto vale tanto para particulares y empresas como para la administración pública. Los primeros empezaron hace tiempo a enderezar el rumbo, urgidos por el director de la sucursal bancaria que nos prestó. La segunda, acaba de empezar desde que en Moncloa sonaron los teléfonos de varios dirigentes de países acreedores.
Al menos servirá para comenzar una travesía larga y dolorosa, pero necesaria, para llevar la nave a buen puerto.
BLOG OPTIMISTA PARA SUPERAR LA CRISIS (2)
The party is over
The party is over Quizás sea esta la más temida de las frases para los quinceañeros de todo el mundo. Y tengo la sensación de que lo sea también para gentes de todas las edades y condiciones en nuestra sociedad. Porque vivimos en un mundo en el que la ilusión cuenta más que la realidad, y las malas noticias no se admiten, hasta que los hechos superan la realidad misma.
Aunque la tozudez de los datos lleva mucho tiempo constatando la dimensión del revés del entorno económico, pocos son los que lo manifiestan, y los pocos que lo han hecho, han sido denostados por el resto. Sin embargo “esto es lo que hay”. Y como no hay crisis sin resurgir, ni auge sin declive, veamos la botella medio llena, y concluyamos que, cuanto antes afrontemos los problemas, antes los resolveremos.
Desde hace pocos días crece el rumor, rugen los mentideros, dicen que han oído quienes estaban donde se dijo, cuentan que fuentes siempre bien informadas, dan por hecho el inminente anuncio del enlace de nuestra novia financiera con un apuesto banquero que hace rato era de ámbito mundial. Y dicen las mismas fuentes que exige dote, la quiere sacar de su pueblo, y cambiarle el apellido.
Los padres de la novia no pasan por su mejor momento. Al padre no le llega la camisa al cuello por culpa de un enemigo que le quiere hacer un traje a medida en los juzgados. La madre, ay la madre, sólo tiene tiempo para ocuparse de su casa y no quiere saber, o no sabe, de líos de su hija casadera. Y quien dirige el cortejo parece que no tiene más remedio que asegurarse un buen sitio en el banquete.
Y mientras, amigos, deudos y bienhechores de la novia se sienten despechados y preocupados por si la sábana nupcial se expone al día siguiente con, o sin mancha de virginidad. Porque si no se constata la virginidad, empezará la búsqueda de culpables, responsables, irresponsables y sacamantecas locales. Y ¡amigo!, entonces se puede montar una buena. Y además, para entonces, lo de arreglarlo tomando un cortadito en una cafetería de la calle Lauria o Pintor Sorolla, ya no valdrá de nada.
Nos quedamos sin interlocutor financiero cuando más falta nos hacía. Con la de paellas que algunos habían invertido… Me cuentan que unos cuantos destacados del ranking de la deuda local ya han contratado al cocinero de Lhardy para que les instruyan en el noble arte de la elaboración del imprescindible (a partir de ya) cocidito madrileño.
Esto que he contado es muy nuestro: montar un show espectacular, y culminar la puesta en escena, quemándolo.
Si tuviéramos que resumir la historia de los acontecimientos económicos internacionales recientes, podríamos empezar haciéndolo al modo del Diario de Bitácora de un buque: “Trigésimo cuarto mes de temporal del norte, escasez de víveres, moral de la tripulación bajo mínimos, viento y oleaje arreciando, vías de agua importantes, visibilidad nula…”.
Porque treinta y cuatro son los meses transcurridos desde el estallido de la burbuja subprime en EE.UU. (mediados de agosto de 2007), que dio inicio a todo el resto de acontecimientos que venimos experimentando en nuestro particular buque llamado “España”.
Lo que empezó siendo un problema de liquidez se convirtió en un problema de solvencia bancaria, para desembocar en otro (el actual) de liquidez y solvencia soberana. ¿Que cuál será la próxima etapa? Los antecedentes históricos no son muy halagüeños, y esperemos que esta vez los gobernantes actúen con más prudencia y menos demagogia, de lo contrario veremos pronto aparecer en escena “salvadores de patrias” disfrazados de cualquier tipo de uniforme.
