El diccionario de La Real Academia Española define el fado como “canción popular portuguesa, especialmente lisboeta, de carácter triste y fatalista” . Puesto que este blog parte de la premisa de ser “optimista”, no encaja el fado como música de fondo para el comentario de la actualidad económica. Sin embargo, que duda cabe respecto al trasfondo triste de la noticia de la inminente intervención de la política económica de nuestro vecino peninsular.
No por el hecho de que fuera previsible la noticia, le resta un ápice de importancia. España es el principal socio, cliente, proveedor y acreedor, de Portugal, y su riesgo de impago nos afecta directamente. Y además, nos afecta en el peor momento, cuando más necesitados estamos de liquidez y de crédito internacional. Financieramente, nos cantan “fados” nuestros vecinos, por mucho que deseemos “rumbas” o “fandangos”.
La falta de acuerdo de los políticos portugueses para aprobar un plan de ajuste de las cuentas públicas y medidas de austeridad nacional, ha desembocado en la dimisión del gobierno “socrático”, y a la convocatoria de elecciones anticipadas. El problema principal radica en que, tanto la derecha liberal como el partido de ascendencia marxista, han votado en contra del plan presentado por los socialdemócratas para “hacer los deberes” impuestos por Bruselas. Es decir, todos contra todos, pero unidos frente a lo inevitable.
No querer enfrentarse a tiempo a medidas impopulares, pero necesarias para volver a la senda del crecimiento y saneamiento de las cuentas, no evita el tener que llevar a cabo dichas medidas. El problema es que el tiempo agrava la situación, por lo que lo inevitable, cuanto mas tarde se aborde, peor. Y de eso, en nuestro país, también sabemos y practicamos mucho.
Cada vez es mas evidente la Europa bipolar, la del ahorro y la del crédito, la protestante y la católica, la mediterránea y la atlántica, la latina y la sajona, etc. Dicho todo ello con todos los matices que una afirmación de este tipo requiere, pero lo cierto es que, ya es hora de llegar a acuerdos que permitan salvar las diferentes sensibilidades y salvaguardar los legítimos intereses de todas las partes en liza.
Si Alemania y el resto de países acreedores quieren tener la seguridad de cobro de, al menos, gran parte de sus créditos, tendrán que dar plazo y quitas parciales, para que los países deudores, podamos crecer de nuevo, y así generar excedentes con los que devolver los créditos. Por supuesto, todo ello con serios planes de austeridad, sin renunciar a mínimos sociales. Austeridad frente a lo superfluo y redundante, a lo ineficiente y a lo despilfarrador.
Hay que insistir en una idea que a veces se pierde de vista en estas épocas; si unos deben mucho y no pueden pagarlo, es porque otros se lo prestaron con gran liberalidad y pensando que hacían un buen negocio prestando. Y esto sirve para particulares, empresas, y por supuesto, naciones. Es hora de que todos los actores en liza arrimen el hombro y aúnen esfuerzos para salir del lodazal en el que nos encontramos inmersos.
El diccionario de La Real Academia Española define el fado como “canción popular portuguesa, especialmente lisboeta, de carácter triste y fatalista” . Puesto que este blog parte de la premisa de ser “optimista”, no encaja el fado como música de fondo para el comentario de la actualidad económica. Sin embargo, que duda cabe respecto al trasfondo triste de la noticia de la inminente intervención de la política económica de nuestro vecino peninsular.
No por el hecho de que fuera previsible la noticia, le resta un ápice de importancia. España es el principal socio, cliente, proveedor y acreedor, de Portugal, y su riesgo de impago nos afecta directamente. Y además, nos afecta en el peor momento, cuando más necesitados estamos de liquidez y de crédito internacional. Financieramente, nos cantan “fados” nuestros vecinos, por mucho que deseemos “rumbas” o “fandangos”.
La falta de acuerdo de los políticos portugueses para aprobar un plan de ajuste de las cuentas públicas y medidas de austeridad nacional, ha desembocado en la dimisión del gobierno “socrático”, y a la convocatoria de elecciones anticipadas. El problema principal radica en que, tanto la derecha liberal como el partido de ascendencia marxista, han votado en contra del plan presentado por los socialdemócratas para “hacer los deberes” impuestos por Bruselas. Es decir, todos contra todos, pero unidos frente a lo inevitable.
No querer enfrentarse a tiempo a medidas impopulares, pero necesarias para volver a la senda del crecimiento y saneamiento de las cuentas, no evita el tener que llevar a cabo dichas medidas. El problema es que el tiempo agrava la situación, por lo que lo inevitable, cuanto mas tarde se aborde, peor. Y de eso, en nuestro país, también sabemos y practicamos mucho.
Cada vez es mas evidente la Europa bipolar, la del ahorro y la del crédito, la protestante y la católica, la mediterránea y la atlántica, la latina y la sajona, etc. Dicho todo ello con todos los matices que una afirmación de este tipo requiere, pero lo cierto es que, ya es hora de llegar a acuerdos que permitan salvar las diferentes sensibilidades y salvaguardar los legítimos intereses de todas las partes en liza.
Si Alemania y el resto de países acreedores quieren tener la seguridad de cobro de, al menos, gran parte de sus créditos, tendrán que dar plazo y quitas parciales, para que los países deudores, podamos crecer de nuevo, y así generar excedentes con los que devolver los créditos. Por supuesto, todo ello con serios planes de austeridad, sin renunciar a mínimos sociales. Austeridad frente a lo superfluo y redundante, a lo ineficiente y a lo despilfarrador.
Hay que insistir en una idea que a veces se pierde de vista en estas épocas; si unos deben mucho y no pueden pagarlo, es porque otros se lo prestaron con gran liberalidad y pensando que hacían un buen negocio prestando. Y esto sirve para particulares, empresas, y por supuesto, naciones. Es hora de que todos los actores en liza arrimen el hombro y aúnen esfuerzos para salir del lodazal en el que nos encontramos inmersos.
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