Ten­go una manía rara, que igno­ro cuán­ta gen­te pue­de com­par­tir. Mi manía con­sis­te en apun­tar­me en una lis­ta (aho­ra de orde­na­dor) todos los libros que leo, nada más aca­bar­los, seña­lan­do títu­lo, autor, edi­to­rial y núme­ros de pági­nas. Tam­bién me apun­to todas las pelí­cu­las que veo con otros cri­te­rios cla­si­fi­ca­to­rios. Mis lis­tas están divi­di­das por meses y por años para poder hacer lue­go balan­ces esta­dís­ti­cos men­sua­les o anua­les. La razón de esta obse­sión por apun­tar­me los libros y las pelí­cu­las, como si fue­sen tro­feos depor­ti­vos que se acu­mu­lan en una vitri­na, res­pon­de segu­ra­men­te al deseo de man­te­ner vivo un esti­mu­lo inte­lec­tual absur­da­men­te com­pe­ti­ti­vo, que no es ajeno a la vani­dad inte­lec­tual más venial. Al mar­gen de con­tri­buir a man­te­ner bien rega­dos los nar­ci­sos del amor pro­pio, las lis­tas me sir­ven para com­pro­bar cómo he ido cam­bian­do de gus­tos al paso ale­gre de las modas y al rit­mo más maca­bro del enve­je­ci­mien­to, pero tam­bién son un refe­ren­te esen­cial para  recor­dar lo que he leí­do y lo que he vis­to des­pués de tan­tas déca­das como con­su­mi­dor de libros y pelí­cu­las. Voy per­dien­do memo­ria, esa es la ver­dad sinies­tra. A esta ocio­sa afi­ción con­ta­ble se le pue­de obje­tar con razón que la cali­dad es más impor­tan­te que la can­ti­dad. Sin duda, la cali­dad debe ser un prin­ci­pio rec­tor de la cul­tu­ra, pero no vie­ne mal que tam­bién insis­ta­mos en la can­ti­dad, en tiem­pos en los que las esta­dís­ti­cas indi­can hábi­tos lec­to­res men­guan­tes e indus­trias cul­tu­ra­les en cri­sis o en per­pe­tua ago­nía.

Me apun­to los libros que he leí­do des­de mi infan­cia. La manía me vie­ne de mis pri­me­ros años en el cole­gio Hel­ve­tia de Bogo­tá, pero no fue­ron los pro­fe­so­res sui­zos de aquel cen­tro edu­ca­ti­vo sino una joven, cari­ño­sa y entu­sias­ta maes­tra colom­bia­na la que alen­tó seme­jan­te afán acu­mu­la­ti­vo al saber  des­per­tar en mí la pasión por la lec­tu­ra y los libros. La joven maes­tra se lla­ma­ba Rosa Julia Guz­mán y aho­ra me doy cuen­ta de que uti­li­za­ba téc­ni­cas de esti­mu­la­ción inte­lec­tual con sus alum­nos que debían ser muy nove­do­sas a prin­ci­pios de los años seten­ta. Tam­bién he des­cu­bier­to por inter­net que la cari­ño­sa y entu­sias­ta Rosa Julia es aho­ra la doc­to­ra Guz­mán, una pro­fe­so­ra uni­ver­si­ta­ria de pres­ti­gio inter­na­cio­nal en el ámbi­to de la peda­go­gía y una auto­ri­dad aca­dé­mi­ca en Lati­noa­mé­ri­ca en cues­tio­nes de apren­di­za­je infan­til, dis­le­xia o didác­ti­ca de la lec­tu­ra. Gra­cias, Rosa Julia, por con­tri­buir a des­per­tar la pasión por leer y leer y leer.

Des­de un cam­po de bata­lla dis­tin­to al de la edu­ca­ción y la peda­go­gía, el inquie­to libre­ro valen­ciano Paco Cama­ra­sa tam­bién ha rea­li­za­do una mag­ní­fi­ca labor de pro­mo­ción de la lec­tu­ra, aun­que sea más cono­ci­do por ser uno de los máxi­mos espe­cia­lis­tas y divul­ga­do­res de la nove­la negra en nues­tro país. Paco Cama­ra­sa com­par­te su noto­rie­dad en el mun­di­llo de la cul­tu­ra libres­ca con  Mon­tse Cla­vé, con quien  fun­dó en 2002 la míti­ca libre­ría Negra y Cri­mi­nal de Bar­ce­lo­na, lugar de pere­gri­na­je de todos los afi­cio­na­dos al géne­ro negro, pero tam­bién de encuen­tro de sus auto­res más des­ta­ca­dos has­ta el momen­to de su cie­rre en octu­bre de 2015. Los tre­ce años de exis­ten­cia de esta peque­ña pero ague­rri­da libre­ría en el barrio de la Bar­ce­lo­ne­ta son uno de los pun­tos de par­ti­da de “San­gre en los estan­tes”, un libro orga­ni­za­do alfa­bé­ti­ca­men­te como un dic­cio­na­rio o como los estan­tes de una libre­ría. Paco Cama­ra­sa nos ofre­ce en su libro un apa­sio­nan­te y eru­di­to reco­rri­do por los gran­des escri­to­res y los clá­si­cos de la nove­la  negra o “negro­cri­mi­nal”, según su pro­pia defi­ni­ción. Con su saber enci­clo­pé­di­co y un tono didác­ti­co y diver­ti­do, el libre­ro valen­ciano tam­bién disec­cio­na las dife­ren­cias del géne­ro por paí­ses y cul­tu­ras, esta­ble­ce sus rami­fi­ca­cio­nes arbó­reas por cate­go­rías y man­tie­ne viva la aten­ción del lec­tor con un cúmu­lo de anéc­do­tas per­so­na­les sor­pren­den­tes y emo­ti­vas sobre sus rela­cio­nes no sólo con las cele­bri­da­des del géne­ro negro que ha cono­ci­do como libre­ro y comi­sa­rio de BCNe­gra, sino tam­bién con las miles de per­so­nas que visi­ta­ron su libre­ría. Ade­más de ser ya manual de con­sul­ta obli­ga­da  para los afi­cio­na­dos incon­di­cio­na­les al “negro­cri­mi­nal” o para cual­quier lec­tor que quie­ra aden­tra­se en los bajos fon­dos de la nove­la negra, “San­gre en los estan­tes” es tam­bién un ale­ga­to apa­sio­na­do y esti­mu­lan­te a favor de la lec­tu­ra. Gra­cias tam­bién, Paco, por man­te­ner mi adic­ción a seguir leyen­do sobre un géne­ro que tan suges­ti­vos y oscu­ros argu­men­tos podría encon­trar en el tur­bu­len­to pasa­do recien­te de estas tie­rras valen­cia­nas.

Lucas Soler

Comparte esta publicación

Lotes España
IVC Teatro Principal diciembre
balearia
DIPUTACION VALENCIA_ORIGENS
Salud Mental en valenciano
sanitat vacunacion
Salud Mental en castellano
amadomio.jpg

Suscríbete a nuestro boletín

Reci­be toda la actua­li­dad en cul­tu­ra y ocio, de la ciu­dad de Valen­cia