Pero como uno es optimista por necesidad (no por naturaleza), vamos a pensar que es posible reconducir la situación hacia una negociación win-win, entre países deudores netos y países acreedores netos. Para ello, no es desdeñable la idea de una conferencia internacional, que aborde temas pendientes entre naciones que deben y naciones que acreditan, para que unas paguen (creciendo) y otras cobren (con seguridad).
Mientras tanto, como país deudor, hay deberes ineludibles, aunque dolorosos, que deberían haber comenzado antes de las últimas elecciones generales. La primera, reconocer que somos entre un 20 y un 30% más pobres de lo que creíamos y, por lo tanto, para hacer frente a los pagos tenemos que vender patrimonio, y reducir los gastos en una proporción similar.
Y esto vale tanto para particulares y empresas como para la administración pública. Los primeros empezaron hace tiempo a enderezar el rumbo, urgidos por el director de la sucursal bancaria que nos prestó. La segunda, acaba de empezar desde que en Moncloa sonaron los teléfonos de varios dirigentes de países acreedores.
Al menos servirá para comenzar una travesía larga y dolorosa, pero necesaria, para llevar la nave a buen puerto.
BLOG OPTIMISTA PARA SUPERAR LA CRISIS (2)
The party is over
The party is over Quizás sea esta la más temida de las frases para los quinceañeros de todo el mundo. Y tengo la sensación de que lo sea también para gentes de todas las edades y condiciones en nuestra sociedad. Porque vivimos en un mundo en el que la ilusión cuenta más que la realidad, y las malas noticias no se admiten, hasta que los hechos superan la realidad misma.
Aunque la tozudez de los datos lleva mucho tiempo constatando la dimensión del revés del entorno económico, pocos son los que lo manifiestan, y los pocos que lo han hecho, han sido denostados por el resto. Sin embargo “esto es lo que hay”. Y como no hay crisis sin resurgir, ni auge sin declive, veamos la botella medio llena, y concluyamos que, cuanto antes afrontemos los problemas, antes los resolveremos.
Desde hace pocos días crece el rumor, rugen los mentideros, dicen que han oído quienes estaban donde se dijo, cuentan que fuentes siempre bien informadas, dan por hecho el inminente anuncio del enlace de nuestra novia financiera con un apuesto banquero que hace rato era de ámbito mundial. Y dicen las mismas fuentes que exige dote, la quiere sacar de su pueblo, y cambiarle el apellido.
Los padres de la novia no pasan por su mejor momento. Al padre no le llega la camisa al cuello por culpa de un enemigo que le quiere hacer un traje a medida en los juzgados. La madre, ay la madre, sólo tiene tiempo para ocuparse de su casa y no quiere saber, o no sabe, de líos de su hija casadera. Y quien dirige el cortejo parece que no tiene más remedio que asegurarse un buen sitio en el banquete.
Y mientras, amigos, deudos y bienhechores de la novia se sienten despechados y preocupados por si la sábana nupcial se expone al día siguiente con, o sin mancha de virginidad. Porque si no se constata la virginidad, empezará la búsqueda de culpables, responsables, irresponsables y sacamantecas locales. Y ¡amigo!, entonces se puede montar una buena. Y además, para entonces, lo de arreglarlo tomando un cortadito en una cafetería de la calle Lauria o Pintor Sorolla, ya no valdrá de nada.
Nos quedamos sin interlocutor financiero cuando más falta nos hacía. Con la de paellas que algunos habían invertido… Me cuentan que unos cuantos destacados del ranking de la deuda local ya han contratado al cocinero de Lhardy para que les instruyan en el noble arte de la elaboración del imprescindible (a partir de ya) cocidito madrileño.
Esto que he contado es muy nuestro: montar un show espectacular, y culminar la puesta en escena, quemándolo.
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